Los cinéfilos conocen bien los nombres de Alain Tanner, Claude Goretta y Daniel Schmid, pero poco y nada se sabe por aquà acerca de las problemáticas sociales y polÃticas de Suiza, cuya superficie apenas duplica a la de la provincia de Tucumán y que en su interior alberga una de las economÃas más fuertes de Europa (tanto que muchos analistas ven en el franco suizo la salvación a la crisis). En la lÃnea del mejor cine suizo, la 11ª edición del DocBuenosAires, que se realiza hasta el sábado, ofrece una sección especial con cuatro producciones de aquel paÃs, entre ellas Un chaleco de silencio, que se verá hoy a las 19.30 y mañana a las 17 en la Sala Lugones del Teatro San MartÃn (Corrientes 1530). Premiada en los festivales más importantes del género, entre ellos el Cinéma du Réel, del Centro Georges Pompidou de ParÃs, y Visions du Réel, de Nyon, Suiza, la ópera prima de Ramòn Giger retrata la rutina diaria de un joven autista (Roman) y su sosegado acompañante terapéutico (Xaver) a largo de una estadÃa en una granja en las afueras de la ciudad. âEl proyecto empezó como un film sobre el autismo, pero esa idea finalmente se esfumóâ, reconoce el cineasta ante Página/12. 3a1mx
La relación de la pareja se rige por los constantes vaivenes de Roman y el fino equilibrio de Xaver para contenerlos. Con suma paciencia, pero sin condescendencia alguna, el veterano acompañante encuentra en el trabajo manual un nexo vinculante entre Roman y él. En esa cotidianidad interviene Giger. Y lo hace no con una cámara, sino con dos. âInicialmente le di una a Roman para que filme y en base a eso ver qué le interesaba. De hecho, el momento en que entró verdaderamente al proyecto fue cuando le di un trÃpode y pudo filmarse a sà mismo. A él le interesaba eso: ver su imagenâ, afirma el suizo. Desde entonces, la idea bautismal de ensayar una aproximación al autismo cedió progresivamente frente al gramaje psicológico y emocional de los protagonistas.
â¿Hubo algún hecho en particular que produjera ese corrimiento?
âHasta comenzar el montaje estaba convencido de que la pelÃcula era sobre el autismo, más allá de la forma y el enfoque personal que iba a darle. QuerÃa partir de un cuadro Ãntimo para tener una óptica general del tema. En ese sentido fue muy importante la sensibilidad auditiva y visual del protagonista. Si yo lograba transmitir eso, la pelÃcula era el medio más apto para conocer un poco más acerca de esa forma de vivir. Y lo más duro para mà fue reconocer que, incluso queriendo transmitirla en su forma más pura, siempre me movÃa en el mundo de la interpretación y del lugar común. Ahà me decidà a abrir el tema y darle más espacio al personaje para que conectara esa sensibilidad directamente.
â¿Ya habÃa tenido o previamente con los autistas?
âNo, para nada.
â¿Y qué vio en Roman que le despertara interés?
âDesde el inicio empecé a confundirme los nombres y a vernos muy parecidos fÃsicamente. Encima hay apenas un mes de diferencia en nuestras fechas de cumpleaños. Por eso siempre me llamó la atención el pensar que yo podrÃa haber sido él, que su destino podrÃa haber sido el mÃo, que nuestras vidas tranquilamente podrÃan intercambiarse. Además me fascinaba su comportamiento extremo, sus expresiones y sus sentimientos.
âLa pelÃcula se rodó a lo largo de seis meses. ¿Cómo cambió el vÃnculo emocional durante ese tiempo?
âEs una pregunta muy compleja porque involucra a la confianza, y el tema esencial del autismo es la relación con otros. Roman se mostró muy disponible y abierto a mis ideas, y era inevitable que se fuera abriendo a lo largo del proyecto. En ese sentido fue muy importante la presencia de la cámara, sobre todo en las partes de trabajo con la sierra, que fueron verdaderamente difÃciles.
âAlgo llamativo es que cuando Roman se filma emite sonidos muy parecidos a los de la motosierra. ¿Está de acuerdo?
âSÃ, es algo que se dice de los autistas en general: que emiten ruidos y sonidos de máquina como una forma de mecanizar sus sentidos. Se dice que el autismo es una incapacidad de procesar las impresiones que vienen de afuera, y eso genera una imposibilidad para manejar y controlar esas impresiones. Por eso se aÃslan. Todo tiene que ser predecible para que puedan protegerse. Los que sufren el sÃndrome de Asperger, que es una forma leve de la enfermedad, tienen una enorme capacidad para manejar cosas lógicas y predecibles, como las matemáticas. El reto mayor para ellos es el de crear seguridad, y eso lo logran aplicando estereotipos y reacciones tÃpicas.
âSe lo nota muy interiorizado en el tema. ¿Investigó previamente o lo hizo a medida que se acrecentaba el vÃnculo con Roman?
âEmpecé a leer sobre la enfermedad cuando tuve mi primer encuentro, pero dejé muy rápido porque me di cuenta de que no iba a llegar a ningún lado y no podÃa profundizar en el tema; era una cosa sin fondo. Muchos conocimientos los fui adquiriendo a medida que avanzaba la relación con él.
â¿Se planteó algún dilema ético al momento de exponer a un autista?
âAl principio, no; para mà estaba muy claro que la intención era hacer algo positivo para el protagonista. Y él, hasta un cierto punto, sabÃa lo que estaba pasando y que lo filmaba. Pero para mÃ, al final, resultó una cuestión no del todo resuelta. De hecho, ése es el dilema de todos los documentales: hasta dónde exponer a sus personajes.
âLa última escena es clave en ese aspecto. Incluso podrÃa suponerse que si el hecho que desencadena el desenlace no hubiera ocurrido, la pelÃcula serÃa muy distinta. ¿Qué ideas manejaba a medida que avanzaba el rodaje e iba dándose el tipo de pelÃcula que tenÃa entre manos?
âSinceramente no sé cómo hubiera funcionado de otra forma. Inicialmente pensaba llevarlo a otro sitio. Pero todo cambió cuando vi las escenas del curso de manejo de sierra eléctrica que no pensaba incluir. Noté la potencia de la relación entre ellos y me puse a reflexionar acerca de qué habÃa realmente ahÃ.
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