Desde Tesalónica s2t61
Después de dÃas de incertidumbre y virtual acefalÃa âuna verdadera âoperetaâ, como titularon simultáneamente dos matutinos de tirada nacionalâ, Grecia tiene finalmente un nuevo primer ministro. Pero la confirmación de Lucas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo, al frente del gobierno provisional de coalición, y su llamado a âla unidad, la comprensión y la prudenciaâ, no despertaron ayer en la segunda ciudad del paÃs ninguna reacción pública, salvo apatÃa y desconfianza. âHabrá que ver si se ocupa de la gente común o de sus amigos de la bancaâ, se preguntaba ayer Alexis Grivas, a cargo de la prensa del Thessaloniki International Film Festival. âParece que Angela Merkel ya está hablando abiertamente de un euro a doble velocidad, o con dos valores; y a nosotros, claro, nos tocarÃa el peorâ, se lamenta. âAhora ya ni siquiera somos la principal preocupación de Europa, el protagonismo nos los acaba de robar Italiaâ, ironizaba uno de sus colaboradores. âDejen el ouzo, vayan por el cannoliâ, le daba la razón un titular de la edición online del Wall Street Journal.
Por la calle, la única manifestación a la vista era la de un pequeño grupo feminista que lucha contra la violencia de género y que ayer denunciaba el caso de una chica de 17 años que se habÃa arrojado desde la ventana de un tercer piso para no seguir sufriendo la situación de esclavitud sexual a la que era sometida aquà en Tesalónica. El caso, aparentemente, es uno de tantos de trata de personas en la zona y tiene su correlato en J.A.C.E., una de las dos pelÃculas griegas en la Competencia Internacional del festival. El film de Menelaos Karamaghiolis narra la explotación de un niño de origen albanés, vÃctima de las mafias de ambos paÃses y formado en el mundo de la prostitución, la violencia y la droga. âEs que la crisis, que no es nueva y viene golpeando la puerta desde hace años, también trae aparejadas estas situacionesâ, afirma el director griego Constantine Giannaris, a quien el TIFF le dedica una retrospectiva-homenaje, que incluye su film más reciente, Man at Sea. Estrenada en febrero en la Berlinale, la pelÃcula de Giannaris también se ocupa del tráfico de personas: está filmada a bordo de un buque de carga que, en medio del Mediterráneo, rescata a una docena de inmigrantes ilegales a la deriva, creando una situación de extrema tensión entre el capitán de la nave, que debe vencer sus propios prejuicios raciales, y sus superiores en tierra.
Sin embargo, la pelÃcula griega que pareció conectarse mejor con el ánimo del público de Tesalónica en estos dÃas fue Adikos Kosmos (Un mundo injusto), de Filippos Tsitos, que viene de ganar el premio al mejor director y al mejor actor en el último Festival de San Sebastián, y que aquà se llevó una ovación de la hermosa sala Olympion, en plena plaza Aristotelous, donde la figura del filósofo parece observar con indiferencia las desventuras del presente para perder su mirada en el difuso horizonte que dibuja detrás de la bruma el mar Egeo.
Melancólica historia de tristes y perdedores, ya desde su tÃtulo Un mundo injusto parece interpelar a sus espectadores locales, que desde las primeras escenas se identificaron con la pareja protagónica de la pelÃcula, cuya estética le debe âquizá demasiadoâ al universo del finlandés Aki Kaurismäki. Esa luz mortecina, esos mudos planos frontales, esa angustia latente pero que nunca llega a explotar, son marcas de fábrica de Kaurismäki que aquà Filippos Tsitos adaptó, con habilidad, a la realidad griega de hoy.
Los lectores de las novelas policiales de Petros Márkaris âuno de los autores griegos más leÃdos actualmente en el mundoâ reconocerán, a su vez, algunos rastros del detective Kostas Jaritos en el protagonista de Un mundo injusto. Como Jaritos, el bueno de Sotiris también es un oficial de la policÃa de Atenas que trabaja según sus propios métodos y que confÃa más en su intuición que en el reglamento. Su idea de la justicia también es muy personal. En una escena particularmente celebrada por la platea del Olympion, Sotiris interroga a una mujer que confiesa haber incendiado su local para poder cobrar el seguro, âporque con la crisis ya no puedo siquiera pagar las cuentasâ. A lo que el policÃa le inventa ahà mismo una coartada y archiva sin más el caso.
Un poco de la misma manera, Sotiris (el estupendo Antonis Kafetzopoulos, premiado en el festival vasco), que no es casado como Jaritos, conoce a quien será el amor de su pelÃcula. De compras en un supermercado desierto, Sotiris presencia el momento en que Dora (Theodora Tzimou), desempleada crónica, o con trabajos precarios, roba una bandeja con carne. Basta que el empleado de seguridad salga a perseguirla para que Sotiris le ponga el pie y lo haga caer. Más tarde, ella y él cruzarán sus vidas varias veces en una ciudad apagada y vacÃa, donde los comercios están abiertos las 24 horas, toda la semana, y aun asà nunca se ven clientes. La recesión que vive Grecia no es la protagonista, pero se le parece demasiado.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.