Quinientas pelÃculas. Veinte paÃses. Una región. Por tercer año consecutivo, Ventana Sur, el mercado cinematográfico organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y el Marché Du Film del Festival de Cannes, que comenzó el viernes y se extenderá hasta mañana en Puerto Madero, pone casi todas las producciones latinoamericanas fechadas en los últimos doce meses al servicio de los ojos más importantes de la industria mundial. âEstos encuentros sirven para hacer negocios y empezar a seguir distintos proyectos que pueden resultarnos interesantes a futuro. Son eventos fundamentales para el cine como arte e industriaâ, resume el director del Festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos. Cumplimentado lo segundo, resulta pertinente preguntarse sobre lo primero. ¿Cuál es el estado de salud de las cinematografÃas regionales? ¿Hay un crecimiento cualitativo que explica la mayor presencia en festivales? ¿Existe una estética en común que permita englobarlas bajo el rótulo de âcine latinoamericanoâ? ¿Cómo se ubica la industria nacional en ese contexto? Página/12 recorrió las instalaciones ubicadas en el coqueto edificio San José de la Universidad Católica Argentina y consultó a distintos programadores y directivos de festivales con el fin de delinear la coyuntura actual. âSi generalizáramos por bloques espaciales, probablemente la latinoamericana sea una de las cinematografÃas más importantes del mundo. En este momento tiene una pujanza extraordinariaâ, opina el español. 432a2e
âEn Latinoamérica hay distintos niveles de realizadores y diversos tipos de producciones, algunas más localistas que otras. Hay documentales, ficciones, pelÃculas entre ambos géneros. Una diversidad que provoca una riqueza muy amplia de puntos de vista que hace que esta región se refleje en el mundoâ, opina el director del Festival Internacional de Cine de Santiago de Chile (Sanfic), Carlos Núñez. El mapa productivo muestra un crecimiento constante en gran parte de los paÃses del sur del continente. Quizá junto con la industria colombiana, que desde la sanción de la ley de cine en 2003 y la puesta en marcha de programas de estÃmulo económico por parte de Estado pasó de cuatro pelÃculas anuales durante los â90 a las más de quince actuales, la trasandina es un paradigma de esa tendencia. Núñez estima que el número de producciones creció hasta llegar a treinta, el doble de un lustro atrás. âQue se hagan más pelÃculas en distintos paÃses, y que varios realizadores encuentren rasgos estilÃsticos interesantes nos permite generar un bloque muy fuerte que empuja a nuestro cine a otras pantallas. Si no se hubiera incrementado la producción serÃa distinto. Menos cantidad trae menos calidadâ, teoriza.
DifÃcil atribuirle a la casualidad, entonces, la presencia constante en los festivales del mundo de films chilenos como La nana, de Sebastián Silva, o el dÃptico de Pablo LarraÃn, Tony Manero y Post Mortem. âHay una atención renovada de los festivales que coincide con una nueva generación de directores haciendo cosas muy interesantes. A medida que pasaron los años el cine latinoamericano ocupó un rol más protagónico en los eventos más importantes. Hace algunos años la presencia de esas pelÃculas en las secciones oficiales era menos frecuente y ahora están en competencias y en secciones paralelas. Hoy hay presencia regional con producciones de muy buena factura técnica, calidad artÃstica y con un sello de directores que hablan no sólo de temáticas locales sino también universales. En este cine se encuentran varios de los episodios creativos más representativos de la contemporaneidad cinematográficaâ, afirma Paolo Moretti, consultor artÃstico del Festival de Venecia. Para Rebordinos, âhay cinematografÃas que cÃclicamente tienen una explosión de calidadâ. Según él, las razones del crecimiento están en la adecuación técnica y artÃstica de cada producción a las condiciones extra cinematográficas. âEl cine latinoamericano tuvo que sortear circunstancias económicas difÃciles, generando que los artistas locales se acostumbren a trabajar con pocos medios e imaginando fórmulas para expresarse. Esa búsqueda ha hecho que se encuentren soluciones y surjan pelÃculas importantesâ, arriesga.
Más allá de la coyuntura favorable, uno de los problemas endémicos del cine latinoamericano es su falta de circulación puertas adentro. En la Argentina no se vio ninguna de las más de cien producciones brasileñas estrenadas durante 2011. âHay pelÃculas más frágiles a las que les cuesta tener pantalla cuando no hay una red de salas de arte. Pero no es un problema regional. En Francia la red es mucho más grande e igual pasa algo parecido. Con la actual crisis y el crecimiento de partidos de extrema derecha, los europeos se interesan sólo en sus problemas. Hay una cuestión artÃstica vinculada con una mirada polÃtica y social que se transfiere al consumoâ, observa el director artÃstico de la Quincena de Realizadores de Cannes, Edouard Waintrop, quien destaca al cine carioca ya que âcrece en todas las direcciones, con varias pelÃculas para el gran público y otras más vanguardistasâ.
El panorama explicitado por el francés muestra que difÃcilmente una cinematografÃa pueda sostenerse por sà sola, sin la ayuda de una estrategia a largo plazo. âHay varias lÃneas para trabajar: por un lado, un trabajo con la audiencia para que se acerque más a sus cinematografÃas y se acostumbren a que no todo pasa por el cine norteamericano. Eso se hace con un trabajo de difusión fuerte y constante en los medios. Por otro lado, se requiere una labor en conjunto con la esfera privada. También tiene que existir un trabajo muy importante de los festivales ayudando a acercar y promocionar nuestro cine. En la medida en que todos trabajemos en eso vamos a hacer que el público acompañe pelÃculas regionalesâ, sugiere Núñez. De esa forma, se lograrÃa que âtodos los actores de la sociedad entiendan que el cine es un producto que refleja la cultura de cada paÃsâ. Quizá una de las soluciones para el mejoramiento de la circulación interna radique en la estimulación económica a distribuidores dispuestos a invertir. âEn nuestro caso tratamos de ayudar con noventa mil euros a la empresa que distribuya la ganadora del premio a la ópera prima. Hace dos años fue la coproducción colombiano-panameña Los colores de la montaña, y al tener ese dinero se vendió rápidamente en España. Lo mismo pasa con la ganadora de Cine en Construcción, que tiene asegurada la distribución en nuestro paÃs gracias a Vértigo Films. Intentamos trabajar ese aspecto porque el cine no es solo arte y cultura, también es industria. Todos los festivales tenemos que ocuparnos de las dos lÃneasâ, opina el ejecutivo de San Sebastián.
La Cámara de Oro a Las acacias en Cannes, el Leopardo de Oro a Abrir puertas y ventanas en Locarno y los innumerables premios de El estudiante configuran una de las cosechas más redituables de los últimos años. âEn los últimos años el cine argentino se posicionó como una de las tendencias más importantes de la región y una de las más atractivas del mundo. Argentina es una de los potencias cinematográficas de Latinoaméricaâ, afirma Núñez. La validación internacional junto con más de 160 pelÃculas disponibles para su adquisición internacional en el catálogo de Ventana Sur son sÃntomas de una industria pujante y variopinta.
âEl desarrollo de los últimos años generó diversas corrientes artÃsticas. Hay directores muy importantes e interesantes a los que invitan a Cannes, a Venecia o BerlÃn. Y lo que es más interesante es que la mayorÃa tiene entre 30 y 45 años, muy jóvenes en comparación a otras partes del mundo. Eso genera una confluencia de las corrientes sociales y culturales que ascendieron en los últimos veinte años. Los nuevos cineastas hablan como la gente de hoy y logran hacerse entender aquÃ, en Francia o Italiaâ, observa Waintrop. Javier Angulo Barturen, director de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), afirma que esa reputación es consecuencia de una variedad generada por la madurez estilÃstica y técnica: âEl Nuevo Cine Argentino se consolidó en tiempos de crisis, que es cuando más hay que apelar a la imaginación. Luego le ocurrió algo similar al cine español. Pasó de ser un realista a incursionar en todo tipo de géneros. Ahora uno puede encontrarse con dramas, comedias o thrillers. Incluso films de época con buen presupuestoâ.
El trayecto descripto por el español marca el amplio recorrido desde un método de producción disruptivo y urgente encabezado por Pablo Trapero y Adrián Caetano en los â90, hasta la diversidad artÃstica y técnica actual. ¿Qué es hoy el NCA? ¿La efusividad dialéctica de De Caravana? ¿El laconismo introspectivo de Un mundo misterioso? ¿Ambas? ¿Ninguna? O aún mejor: ¿Es posible rotular de esa forma el caudal de producción actual? âCreo que no se puede hablar de Nuevo Cine Argentino. Los cineastas surgidos de ese movimiento tienen su marca, pero fuera de ellos hay nuevos directores que no tienen las mismas referencias que esos âviejosâ de 40 añosâ, opina el francés. âLa inspiración actual es diferente. De lo que tenemos plena conciencia es de que en la Argentina se hace un cine vivo. Aquà hay directores con miradas y rumbos artÃsticos diferentes pero marcados.â
Para Carlos Núñez, aquella etiqueta sirvió para catalogar un momento particular del devenir audiovisual. âHoy hay un abanico muy amplio en la Argentina, como el que se desarrolla en Córdoba. A mà me resulta muy difÃcil pensar en un Nuevo Cine Argentino porque deberÃa producirse un quiebre muy fuerte y revolucionario, un quiebre total que nos permita decir que lo que se da es algo novedoso, tal como pasó en los â90 con MartÃn Rejtman y una serie de directores. Ellos empezaron a trabajar un cine especÃfico con un modo de producción muy precario, pero de alta calidad artÃstica. Eso no ocurre hoy, más allá de que los directores plantean nuevos lenguajes con distintos elementos.â
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