QuerÃan ser protagonistas del presente porque sabÃan que de eso dependÃa su futuro... y el de quienes vengan después. Quizá asà se entienda por qué los alumnos del Instituto de Arte Cinematográfico de la localidad de Avellaneda (IDAC) reaccionaron impetuosos ante los cambios en el plan de estudios propuestos por las autoridades de esa institución a fines del año pasado, reacción que desembarcó en una larga toma que concluyó cuatro meses después, en marzo de este año, cuando se dio un paso atrás en la decisión. Esos dÃas de vivencias conjuntas dispararon debates y replanteos que terminaron en lo que hoy, más de medio año después, es el Primer Congreso Nacional de Escuelas de Cine, que se realizará desde hasta el domingo en la sede de la facultad (Italia 36). âLa idea surge por la necesidad de escucharnos a noso-tros mismos, de compartir material, de generar vÃnculos y de poder exponer lo que sentimos y creemos acerca del cineâ, afirman los organizadores. 2q15q
La idea de algunas modificaciones al plan de estudios era a priori bienvenida: al fin y al cabo, la de cine es una carrera atravesada por la tecnologÃa y, por lo tanto, necesita ajustes regulares. El combo se completarÃa con la oficialización provincial de un tÃtulo que hasta entonces era sólo municipal. El problema era lo que habÃa detrás. El flamante plan modificaba estructuralmente los contenidos académicos, trocando la concepción de cine como disciplina artÃstica por otra más tecnificada. AsÃ, se dejarÃa de lado la carrera de realizador integral cinematográfico con especialización en cine ficción o documental âes el único lugar en Latinoamérica donde se cursa gratuitamenteâ de cuatro años de duración, para adoptar otra de tres años cuyo tÃtulo era el de técnico en cine, TV y video. âEstá bien que se enseñe televisión, pero tiene que ser una cuestión de elección y no de imposiciónâ, recuerdan hoy los estudiantes. Pero habÃa más: âLa escuela iba a hacer una especie de cierre disfrazado porque se estaba legalizando otro instituto, con otro nombre, con otro plan de estudios y en otro lugarâ.
Empezaron la búsqueda de respuestas y explicaciones. Primero con el entonces rector Raúl Tosso, pero nada. Siguieron con las autoridades municipales de Avellaneda y obtuvieron la misma respuesta: nada. Hastiados del menosprecio generalizado a sus reclamos, impotentes ante el engaño a los futuros ingresantes, los estudiantes decidieron tomar las instalaciones de la escuela. Lo hicieron hasta marzo, cuando finalmente firmaron un acta acuerdo. âPedÃamos que existiera una comisión académica en la que estuvieran alumnos, docentes y autoridades discutiendo y armando un plan de estudios conjunto para legalizarloâ, recuerdan.
Durante ese perÃodo de convivencia hubo discusiones, debates y cuestionamientos no sólo polÃticos, sino también artÃsticos y cinematográficos. Se dieron cuenta, entonces, de que muchos de ellos compartÃan las mismas inquietudes, necesidades y objetivos. Fue el primer paso del primer Congreso Nacional de Escuelas de Cine, que reunirá a cientos de alumnos provenientes de instituciones de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Tucumán con el objetivo de abrir un espacio de diálogo hasta ahora ausente. âMuchas escuelas conocÃan nuestra situación por la toma, pero cuando les preguntábamos cómo era la suya nos dimos cuenta de que absolutamente todas tienen problemas que van desde lo polÃtico hasta lo institucional o académico. Y con todas las facilidades que ofrecen las comunicaciones no saber eso hoy era impensadoâ, afirma la productora del evento, Florencia Mattos.
La situación era para ellos inentendible: las escuelas de cine de la Argentina, cuna de realizadores reputados en los festivales más importantes del mundo, estaban aisladas, sin vÃnculo alguno más allá de alguna coincidencia formativa. âSomos miles de alumnos en todo el paÃs y no tenemos o entre nosotros. Si nos une algo como el cine, que es un arte que se hace en conjunto, está bueno empezar a generar estos encuentros que de alguna manera nos sirvan para formar vÃnculosâ, explica la productora, y continúa: âSe trata de encontrar un lugar en el cual podamos compartir nuestras experiencias y las proyecciones que tenemos sobre nuestro oficio. Durante la toma, en la cabeza de muchos de nosotros estaba la cuestión de la falta de ámbitos de debate. Entonces dijimos que si ese espacio no estaba, habÃa que generarloâ.
Lejos de los soliloquios infinitos, los organizadores aseguran que aquà primará la interacción de aquellos que usualmente no tienen voz. âLos congresos generalmente se hacen con gente con un nombre y currÃculum importante, pero nunca se les da la palabra a los estudiantes. SÃ, seguramente, tenemos menos cosas sabidas que los consagrados, pero también tenemos cosas para decir, ideas, inquietudes, proyectos y sobre todo ganas de compartirâ, asegura la productora.
Q Más información en http://institutoidac.wix.com/congresodecine?ref=nf
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