Cada dÃa, Eloy Cruz DÃaz tiene una misión: entregar cien notificaciones judiciales a todo tipo de personas. Cada entrega implica una experiencia y, en algunas ocasiones, un peligro. Eloy es un obsesivo de su trabajo en Tribunales y tiene cinco reglas para perfeccionar el método del notificador ideal. Por ejemplo, llegar a entregar siempre la centena de cédulas judiciales por dÃa, más allá de los riesgos que esto implique, y la más importante: tener una buena birome siempre a mano. Porque no hay tiempo que perder en la firma de quien recibe la notificación. Eloy está compenetrado con su trabajo, a tal punto que lo absorbe. Tal vez lo vive asà como una manera de sentirse seguro, algo que no le ocurre en su vida personal. Pero cuando su jefe convoca a un nuevo compañero, y Eloy debe explicarle el trabajo, comenzará a desmoronarse toda esa seguridad que sabÃa mantener, aun cuando una vez tuvo que entregarle una notificación a un muerto en su velatorio o sufrir el robo en carne propia por parte de una gitana. A medias entre la comedia y el drama, por el absurdo, y a la vez por cierto patetismo de las situaciones que Eloy (Ignacio Toselli) debe padecer, El notificador es la ópera prima en ficción de Blas Eloy MartÃnez, cuyo nombre está asociado al del personaje porque este cineasta trabajó nueve años como notificador judicial: es un mundo que conoce como la palma de su mano. El film se estrenará este jueves en la cartelera porteña. 3pb3h
Si bien El notificador es una ficción, MartÃnez reconoce que tiene mucho anclaje en la realidad porque, básicamente, ârecupera muchas de mis vivencias y de las de otros ex compañeros mÃosâ, explica. El realizador, hijo del escritor Tomás Eloy MartÃnez, intentó que su ópera prima âtuviera el espÃritu, el clima de lo que se vivÃa, por lo menos cuando yo trabajaba como oficial notificador y la oscuridad que se generaba espiritualmente en torno del trabajoâ. El anclaje más fuerte con la realidad es, entonces, âel tema del clima que el trabajo generaba en mà durante aquella época, y también recupera anécdotas puntuales que me pasaron a mà y a otros compañerosâ, destaca MartÃnez.
â¿En algún punto es, entonces, autobiográfica?
âYo no quiero encasillarla dentro del tópico autobiográfico, aunque claramente tengo que itir que muchas de las situaciones que ven en la pelÃcula me pasaron realmente. Y la voz en off del personaje está basada en muchas cosas que también me pasaron.
âO sea que si bien tiene su nombre y tintes autobiográficos, Eloy no es su alter ego...
âNo, por suerte (risas). Tiene algunas cosas muy diferentes a mÃ. Además, él ve el trabajo de una forma muy diferente a como yo lo veÃa en ese entonces. Para él, el trabajo es todo y para mà no lo era. Y yo no pretendÃa ser oficial notificador el resto de mi vida. Y para él, el trabajo se ha vuelto la vida misma, la medida de todas las cosas.
â¿Y eso sucede porque en su vida no tiene la seguridad que tiene en su trabajo?
âProbablemente la haya tenido, pero el laburo lo fue absorbiendo, que es algo que tiene ese tipo de actividad. Te brinda tal seguridad económica y tanta estabilidad laboral, en cierta forma, que hace que uno se achanche o sienta cierta comodidad con ese oficio. Y eso hace que uno no vislumbre una posible salida. Con lo cual, finalmente el laburo te absorbe, empieza a ser una parte fundamental de tu vida. Y en el caso de Eloy eso está radicalizado. Lo que le ha pasado es que el trabajo se lo ha comido a él mismo. Toda su vida pasa en base al trabajo, es un obsesivo compulsivo en relación a éste. Al mismo tiempo va perdiendo los lazos que lo unen con otras cosas que tiene la vida. Por eso, la pelÃcula no sólo habla del mundo judicial, sino también sobre la relación que los seres humanos tenemos con el trabajo.
â¿Por qué observa a su nuevo compañero como un intruso? ¿Por qué lo desestabiliza?
âPorque el jefe le dice: âTe traigo este tipo porque vos ya no das abasto con la cantidad de cédulas que tenés que entregar todo el dÃa, asà que vamos a dividir la zona: una parte para él y otra para vosâ. El ve eso como una intromisión en su mundo. Y empieza a paranoiquearse un poco con que quieren sacarle el laburo. Y si Eloy pierde su laburo, ¿qué tiene del otro lado? Nada. Ojo, yo creo que eso es justamente lo que nos hace avanzar en la vida. Cuando se pone en riesgo nuestra burbuja en la cual nos sentimos cómodos, es el momento del cambio.
â¿Buscó también reflejar cómo incide la burocracia en ese tipo de trabajo?
âSÃ, era parte de la situación del oficial notificador. La burocracia ya estaba metida en el propio trabajo. Pero no intenté hacer un análisis de ésta ni del sistema judicial, aunque algo que me impresionaba era el absurdo del mismo. Esa burocracia está llena de absurdos y de cosas ilógicas que después no se condicen con lo que uno se encuentra en la calle. Entonces, me impresionaba un poco y quise reflejarlo.
â¿Y hay un germen kafkiano en el modo de representar la burocracia?
âSÃ, a mà me encanta Kafka y, por ahÃ, inconscientemente lo debo haber buscado. No quise aplicar el modo porque Kafka ya estaba inmerso de por sà en la materia prima de la historia. No hacÃa falta recurrir a Kafka o citarlo.
âPor lo que se ve en la pelÃcula, el trabajo de notificador parece bastante alienante. ¿Es asÃ?
âSÃ, es bastante alienante, pero uno no se da cuenta de eso porque, en realidad, a veces tiene la sensación de que es muy relajado. Pero se da cuenta de lo alienante que es cuando deja de ser notificador. Yo tengo sueños recurrentes con que soy oficial notificador: voy caminando tranquilo por la calle, entro en un lugar, voy hasta el fondo donde lo que hay es la oficina de notificaciones; allà me recibe alguien de la mesa de entradas y me dice: âHace trece años que no venÃs por acá. Tenés toda esta parva de cédulas sin diligenciar. Llevátelasâ (risas); me las entrega y yo me desespero porque hace trece años que no hago eso y no sé cómo empezar a dividirlas. Esos sueños me dan la sensación de que el laburo tuvo que haber sido muy alienante porque fui periodista seis años en Página/12 y no sueño que tenga cosas que escribir. Y también tuve laburo en universidades y en el cine y no sueño con eso. Sueño sólo con el trabajo de notificador.
âPor lo que cuenta, es de suponer que no lo extraña...
âExtraño algo de ese trabajo: el o con la gente, porque ganás mucha percepción sobre el ser humano. Al estar en o con tantos tipos por dÃa, ganás una conexión muy fuerte con el ser humano. Eso lo extraño. Y, además, vivÃs mucho la ciudad, sabés mucho de ella, sentÃs las cosas individuales.
â¿La voz en off del personaje que se dirige siempre al juez es una suerte de expresión de su mundo interior?
âExacto, es eso y una especie de catarsis interior que tiene Eloy. Y una especie de resquicio por el cual muestra la poca humanidad que le queda.
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