La nomenclatura se presta lúdica al juego del engaño. El acrónimo CIFA invita a pensar en una oficina gubernamental o un producto quÃmico antes que en lo que finalmente es: una corriente cinematográfica robustecida pelÃcula tras pelÃcula y que desde hoy tendrá en Hermanos de sangre a su exponente más novel, depurado y redondito. El Cine Independiente Fantástico Argentino, de él se trata, se cocinó a fuego lento desde fines del siglo pasado gracias a las bondades de la tecnologÃa digital y a la expansión en cantidad y calidad de festivales especializados, con el Buenos Aires Rojo Sangre (BARS) como nave madre. Uno de los hijos dilectos de toda esta movida es Daniel de la Vega, que dejó atrás âal menos por un rato, según diceâ la generación de sustos en producciones independientes de terror (dirigió La muerte conoce tu nombre y Jenniferâs shadow, ambas para el mercado hogareño norteamericano) y pasó a la comedia negra. Claro que no lo hizo solo, sino que se rodeó de tres guionistas con amplio conocimiento en la materia como Germán Val, MartÃn Blousson y Nicanor Loreti, el último también director de esa pelÃcula de culto que será Diablo. Sobre el proceso creativo de Hermanos de sangre y las particularidades del CIFA hablarán más abajo dos de las plumas y el realizador. 4n6923
Ganador de la Competencia Nacional del último Festival de Mar del Plata, el film sigue a MatÃas (Alejandro Parrilla), un gordo tierno que es puro corazón, pero que circula por la rutina en un contexto demasiado amigo de lo superficial. Hasta que se cruza con un ex compañero de coro (Sergio Boris) dispuesto a ayudarlo en su cruzada revanchista. âYo nunca habÃa hecho comedias, e incluso ni siquiera me considero la persona más especializada en ese género, pero al estar protagonizada por un gordito que se siente miserable pensé que tenÃa algo para contar. Desde ahà me autoricéâ, confiesa De la Vega antes de aclarar que no participó desde la génesis del proyecto, sino que se sumó luego de un ofrecimiento de Loreti, quien pensó a la dupla protagónica como âversiones un poco menos normalesâ de dos amigos del secundario. âEmpezamos a escribirla en 2005 para un supuesto proyecto de pelÃculas en DVD que finalmente nunca se concretó y cuando finalmente la terminamos nos gustó mucho. Paralelamente me interesaba el cine de Daniel, asà que pensé que si tenÃa que dársela a alguien, era a él. Le pasamos el guión, le gustó y pintó la oportunidad de hacerlaâ, recuerda.
âLoreti, ¿por qué no la dirigió?
Nicanor Loreti: âPorque en aquel momento, como nos pasa a casi todos, pensaba que era casi imposible hacer una pelÃcula. HabÃa escrito un par de guiones de bajo presupuesto y de variada calidad, por decirlo de alguna forma, y creÃa que el camino para presentarla en el Instituto, si lo hacÃa, era muy largo. QuerÃa que la pelÃcula se filmara y me pareció que él podÃa hacerla bien. No era cuestión de llevarla a cualquier productora para ver si la aceptaban o no, sino dársela a un director que me pareciera bueno. Además, desde que le di el guión hasta que hice Diablo pasaron dos años.
âCuando se anunció el rodaje plantearon que la historia era similar al mito de Mefisto. ¿Por qué?
N.L.: âTiene mucho que ver, pero fue una referencia completamente inconsciente. En una charla con el MatÃas âoriginalâ, hablamos sobre la amistad y le dije que no se puede hacer cualquier cosa por el otro. Le planteé qué pasaba si llegaba a mi casa y encontraba tres cuerpos en la bañera y su respuesta fue que agarraba algunas bolsas y me ayudaba a sacarlos. Entonces la pelÃcula tiene que ver con lo que algunas personas están dispuestas a hacer por amistad.
MartÃn Blousson: âEs que el género te permite usar todas sus particularidades para abordar temas sin ser solemne. Acá está la soledad, la marginación y la amistad tratada desde un código que permite irse al carajo.
âDa la sensación de que la situación del protagonista se da más por el contexto social que por voluntad propia. ¿Buscaron establecer algún tipo de crÃtica en ese aspecto?
M.B.: âImaginamos todo tipo de maltratos. Hay muchas situaciones sacadas del amigo de Nicanor que pasaron en boliches o bares y que de alguna forma tenÃan que estar reflejadas porque hablaban del sentirse totalmente desorientado y sin forma de remarla ni saber cómo pelear contra eso. En ese contexto, de repente viene una especie de hada madrina devenida en psicópata, te abre una puerta y te dice: âMirá, acá hay un mundo mejorâ. No lo pensás mucho.
âDe la Vega, usted dijo que la pelÃcula tenÃa una oscuridad con la cual podÃa identificarse. ¿A qué se referÃa con eso?
Daniel de la Vega: âEn la trama habÃa una oscuridad a la que podÃa acercarme para incursionar en un género que no conocÃa en profundidad. De otra forma no hubiera podido. No sabrÃa del todo cómo hacer una comedia luminosa estilo Adam Sandler, por ejemplo. A priori no voy por ese rumbo y Hermanos... me significó romper ese eje. Hubo cosas e incluso escenas enteras que no me gustaban y que no me di cuenta de que funcionaban hasta que las vi proyectadas. Eso también habla de la inseguridad que me genera la comedia: en algún punto tuve que cotejar cosas con el público que a priori no sabÃa si eran efectivas o no.
M.B.: âTengo la teorÃa de que Daniel se agarró de esa oscuridad que le resultaba familiar para acercarse con más confianza a la pelÃcula, aunque en realidad no la trabajó desde ese lugar oscuro. Los personajes no lo son ni entran en lugares sádicos desde la maldad sino desde la inocencia.
âSi bien la pelÃcula adopta un modelo narrativo clásico, da la sensación de que la idiosincrasia de los personajes es absolutamente argentina. ¿Eso fue intencional?
M.B.: âNo lo hicimos pensando en algún enfoque particular o crÃtico, sino que simplemente tratamos de ser nosotros. Y eso que inicialmente la habÃamos pensado para el mercado exterior. Cuando escribÃs con dos amigos estás muy libre y se te arma lo cotidiano. Quizá de ahà venga la sensación de construir algo propio en donde se cuentan circunstancias y tipos de personajes cercanos.
âMuchas crÃticas durante el Festival de Mar del Plata catalogaron a la pelÃcula como una suerte de âDiablo IIâ. ¿Cómo se llevan esa comparación?
N.L.: âBárbaro, pero tampoco creo que tengan tanto que ver. El guión de Hermanos... me parecÃa más dark que el de Diablo, pero terminó siendo una pelÃcula mucho más amistosa y amplia. Además, la otra tiene mucho del humor Nicolás Galvagno, que acá no estuvo. Esta tiene un humor diferente.
M.B.: âLa comparación surge más por oposición a lo que solÃa verse dentro del cine nacional que por los puntos en común que puedan tener.
Sudor frÃo, Penumbra, La memoria del muerto, La plegaria del vidente, Diablo, Malditos sean y siguen los nombres. Un repaso por la cartelera comercial del último par de años muestra que la lista de pelÃculas de género argentinas está en constante ascenso. ¿Cómo explicar, entonces, esa fascinación por modelos narrativos siempre mirados de reojo por los paladares más refinados? ¿Se trata de una moda o será que la tendencia devendrá en norma? âSomos de una generación para la que siempre fue casi imposible hacer cine de género a través del Incaa. O al menos eso pensábamos. Y ahora hay una ola de cineastas que en su momento se habÃan refugiado en el BARS o que quisieron dar un salto de calidad y vieron que en el instituto estaban las puertas abiertasâ, razona MartÃn Blousson, también guionista de La memoria del muerto.
âDe la Vega decÃa hace cuatro años que dentro de una década se podrÃa hablar de un cine de género argentino. ¿Lo ven asÃ?
D.d.l.V: âSÃ, creo que dentro de diez años vamos a poder hablar de una movida. Antes ni te animabas a presentar un proyecto en el Incaa. De hecho, algunos chicos me escribieron para ver cómo hice la pelÃcula por ese camino, como preguntándose de qué forma era posible que la aceptaran. También hay un cambio de mirada estatal. Mi próxima pelÃcula, Necrofobia, que es en 3D y la escribimos con Val y Loreti, tuvo una devolución muy buena del Instituto. Nos dijeron que hacÃan falta más pelÃculas de este tipo acá. Es un recambio real.
âViendo esos films podrÃa pensarse que la cuestión artÃstica está, sino resulta, al menos bien encaminada. ¿Qué falta para la consolidación definitiva?
D.d.l.V: âLo que harÃa falta es público, pero es un problema de todo el cine argentino y no puede reducirse a los géneros en particular. Hay un recambio que desgraciadamente no está siendo acompañado por la gente. En los â80 y â90 la media del cine argentino era de 250 mil espectadores, algo impensado en la actualidad. Y dentro de ese universo, una pelÃcula de género va a tener un alcance determinado. Una de las realidades que estamos enfrentando, y de la cual me hago cargo, es la de haber hecho un trailer genérico que da la idea de una pelÃcula que no es, sino que parece una norteamericana. También creamos afiches en los que no damos a entender quiénes son los actores. Esto fue porque pensamos que es fundamental que Hermanos... tenga un buen boca a boca durante la primera semana para que la gente vaya al cine. ¿Y cómo hacemos eso? Basándonos en que la pelÃcula quizá no es argentina. El rechazo es tan concreto y asumido de mi parte que tengo que decirle al público que vale la pena verla engañándolo. Es un recurso de marketing absolutamente válido y poco ético que es real.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.