Nacido en Austin, Texas, en 1960, Richard Linklater sigue intentando filmar âcon una obstinación que ningún otro cineasta contemporáneo parece tenerâ el paso del tiempo, en vivo. En Rebeldes y confundidos (Dazed and Confused, 1993) la intención era capturar la densidad del tiempo (casi) real, filmando 102 minutos del dÃa de graduación de un grupo de chicos y chicas. En la serie âAntesâ (Antes del amanecer, 1995; Antes del atardecer, 2004; Antes de la medianoche, 2013) combinaba el tiempo real (cada pelÃcula duraba lo que cada encuentro entre Jesse y Céline) con el paso del tiempo, que también se correspondÃa con el real (nueve años entre una pelÃcula y otra: nueve años en la vida de los personajes). Ahora se trata de filmar lo que serÃa una obsesión de educadores y psicólogos infantiles: el crecimiento de un niño, desde la primera infancia hasta el fin de su adolescencia. 5f5wu
Ganadora del Oso de Plata al Mejor Director en BerlÃn y Premio Fipresci de la CrÃtica Cinematográfica a la Mejor PelÃcula de 2014, Boyhood narra la historia de Mason, que vive junto a sus padres y hermana en Austin, desde los cinco a los diecinueve. Hasta aquÃ, una pelÃcula de iniciación como cualquier otra. Pero Boyhood, que este jueves se estrena en la Argentina con el subtÃtulo Momentos de una vida, no es una pelÃcula de iniciación como cualquier otra, porque Linklater está obsesionado con filmar el tiempo real. En este caso, el crecimiento real del protagonista, al que filmó durante esos nueve años, a razón de tres dÃas por año.
âEs una pelÃcula de ficciónâ, aclara sin embargo el realizador de Waking Life (2011) y Escuela de rock (2003). âSon todos actores haciendo papeles, en base a un guión previamente escrito.â El protagónico lo hace Ellar Coltrane, que no tenÃa experiencia previa en cine. El de su hermana, Lorelei Linklater, que como el apellido indica es la hija de Richard, y también debuta aquÃ. Qué otro sino Ethan Hawke, su actor fetiche, podÃa hacer de papá, acompañado de una regresada (¡y bienvenida!) Patricia Arquette. De la relación entre lo real y la ficción, entre lo escrito y lo que se rueda, de su propia relación con los chicos y adultos que protagonizan Boyhood (y del paso del tiempo, claro) habla Linklater en la entrevista que sigue.
âEs todo ficción. Son todos actores. Lo documental es el crecimiento del protagonista a lo largo de la pelÃcula. Esa verdad biológica tiñe de alguna manera el conjunto del film, y yo me propuse que asà fuera, que la pelÃcula âse sintieraâ como un documental. Por más que haya en ella actores tan famosos como Ethan Hawke y Patricia Arquette.
âNo, los chicos no. Pero tuvieron que representar personajes, no es que los filmé âtal como sonâ. Fue como un proceso de fusión progresiva, entre ellos y los personajes. No les gustaba la ropa de Mason y Samantha, por ejemplo. â¡Yo nunca me pondrÃa esto!â, me decÃan. De a poco se fueron apropiando de los personajes, hasta que los personajes terminaron convirtiéndose en ellos. Para mÃ, al final son ellos, Ellar y Lorelei, no Mason y Samantha.
âExacto. ¡Actuaron en una pelÃcula durante doce años de su vida! De hecho, Ellar Coltrane filmó ya otra pelÃcula y apareció en comerciales de televisión.
âNo, en absoluto. Fue muy fácil trabajar con ella, el cine para ella es algo natural, ya que se crió en medio de rodajes. A Ethan Hawke, que hace del padre, lo conoce desde los nueves meses.
âNo, la idea vino primero. Hice un casting, elegà al actor que me pareció más adecuado y ahà empecé.
âArranqué con una idea general de la pelÃcula, sabÃa qué querÃa que les pasara a los personajes. Sobre todo a los adultos: mudanzas, cambios de empleo, divorcio. En cuanto al chico, tenÃa muy claro que querÃa filmarlo de los 5 a los 19 años.
âNo, eso lo iba escribiendo en el curso del año. QuerÃa aprovechar la ventaja de poder hacerlo, que normalmente no se tiene. Normalmente, hay que escribir el guión entero en un margen acotado de tiempo. Acá tenÃa doce años para desarrollarlo, y quise aprovecharlo. Es una pelÃcula que iba creciendo en el curso del rodaje: yo filmaba la parte correspondiente a los cinco años, pongamos, y después de filmar tenÃa un año entero para ver lo que habÃa rodado, montarlo y repensarlo. Eso fue muy beneficioso para la pelÃcula.
âMantenÃa o, pero no como parte de un plan, sino por el simple hecho de que somos vecinos y casi parientes. SalÃamos bastante seguido, Ãbamos al cine, a tomar un helado, charlábamos. Las circunstancias de su vida real no se parecen mucho a la del personaje.
âSon todas cosas muy vistas. Por otra parte, mi intención era que la pelÃcula funcionara como un libro de memorias: cómo uno se ve a sà mismo cuando mira hacia atrás. Y eso no necesariamente incluye todos esos âhitosâ que usted mencionó. La memoria sigue su propio curso.
âEn parte sÃ. No sólo de mi infancia, sino también de mi condición de padre. Pero más que algo estrictamente autobiográfico, es una suma de cosas que me ocurrieron, que tal vez podrÃan haberme ocurrido, que pensé que podÃan ocurrirme...
â... Da dos años de preproducción, si se suman todas las preproducciones âparcialesâ. Y otros dos años de posproducción. Eso, para un film independiente, es muchÃsimo tiempo. SÃ, sin duda que en términos de reunir al equipo cada año era un poco como empezar de cero otra vez. Eso, doce veces. Pero a la vez cada año nos sentÃamos más a gusto con el proyecto. Volver a juntarnos para filmar esa pelÃcula que a todos nos gustaba, vernos las caras otra vez, sentir que Ãbamos creciendo juntos... Sobre todo en la segunda parte de la pelÃcula, y creo que esto tiene que ver con la maduración de los chicos. En un momento dado habÃan dejado de ser niños y ya se comportaban como seres independientes. Y eso era muy excitante de compartir.
âTres dÃas. Para filmar esos tres dÃas tenÃamos que hacer el mismo esfuerzo de preproducción que para los treinta a sesenta dÃas que suele durar una pelÃcula ânormalâ.
â¡Traté de que no lo hubiera! (Risas) Lo que más me importaba era poder mantener la continuidad, a través de todo ese tiempo. Y eso incluye lo visual, el estilo: tenÃa que mantenerlo coherente de principio a fin, y para que fuera coherente era necesario que yo no evolucionara como cineasta.
Traducción, edición e introducción: Horacio Bernades.
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