âDespués del petróleo, el negocio más próspero en Venezuela es alisarse el peloâ, bromea la venezolana Mariana Rondón, directora de Pelo malo. Su tercer largometraje despertó tanta fascinación en los festivales internacionales por los que circuló como grandes discusiones en la sociedad venezolana. âEl pelo malo es el pelo de la raza negra, pero en Venezuela y en gran parte del Caribe estamos tan mezclados que al pelo malo lo tiene todo el mundo, sea blanco, mulato o negro. El mestizaje es grandÃsimo. Entonces, es un gran negocio alisarse el peloâ, explica la directora acerca del sentido del tÃtulo de la pelÃcula que se estrena hoy en Buenos Aires. âClaro que por el machismo caribeño y la necesidad de la cultura militar tan fuerte en Venezuela es muy mal visto que un hombre se alise el pelo. Por eso es el punto de quiebre de la pelÃculaâ, reconoce esta cineasta, también artista electrónica que trabaja en el mundo de la robótica desde un lugar abstracto y que, sin embargo, abordó Pelo malo desde una mirada más realista. En la ficción, el que está obsesionado con alisarse el pelo es Junior, un niño de 9 años que vive con su madre desempleada y que quiere no solamente salir distinto en la foto de la escuela sino también parecerse a un cantante. Pero su madre sospecha que Junior tiene una tendencia homosexual. Y no le gusta nada la idea. 4s4l6g
Pelo malo tuvo un amplio recorrido por festivales internacionales, que incluyó, entre otros, los de Toronto, Tesalónica, Mar del Plata, Viña del Mar y San Sebastián, donde obtuvo la Concha de Oro a la Mejor PelÃcula. Este premio significó una gran proyección internacional del film, pero la directora sostiene que antes estuvo en Toronto y la primera proyección de la pelÃcula funcionó muy bien. âAl salir de esa proyección, que fue a la mañana, para la tarde ya habÃamos hecho muchas ventas, se habÃan agotado las entradas para las otras funciones. Se corrió muy rápido la voz y la pelÃcula también estaba seleccionada para muchos festivales en ese momento. Pero, sin lugar a dudas, la Concha de Oro iluminó la salida internacional de Pelo maloâ, agrega Rondón.
âSe trata de una historia doméstica anclada en un contexto social. ¿Quiso señalar que lo social influye en la intimidad familiar?
âSÃ, creo que es inevitable. Y estuve trabajando mucho tiempo en cómo somos también un reflejo del contexto. Hay una situación polÃtica crispada, hay una polarización muy fuerte y eso inevitablemente tiene un reflejo en la familia, los amigos, los amantes. Se ve cotidianamente.
âUsted señaló que la pelÃcula âes un tratado sobre el respeto al otro o a la diferenciaâ. ¿Es una crÃtica a la sociedad venezolana?
âLo hice pensando en Venezuela. Lo que es seguro es que se me volvió muy universal. En cada lugar donde la presenté resultó eso: muy universal.
â¿A qué lo atribuye?
âA cómo anda el mundo, ¿no? Creo que el mundo necesita de un respeto a las diferencias y a la posibilidad de convivir sin tener que pensar igual ni ser iguales.
â¿La homofobia es un ejemplo para hablar de la intolerancia a otros niveles y en otros aspectos?
âSÃ, por supuesto. Creo que hace un espejo de muchas otras debilidades que tenemos como sociedades: el racismo, la polÃtica... Pero sobre todo busqué centrarme en el respeto a las diferencias. Me ha pasado que en cada lugar donde se proyecta empieza a surgir la necesidad de respeto a las diferencias de cada espacio. En Estambul, la discusión sobre la pelÃcula se concentró en polÃtica, fundamentalismo y religión; es decir, cómo se combinaban las tres. En Washington, donde hubo una proyección para público negro, era sobre el racismo. En proyecciones donde el público era fundamentalmente homosexual, la homofobia y la sexualidad eran los temas fundamentales.
â¿En Venezuela lo que más pegó fue el tema del conflicto social interno?
âNo, creo que también la relación entre esa madre y ese hijo fueron fundamentales en lo que el espectador venezolano estaba recibiendo. Pero también que el contexto social y polÃtico jugaba un papel.
â¿Cree que la violencia social es producto de la polarización polÃtica que usted mencionaba?
âNo necesariamente. Es una más de las caracterÃsticas que está teniendo esa sociedad.
â¿Y a qué atribuye la violencia social?
âA muchÃsimas cosas. Como, por ejemplo, el no respetar las diferencias. Volvemos ahÃ.
âEs el núcleo.
âEs el núcleo y lo que marca el eje de referencia para esa sociedad. Estamos como atrapados dentro de la violencia. Hay una violencia intrÃnseca de un paÃs desde siempre y cada vez busca más formas de violencia.
â¿Considera que la familia es el primer ámbito donde se debe aprender el respeto por los demás? ¿Por eso sitúa la historia en un ámbito familiar?
âSÃ. Y también es el primer lugar donde puedes ser herido para el resto de tu vida. Por eso también trabajé en esa edad.
â¿Eligió también un niño para reflexionar sobre la identidad desde un aspecto lúdico o sólo por cómo la violencia puede marcar a un ser humano desde la infancia?
âLas dos cosas. Generalmente trabajo con niños. Entonces, el mundo infantil y lúdico es muy importante para mà como persona. Creo que no termino de crecer. Y me siento cómoda en el mundo infantil y en la magia que puede tener el mundo infantil, pero también por lo que dije recién: es el momento donde esas heridas se pueden hacer irreversibles.
âMás que de una violencia fÃsica, Pelo malo habla de una violencia psicológica.
âCuando empecé a trabajar en esta historia, lo primero que hice fue salir a recolectar gestos y miradas. Trabajé mucho tiempo en la calle viendo los gestos y las miradas de violencia que podÃa conseguir cotidianamente. Pueden ser pequeños pero también infinitos. Ni siquiera llegué a la violencia fÃsica y, sin embargo, esa violencia de gestos y miradas puede llegar tan profundamente.
âEn ese sentido, la pelÃcula se basa más en miradas que en diálogos.
âAbsolutamente. Además, la pelÃcula habla de las miradas, de la posibilidad de que me veas, de verte y de reconocerte y de que me reconozcas. Y también del reconocerte a ti mismo frente a un espejo: qué te gusta de ti, qué no te gusta, cómo buscar tu propia identidad. Ver el pelo malo me servÃa de metáfora para entrar en esa intimidad y de la construcción de esa identidad.
âUsted señaló que la madre del niño âno tiene miedo de que sea homosexual sino que tiene miedo de que no sea heterosexualâ. ¿Cuál es la diferencia que quiere marcar con esto?
âUn poco porque los prejuicios de la madre son también muy fuertes y surgen del contexto. Son los mismos prejuicios que seguramente ella ha recibido para sà misma. La actitud que ella tiene y lo que quiere que su hijo aprenda es lo que ella misma hace. Ella se sabotea, se escamotea su propia sensualidad, su sexualidad. Y le pide al hijo que sea como ella.
â¿Cómo es el trato a los homosexuales en Venezuela?
âSe ha hablado mucho de los derechos civiles, pero no existe ninguno. Se dice: âVamos a hacer y tendremos...â. Pero no. En muchos casos, los polÃticos ây sobre todo los del poderâ han usado la homosexualidad como un arma contra cualquiera que se les oponga, acusándolo de homosexual. Eso marca un poco la conducta social de ese paÃs y de esa sociedad.
â¿Es discriminatoria la sociedad venezolana con los homosexuales?
âSÃ, sà lo es.
âDe todas maneras, la homofobia y la intolerancia no son caracterÃsticas únicas de la sociedad venezolana.
âTotalmente. Antes decÃa que Pelo malo se me ha devuelto como una historia universal. Y también, más preocupante de lo que yo pensaba. Después de cada función en cualquier lugar del mundo siempre hay alguien en la sala que termina hablando sobre cómo eso lo ha golpeado y lo ha herido. Y en este caso se ha sentido reflejado como espectador.
â¿Cree que la pelÃcula abrió un debate inexistente hasta el momento de su estreno en Venezuela?
âOjalá. TodavÃa no estoy segura. Es verdad que muchÃsima gente ha escrito, que muchÃsima gente ha usado a Pelo malo como un referente para poder hablar de muchas cosas, pero todavÃa es temprano para medirlo. Pelo malo acaba de salir de cartelera: estuvo cinco meses. A la salida de los cines, la gente discutÃa y se peleaba por la pelÃcula. Y, en ese sentido, sà se cumple la idea de poder hablar y reflexionar sobre todos los temas que hay dentro de la pelÃcula.
âSi bien establece una crÃtica a ciertos mensajes desde el poder, que usted haya podido filmarla también habla bien de la libertad de expresión en Venezuela. ¿Cómo lo observa?
âOjalá. En realidad, lo complejo en relación con la libertad de expresión y con el poder es que cuando hice un comentario, ni siquiera apasionado sino que fue casi como un análisis, fui bastante atacada por el poder. Mucha gente dijo que no se me debÃa dar dinero, aunque no es el Estado el que me da el dinero. En el sistema venezolano el dinero es parte del impuesto que pagamos todos los que participamos en el medio audiovisual. Pero un poco lo que se pedÃa era que a gente como a mà no se le debÃa dar dinero. Entonces, sà hay una libertad de expresión, pero no sé en qué medida me afectará o no ahora.
âBueno, ¿cómo analiza la cantidad de producciones latinoamericanas que circularon y de las cuales muchas de ellas fueron premiadas, como la suya, en los festivales internacionales? ¿Cree que hay un boom del cine latinoamericano en los últimos años?
âNo sé si es un boom; hay una madurez en el cine latinoamericano. Hay una capacidad de estar muy bien parado en cualquier lugar del mundo. Y lo más interesante para mà es mostrar sus diferencias. Latinoamérica no es un bloque cerrado. Y lo que tiene más bonito y más interesante es que podamos mostrar nuestras diferencias. No tiene nada que ver una pelÃcula hecha en el Caribe con una pelÃcula argentina. Y eso es genial. Es genial que podamos mostrar lo distintos y ricos que podemos ser en nuestras filmografÃas.
â¿Se puede decir que en Venezuela el cine es una industria o es exagerado?
âNo, en Venezuela el cine no es una industria. Sà estamos teniendo un muy buen momento. Tenemos una ley de cine por la que se luchó durante treinta años. En medio de la polarización polÃtica que no se aprobaba ninguna ley en el Congreso, de repente llegaron los cineastas con la ley de cine. A los congresistas de un lado y del otro no les pareció mal ponerse de acuerdo en algo. Y se aprobó la ley de cine. Gracias a eso, tenemos este sistema de impuestos que pagamos toda el área audiovisual y eso nos permite tener un buen pozo de dinero para concursar. Después, a la hora de distribuir tenemos garantizadas dos semanas de permanencia en sala. Eso ha ocasionado que el boca a boca sea grande, que las pelÃculas resistan y, además, hagan muy buenos números. Este año, por primera vez en 27 años, Venezuela está logrando una audiencia record del cine nacional.
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