Entre las fantasÃas que el positivismo le dejó al mundo están los instrumentos mecánicos. Y si bien la pianola fue, por su función, más un antecedente del tocadisco que una derivación del piano, entra en una serie junto a la panarmónica para la que Beethoven concibió inicialmente su Victoria de Wellington, y los orquestriones que, a comienzos del siglo XX, permitÃan que un solo intérprete accionara fuentes sonoras diversas, mediante sistemas neumáticos (el aire pasaba por rollos perforados y accionaba teclas y pistones). Pat Metheny llamó a su último disco Orchestrion, y es que lo que aparece allà no es ni más ni menos que la versión actual de aquellos inventos tocada, desde ya, por el mismo que hace unos treinta años inauguró el synclavier y comenzó a tocar, desde su guitarra, sonidos que una guitarra jamás habÃa tocado con anterioridad. r6g1p
El álbum, publicado por Nonesuch âun subsello de Warner que se dedica a lo más granado de la música norteamericana, desde John Adams a Frisell, Metheny, Laura Veirs, Wilco o Laurie Andersonâ, incluye un ilustrativo (y profusamente ilustrado) folleto donde se muestran fotos de los âorchestrionicsâ utilizados âese es el nombre que les da el guitarristaâ y notas donde éste explica la naturaleza de su proyecto. Metheny agrega, a su versión tecnológica del âhombre orquestaâ, el sonido de su guitarra como âcomponente improvisadoâ. El resto de lo que suena, accionado por Metheny sin necesidad de desplazamiento. âCon una guitarra, una lapicera o un teclado soy capaz de crear un marco compositivo detallado o un espontáneo desarrollo improvisadoâ, dice Metheny.
Los timbres que el guitarrista dispara desde su cabina de control son ây él pone énfasis en elloâ acústicos. En rigor, el único sonido electrificado es el de su guitarra. Pero, más allá de la novedad ây la rarezaâ y del futuro que Metheny le augura, lo que importa es la música. Al fin y al cabo a quien escucha le importa bastante poco cuántos son los que están tocando. Y en ese aspecto el proyecto sale airoso. Esa mezcla de minimalismo pasado por el country, por escalas y estrategias compositivas e improvisatorias del jazz, y por un contrapunto minuciosamente construido, que caracteriza lo mejor de Metheny, está presente en Orchestrion. Un poco a la manera del brillante The Way Up, los distintos instrumentos entretejen una especie de intrincadÃsima red que funciona mucho más por la interrelación de sus elementos que por el valor de las partes individuales. Hay, sÃ, abundantes detalles de color, acentuaciones sorpresivas y, sobre todo, eso que Metheny ha convertido en uno de sus sellos: la difÃcil construcción de algo que se escucha con la máxima facilidad. El tema que da tÃtulo al disco, con resabios de aquel Electric Counterpoint que Steve Reich habÃa compuesto para él, âEntry Pointâ, una balada exquisitamente melancólica donde el guitarrista pone en juego su sentido melódico, y âSoul Searchâ se destacan dentro de un disco sumamente parejo en que la calidad de la grabación y el nivel de la producción están lejos de ser datos menores.
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