Tutu fue el disco que hizo que muchos que jamás habÃan oÃdo a Miles Davis lo descubrieran y amaran. Y fue también el disco por el que quienes lo conocÃan de antes, y se sentÃan obligados a demostrarlo, lo odiaron. Las decisiones y los cambios estéticos se medÃan en términos de fidelidades y traiciones. Y ese álbum en particular, cuando se publicó, en 1986, concitó las mejores y las peores crÃticas. âTutu muchâ, tituló The Guardian, en un juego de palabras que significaba âes demasiadoâ; y The New York Times dictaminó: âCon sus sonidos a la moda, Tutu suena curiosamente fechadoâ. Otros saludaron con algarabÃa la entrada de Miles en el nuevo mundo y, mientras tanto, el disco vendió 350.000 unidades en los primeros tres meses. La imprescindible y ejemplar reedición que Warner acaba de publicar, con el agregado, en un segundo CD, de la grabación âinédita hasta ahoraâ de la actuación en el Festival de Niza de julio de ese año, donde Miles tocó gran parte del material del disco, permite escucharlo por fuera de las posiciones de barricada y comprobar cuánto de Tutu trasciende a su época y a las polémicas de entonces. Al fin y al cabo, pasaron veinticinco años y, en escala, hoy la modernidad de los â80 es tan antigua como el be-bop. Y la escucha demuestra que, más allá de la opinión de los puristas, Tutu no es sólo uno de los grandes discos de Davis sino uno de los grandes discos a secas. La tensión entre la trompeta con sordina y el magma electrónico de Marcus Miller, que tocaba casi todos los instrumentos âse agrega por allà George Duke y, también, el violÃn eléctrico de Michal Urbaniakâ, es formidable. La potencia de un tema como el que da tÃtulo al álbum o el extraño, oscuro romanticismo de âPortiaâ bastarÃan para señalar su excepcionalidad. La reedición, fabricada en la Argentina, tiene una hermosa presentación e incluye un completo folleto con notas de Ashley Kahn. Producido por Tommy LiPuma, Tutu es, como todo gran disco, a la vez un objeto musical y un concepto. Situarlo en una discusión sobre los lÃmites de un género es tan mezquino como inapropiado porque precisamente por afuera de cualquier frontera estilÃstica logra plasmar una idea de coherencia impactante. La versión en vivo, por su parte, no le va en saga, con un grupo en el que se destacan Bob Berg en saxo y Robben Ford en guitarra. 2p6x34
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