Anaconda mata Daktari; piraña mata Tantor; Amazonas mata Africa. El reciente estreno en la señal SyFy de Piranhaconda, un thriller selvático celosamente berreta, producido por Roger Corman, sobre una absurda bestia mitad anaconda, mitad piraña, parece confirmar una tendencia: que la industria del entretenimiento, en forma progresiva, ha empezado a descreer de los paisajes africanos como meca del horror selvático y, desde hace algún tiempo, opta por apuntar sus machetes, sus rifles y âfundamentalmenteâ sus guiones hacia las âtemiblesâ criaturas oriundas de la jungla sudamericana. Lo que resulta toda una novedad histórica. u5n6k
Es que desde la Roma imperial, con la captura de cuadrúpedos del Africa para roles ¿secundarios? en el Coliseo, hasta el Imperio Británico, con las aventuras periodÃsticas/proto-coolhunting de Henry Stanley y el explorador David Livingstone, los misterios de la jungla africana han servido de pasto para la pingüe diversión y el sano espanto de las sociedades de consumo de los paÃses occidentales. Y Hollywood supo sumarse rápido al safari del espectáculo: ya desde los dÃas de las pantallas en blanco y negro, la selva âhostilâ de Africa fue la escenografÃa savage del Tarzán de Edgar Rice Burroughs. Y la fauna africana inspiró la aberración primate de King Kong (el gorila, cualquiera sea su tamaño, es una especie originaria del querido negro continente).
Acaso por su cercanÃa geográfica con Europa, las junglas de la cuna del Homo sapiens han sido históricamente las favoritas para los shows occidentales de impronta tropical. Pero Piranhaconda sugiere que han llegado los 15 minutos de fama selvática del Amazonas y sus frondosos alrededores. Con el legendario Corman como productor ejecutivo, y con el ex monstruo de Tarantino Michael Madsen, en el rol protagónico âcon sombrero de explorador y todoâ, esta pieza pensada para TV propone una bestia hÃbrida a partir de anacondas y pirañas, dos vedettes cinematográficas de la fauna nativa amazónica que ya contaban con sus propias pelÃculas âsolistasâ. El pequeño pez con dentadura de alfiletero y patoteros ataques en cardumen asustó en 1978 con Piraña, de Joe Dante, y tuvo versiones más recientes como Piranha 3D, de 2010, en la que participaron Elisabeth Shue, Richard Dreyfuss y hasta el doc ây vendedor de electrodomésticosâ Christopher Lloyd. Por su parte, el oblonguÃsimo ofidio amarillento supo asustar a Jennifer Lopez y a Owen Wilson en Anaconda, de 1997, y desde entonces se permitió desovar Anaconda 2 y Anaconda 3, esta última con David Ha-sselholf (no en el papel del reptil, claro). El furor por las junglas de América también alcanza a The River, la serie-thriller de Steven Spielberg que se ve por AXN y transcurre, precisamente, en los riachos oscuros de la cuenca amazónica. Y viene el caso recordar que Jurassic Park transcurrÃa en una selvática isla costarricense (aunque allà lo importante no era de dónde eran las bestias temibles sino de cuándo eran).
Quizás hoy al consumidor de pochoclo de a pie los paisajes tropicales americanos le resulten más salvajes que cualquier otro. Africa tal vez ya no remita a junglas insondables y a animales feroces sino a pobrezas insondables y a situaciones sociales feroces. Acaso la selva africana, tras tantas noticias de desertificación y ayuda humanitaria, de pronto parece tan poco indómita que hasta el septuagenario rey de España la usa como polÃgono de tiro contra elefantes.
Según esa idea, es de esperar que lleguen más rodajes basados en joyas de la fauna sudamericana como Yaguareté asesino, Yacarefobia u Oso Hormiguero Attack. Y asÃ, hasta que les llegue el turno a los animalitos de las selvas de Asia y OceanÃa.
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