Desde el estreno de su primera temporada, en 1995, Caiga quien caiga supo abrir un debate en el medio sobre si se trataba de un programa de humor o uno periodÃstico. La cuestión sobre el género en el que encajaba el ciclo producido por Cuatro Cabezas continuó durante todos estos años, encontrando en el armado de ternas para premios de la pantalla chica distintas variantes. âPeriodÃstico-humorÃsticoâ fue la sÃntesis que se encontró para dar cuenta del programa conducido por los hombres de negro. La discusión, en esta temporada 2013, parece haberse zanjado: la flamante versión de CQC en El Trece es casi definitivamente un programa de humor. Bajo la conducción de Roberto Pettinato, acompañado por Clemente Cancela y Diego Iglesias, el formato diario de CQC (lunes a jueves a las 23.45, viernes a las 22.30) lejos parece estar de aquella versión original que irrumpió en la pantalla chica a fuerza de transgresión y acidez. 4r6t6a
El regreso de CQC a la pantalla de El Trece después de ocho años, tras sus pasos por Telefe y América, habÃa generado múltiples expectativas. En primer lugar, porque por primera vez en su historia el ciclo periodÃstico-humorÃstico dejaba de ser el âresumen semanal de noticiasâ para pasar a ser un âresumen diario de noticiasâ. El otro aspecto que atraÃa la atención era que âtambién por primera vezâ CQC no iba a contar en pantalla con ninguno de los conductores originales, ya que Juan Di Natale âel último mohicano del formato insignia de Eyeworks Cuatro Cabezasâ no iba a ser de la partida. La llegada de Pe-ttinato al centro del escritorio, con su particular estilo, era también una novedad que generaba intriga. Si a todas estas modificaciones se les suma el posicionamiento polÃtico que el ciclo iba a tomar en un año electoral y en una pantalla que juega fuerte en la contienda, no eran, entonces, pocas cosas las que CQC ponÃa en juego para su temporada número 17.
Con una semana al aire, la sensación que queda en el televidente que supo disfrutar de todas las épocas del programa es que CQC, como se dijo, es que es más un programa humorÃstico que periodÃstico. Si en otra época el ciclo tuvo como sello distintivo el cuestionamiento a las instancias de poder âpolÃticas, económicas y/o socialesâ, la temporada 2013 es el último eslabón en el proceso evolutivo hacia el humor que paulatinamente fue encarando el programa, cuya tendencia light habÃa endulzado paulatinamente sus contenidos. âEl programa que se rÃe de la gente que se rÃe de vosâ, el slogan con el que Pettinato abre cada emisión, parece tratarse de una mera declamación que no se condice con lo que el programa termina presentando.
Los ejemplos sobre la ausencia de cuestionamiento âalma mater de CQCâ son muchos. En el primer programa, por caso, Gonzalito RodrÃguez viajó hasta el Vaticano y cuando estuvo frente al Papa lo único que le sacó fue un saludo para los hinchas de San Lorenzo, club del que Jorge Bergoglio es confeso hincha. Además de haberse tratado de un informe âviejoâ, por el momento de emisión, sorprendió que el tour del cronista por el Vaticano haya buscado más el chiste âincluso idiomático, algo que repitió en informes posterioresâ que algún tipo de cuestionamiento a la Iglesia Católica. Lo mismo sucedió, por ejemplo, con la nota que Iglesias le hizo a Joe Arpaio, el sheriff de Phoenix acusado de reiteradas violaciones a los derechos humanos âprincipalmente a inmigrantes presos por cruzar la fronteraâ, al que llamativamente el programa le dio una mirada âsimpáticaâ, haciendo foco en lo âexcéntricoâ, más que condenatoria al accionar inhumano de su gestión.
Más allá de la evidente decisión de la producción de volcarlo hacia el humor, lo cierto es que CQC parece haber perdido su espÃritu por otras razones complementarias. La irrupción de Pettinato como conductor, proclive a volar por su propia cuenta, hace que el programa vea herido su principal protagonista: el formato. Si CQC logró una vital trascendencia en el mundo gracias a la potencia de su formato (con versiones en distintos paÃses, desde Brasil y Chile hasta Italia y Portugal), Pettinato parece haber tomado demasiado protagonismo, corriendo el riesgo de hacerle perder ritmo al ciclo. La autorreferencialidad mostrada en los primeros capÃtulos sólo alcanzó sentido en la divertida apertura, en la que el humorista se reÃa de sà mismo, a partir de la participación de distintos famosos que rechazaban la conducción del programa. Con el correr de los dÃas, CQC parece enfrentar el riesgo de transformarse en el programa de Pettinato. En ese estilo de conducción, tanto Cancela como Iglesias quedan deslucidos, limitándose a un rol menor.
El hecho de que ahora se emita diariamente también resulta perjudicial al ciclo. El impecable trabajo de edición, montaje y posproducción, sello indiscutido de CQC a lo largo de los años, se vio notablemente afectado en el nuevo formato, disminuyendo su protagonismo. Hoy, los informes de CQC podrÃan ser âen su mayorÃaâ los de cualquier periodÃstico de la TV argentina. En esta nueva era, la cuota de crÃtica y desparpajo histórica se limita exclusivamente a lo que pueda hacer Martina Pose Soto, la rubia notera que sabe ser aguda cada vez que toma el micrófono. Manteniendo la siempre interesante âProteste yaâ y sumando otras que poco aportan (âTwitter deliveryâ, prestada del late night de Jimmy Kimmel en EE.UU.), CQC encara una nueva temporada con el peso de toda su historia televisiva. El problema es que, por lo mostrado hasta ahora, al programa periodÃstico-humorÃstico sólo le queda su nombre.
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