No hay modo más básico de poner en escena la rivalidad entre hermanos que enfrentarlos en un ring, a trompada limpia. A trompada, patada y toma, en este caso. Porque la cosa va aquà de âartes marciales combinadasâ, en las que el box se fusiona con el judo y el kickboxing. Artes marciales combinadas es lo que practican Brendan Conlon y su hermano Tommy, que renunció al apellido paterno para adoptar el materno, consumando su ruptura con el padre maltratador y el hermano mayor, que mientras él estuvo en la guerra no tuvo mejor idea que casarse con su novia. El sello AVH acaba de lanzar Warrior âsumamente elogiada por los crÃticos estadounidenses, tal vez en excesoâ, con el tÃtulo La última pelea. u32h
El drama pugilÃstico suele servir como envase o metáfora para esta clase de rivalidades fraternas, que en ocasiones anteriores se mantenÃan al borde del ring. Tanto en Toro salvaje como en la más reciente The fighter (2010), el hermano mayor, tras fracasar en su carrera de boxeador, entrenaba al menor, que resultaba mejor púgil, generando el inevitable rencor y consiguiente entripado. Warrior retoma la tradición, pero ahora con los hermanos cara a cara y el padre ocupando el lugar que en las anteriores era del primogénito. âHace mil dÃas que no tomoâ, recuerda entre lágrimas el ex boxeador Paddy Conlon a sus hijos, rogándoles perdón por los pecados cometidos. No lo logra. A lo único que accede Tommy es a tomarlo como entrenador para combatir en Sparta, algo asà como el mundial de las artes marciales combinadas, que se celebrará en Atlantic City en poco tiempo más. ¿En qué fecha? El 4 de julio, faltaba más.
Al mismo tiempo âcasualidades del cineâ, Brendan también comienza a entrenar para Sparta. Casado y con una hija, las deudas lo deciden a subir al ring: Brendan es profesor de FÃsica en un colegio secundario, y parece que tampoco en Estados Unidos la docencia es un gran negocio. Marine recién regresado del frente iraquÃ, Tommy es héroe de guerra. O eso es lo que los medios interpretan de cierto episodio en el que rescató a la tripulación de un tanque hundido. Aunque tal vez las cosas no hayan sido tan asÃ. Tanto él como Brendan son dos underdogs, dos âtapadosâ, sin el menor antecedente pugilÃstico. Pero el premio es tentador: cinco millones de dólares para el ganador. Y los antecedentes ayudan. Los antecedentes cinematográficos, que determinan que el candidato con más chance es siempre el underdog. Queda por ver, en tal caso, cuál de ambos tapados oirá en pie el campanazo final.
Dirigida por Gavin OâConnor (que pasó del indie de Tumbleweeds al melodrama policial-familiar de Código de honor), Warrior es como un concentrado de todas las fórmulas posibles. El ring como arena del combate vital, el campeonato en el que compiten sólo los mejores, la disputa para ver quién de ellos la tiene más larga, el suspenso de la definición, las dosis de culpa y redención y, claro, el tocazo de plata: en Estados Unidos, plata y redención van juntas. Si alguna verdad contiene esta pelÃcula, hay que buscarla en sus actores. A Tommy lo interpreta el musculoso Tom Hardy, que ya habÃa hecho de boxeador en Bronson (2008, lanzada aquà en DVD hace unos meses), acaba de hacer del villano Bane en la última Batman y filma en este momento la remake de Mad Max. A Brendan lo hace el australiano Joel Edgerton, menos conocido pero magnÃfico, y Paddy Conlon no es otro que el gran Nick Nolte, a quien tal vez nunca se vio tan hecho trizas, tan abrumado, tan roto por dentro. Las escenas entre los tres tienen una intensidad, una carga de verdad, un tempo que hace olvidar las fórmulas, forzamientos y manipulaciones dramáticas que las circundan.
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