Es conocida la pasión de Samuel Beckett por la música. No sólo era un pianista dotado y un concurrente asiduo a las salas de conciertos, sino también alguien preocupado e interesado por la construcción de la música. En 1937, en una carta dirigida a su amigo Axel Kaun, Beckett le transmite su necesidad de llevar al campo de la literatura lo que la música ya habÃa logrado incorporar como parte de su lenguaje: pausas y silencios. Beckett fue interesándose progresivamente tanto por el sonido y el ritmo de las palabras como por lo que ellas significaban. Personajes como Winnie, Krapp o Vladimir cantan. Al avanzar su producción, muchos de ellos están inmóviles o con serias dificultades para moverse y en algunos casos son tan sólo una voz. 5n1h2
En Palabras y música, esta preocupación por lo musical adquiere una dimensión singular: transforma a la música en un personaje. Una idea sencilla pero genial, que lo lleva a fungir como un compositor que debe imaginar para la música un comportamiento que refleje la relación con los otros personajes de la obra. Aparecen asà las precisas instrucciones con las que Beckett guÃa el trabajo del compositor real, que debe finalmente escribir la música. El crÃtico George Wellworth observa: âNinguna de las obras de Beckett sigue la ortodoxia literariaâ. Lo mismo podrÃa decirse acerca de Morton Feldman, aquel cuya música se encuentra más cercana a la obra del escritor irlandés.
La pieza radiofónica Palabras y música fue escrita en 1962 y tuvo un estreno fallido. La música que habÃa compuesto para esa oportunidad John Beckett, primo del escritor, no satisfizo a ninguno de los dos. Cuando en 1977 Morton Feldman estrenó en Roma la ópera Neither, sobre un texto de Samuel Beckett, este último propuso a Feldman como el compositor ideal para una nueva versión de Palabras y música, que se estrenarÃa en 1987.
La obra requerÃa breves y aforÃsticos comentarios musicales, lo que resultó un gran desafÃo para el compositor que, por aquellos dÃas, se embarcaba en la composición de obras extremadamente extensas. Después de casi un año de trabajo, Feldman culminó la partitura, consistente en treinta y tres fragmentos escritos para un ensamble de dos flautas, trÃo de cuerdas, piano y vibráfono. Una música particularmente dirigida y compacta, como si se pusiera en un pequeño envase a esas grandes superficies sonoras caracterÃsticas de sus últimas producciones. En esta pieza hay también una inmensa retórica, que subordina su instinto musical a lo que el sentido dramático de Beckett pide con precisión en la obra. Palabras y música se desdobla y se desarrolla con maravillosa claridad. En este punto, es oportuno recordar âen palabras de Feldmanâ su encuentro con Beckett, a propósito del pedido de un texto que finalmente serÃa el libreto de la obra Neither: âCuando me encontré con Beckett y le comenté que tenÃa una comisión de la Opera de Roma y que querÃa hacer algo con alguno de sus textos, él me comentó que odiaba la ópera... âYo también â-le respondÃâ, raramente voy a la ópera.â âAdemás âme dijo élâ no me imagino mis palabras puestas en música.â Y yo le respondà algo que era absolutamente cierto: que si bien habÃa escrito bastante música vocal, en ninguna de las obras se pronunciaba palabra alguna... âEntonces, ¿qué es lo que usted quiere hacer?â, me preguntó Beckett. Le respondÃ: âNo tengo la menor idea...ââ
* Músico, compositor, director de la Fundación Ceamc y del ciclo de conciertos de música contemporánea del TSM.
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