Bajo los frÃos números, el candor de una herbácea tradición: de los treinta y un millones de litros de fernet que se consumen anualmente en la Argentina, lÃder mundial de la especialidad, casi un tercio riega gargantas cordobesas. No es de extrañar, entonces, que ese néctar negro esté a la orden del dÃa en una pelÃcula ideada y facturada en aquella provincia. Más aun cuando los enredos policiales y amorÃos interclasistas que plantea De caravana, la feliz ópera prima de Rosendo Ruiz a estrenarse hoy en Buenos Aires, se enclavan en la cultura popular local. Esa geografÃa garantiza, además, las presencias estelares del cuarteto y el humor. Para lo primero, ni más ni menos que Carlos âLa Monaâ Jiménez. âEs un fenómeno de contención social, una válvula de escape para gente que vive bastante marginada. Ellos encuentran en él a un artista que les devuelve sus historias en las letras y les regala mucha festividad y aireâ, razona el realizador ante este diario. Para lo segundo, un oÃdo atento al rumor de la calle y una forma de trabajo regida por la intuición de los actores. âLos diálogos estaban escritos, pero si ellos sentÃan que sus personajes querÃan decir algo más, tenÃan la libertad de hacerlo. Y si no funcionaba, hacÃamos una retomaâ, complementa. 6u185r
Sanjuanino de nacimiento y cordobés por adopción âvive allà desde los catorce añosâ, Ruiz no sólo es licenciado en cine, sino también comerciante gastronómico. âEl local de comidas es un negocio familiar. Encontré la forma de articularlo con el cine hace cinco años, cuando puse un cine-bar con mi esposa (Inés Moyano, productora del film). Es un lugar al que amo mucho porque siento que fue una escuela. Antes veÃa pelÃculas pero no tantas como ahora; eso fue muy enriquecedor. Yo digo que mi profesión es el cine y mi oficio es el de gastronómicoâ, asegura. Fue justamente en ese local donde recaló un joven del interior de la provincia, amante del baile y de la noche. La relación laboral devenida en amistad traccionó al dúo a un recital de La Mona. El impacto de la grey cuartetera y su folklore le sirvieron a Ruiz de inspiración para Soy Talleres, un corto que nunca filmó pero que varios años después operarÃa de base para De caravana. âLa Mona la tiene muy clara: dice que su función en este mundo es cantarles a los más olvidados y darles dos o tres horas de felicidad por semana haciéndolos bailar, saltar, transpirar y divertirse. Ellos transpiran las penas porque bailan historias terribles a un ritmo frenético. La Mona ocupa un lugar más que musical; es casi social. La gente hace mucha catarsis con él, es una movida energética y humana muy fuerteâ, explica.
â¿Fue complicado lograr su participación?
âEl vÃnculo viene desde hace tiempo. Justo cuando conocà lo que era el baile empecé a compartir un grupo de teatro con su hija Lorena, que también actúa en la pelÃcula. Para el rodaje fue más difÃcil porque tenÃa una agenda muy apretada y era bastante complicado llegar a él. Recién un mes y medio antes de empezar pudimos sentarnos para ver qué temas Ãbamos a usar y cómo Ãbamos a filmar. Pero una vez que se comprometieron, él y su gente fueron muy responsables. Incluso cuando filmamos en los recitales pudimos ir más temprano para que la iluminación de esa noche fuera distinta. También él cortó varios temas para empezar de nuevo y que la toma quedara bien.
âLa trama avanza en tono de comedia, aunque también está presente el conflicto clasista entre los protagonistas. ¿Cómo trabajó esa dualidad?
âCon mucho riesgo, porque no sabÃamos qué iba a pasar. La única experiencia era la de un mediometraje previo, Una manga de negros, un trabajo más oscuro y con menos humor. SentÃa que la veta era poder equilibrar la cuestión dramática con el humor, algo muy propio del espÃritu cordobés. También era riesgoso porque quizás algún actor podÃa plantarse: era una pelÃcula con planos largos a la que no se le iba a dar ritmo en la edición, con situaciones bastante dramáticas y tensas salpicadas con momentos de humor. Fue aceptar un riesgo; yo no sabÃa qué iba a salir. Sà tenÃa ciertas pautas que no querÃa torcer, como la forma de filmar o la idea de vincular lo dramático y lo cómico.
â¿Cuánto hay de real en los prejuicios del protagonista y de su entorno?
âCreo que hay una parte de la población cordobesa bastante prejuiciosa y conservadora. Ahora La Mona está un poco más de moda, pero para muchos es un negro grasa al que miran con el rabillo del ojo. Igual antes era mucho peor con el cuarteto; ni siquiera dejaban tocarlo en la ciudad, y si lo hacÃan era para gente de clase muy baja. De hecho, La Mona cuenta que no lo dejaban entrar en restaurantes ni en negocios. Ahora me parece que hay una apertura, pero también se mantiene la cuestión clasista.
âDe caravana se estrenó en Córdoba a fines de mayo. ¿Cómo fue la reacción del público cordobés teniendo en cuenta los prejuicios que usted menciona?
âFue realmente uno de los escalones más difÃciles. TenÃa mucho miedo, porque el cordobés es muy prejuicioso y no le gusta lo propio. La mayorÃa de los realizadores buscan eliminar la tonada y lavar lo cordobés. Sinceramente me sorprendà muchÃsimo porque estuvimos en cines de distintos barrios con una aceptación impresionante. Quizás estaba haciendo falta que los cordobeses empezaran a verse y reconocerse en la pantalla. Hubo una identificación de gente de distintas edades y clases.
â¿Cree que la reacción del público porteño será similar?
âEn Mar del Plata, donde ganamos el Premio del Público, y en la Semana de la CrÃtica, fue bastante festejada. A la gente de Buenos Aires le divierte porque ven al cordobés desde afuera y ese prejuicio que tiene con lo propio se lo ve como una virtud afuera de la provincia. La pelÃcula gusta mucho. Creo que en Buenos Aires puede gustar más de lo que gustó en Córdoba.
âQuizá la clave para entender la aceptación esté en que la pelÃcula parte de la especificidad cordobesa para narrar una historia universal. ¿Está de acuerdo?
âSÃ, ésa fue una premisa, que la historia se pueda ver y entender en cualquier lado. Aparte de que me cuenten historias humanas, me encanta que el cine muestre una cultura atrás. Siento que Hong Sang-soo me muestra a Corea, que en el cine de Kiarostami está la cultura y la forma del ser iranÃ. Me parece que una de las virtudes del cine es mostrar eso pero sin dejar de contar una historia con lecturas más universales. Yo fui a presentar la pelÃcula a Toulouse y la gente se enganchaba. Problemas de segregación y de clases hay en todos lados. La idea era ésa: contar una historia universal con color local. Para nosotros, Córdoba tenÃa que ser un personaje más dentro de la historia. Ya sea desde lo espacial, desde la música o desde la forma de ser del cordobés, siempre tuvimos la claridad de que querÃamos que se vea que es esa ciudad y no otra.
âLa pelÃcula rehúye del plano y contraplano que generalmente utilizan las comedias para adoptar el plano secuencia y las escenas extensas. ¿Por qué decidió hacerla de esa forma?
âEn primer lugar estaba la idea de tratar de contar la historia en la menor cantidad de planos posibles por una cuestión de gusto personal. Me gustan las pelÃculas que tienen poca edición, porque me da la sensación de realidad, de estar ahÃ, y no de que la construyeron en la edición. En muchas escenas hicimos un trabajo previo con una cámara de fotos para tratar de contar la historia de la mejor forma posible. También siento que la pudimos hacer asà porque pasaban muchas cosas en cada plano y no era necesario sostenerlo con música extra diegética ni con otros recursos. La idea era coreografiar todo delante de cámara y que sucedan cosas ahÃ. Para eso tuvimos mucho trabajo actoral: para un plano secuencia de cuatro minutos tenés que tener intérpretes que se banquen eso y puedan sostenerlo. En ese sentido el rodaje fue documentar una ficción. Yo les decÃa a los actores que no bien llegaran al set sean sus personajes para que fueran incorporándolos y descubriéndolos. Ellos tenÃan también la libertad de improvisar en las escenas, pero de improvisar en el sentido de profundidad. Es más, no podÃan cortar hasta que yo no les dijera. Por ahà ya habÃan terminado el diálogo escrito pero tenÃan que seguir. Asà surgieron muchos momentos de vÃnculos entre los personajes que fueron muy buenos y terminaron quedando en la escena.
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