âEsta es una pelÃcula en la que todo el mundo está siendo vigilado. La cámara no puede ponerse en el lugar de una cámara de vigilancia, porque eso serÃa compartir la posición del Estado. Un precepto básico fue siempre contar la historia desde el lugar de la gente, de quienes son vigilados.â Aunque Christian Petzold sea lo suficientemente elÃptico como para no abusar de indicaciones de tiempo y lugar, está claro que Bárbara transcurre en la ex República Democrática Alemana, antes de la caÃda del Muro. Y que su protagonista, interpretada una vez más por la icónica Nina Hoss âcuatro pelÃculas para Petzold, sobre seis en totalâ, viene huyendo de alguna clase de persecución. Aunque este último es un dato que el film va dando de a poco, de modo de no darle todo servido al espectador. f5o3n
La relación entre el film y el espectador es un tema al que Petzold (Hilden, 1960) siempre le prestó particular atención. No por nada en entrevistas suele referirse a cineastas como Alfred Hitchcock, dominador indiscutido de ese Ãtem, e incluso al uso de la cámara subjetiva en Noche de brujas. De esa permanente autorreflexión no está ausente la relación que el realizador de Triángulo (2008) mantiene desde tiempos escolásticos con Harun Farocki, uno de los máximos teóricos de la mirada en el cine contemporáneo. Su maestro en tiempos de cursada en la Academia de Cine y Televisión Alemanas en BerlÃn, Farocki coescribió junto a Petzold los guiones de tres de sus pelÃculas: Seguridad interior (2000), Fantasmas (2005) y ahora Bárbara. Hay una cuarta en gestación, a la que Petzold alude en la entrevista que sigue.
Ganadora de dos premios en la edición 2012 del Festival de BerlÃn (uno de ellos a la mejor dirección), Bárbara confirma a Petzold como uno de los cineastas alemanes de su generación de mayor relevancia y proyección internacional. La historia de su opus seis gira alrededor de una médica pediatra âtransferidaâ de BerlÃn a un pequeño hospital de la zona del Mar Báltico, hasta donde los mil ojos de la Stasi no tardan en llegar. En esta entrevista, Petzold habla de su relación con la RDA, de las influencias literarias de la pelÃcula, de su modo de trabajo junto a Farocki y Hoss, de las razones para filmar un film de época tras abjurar de los films de época y de cómo hizo para convencer a su amigo, el músico Stefan Will, de componer una partitura que durara 45 segundos.
âUsted se manifestó alguna vez en contra de los films de época. Sin embargo, terminó filmando uno.
âLo que siempre me molestó de los films de época es que parecen teatro: el peso de las actuaciones, el vestuario, el aire de artificialidad. Lo que sucedió con Bárbara es que querÃa filmar una pelÃcula sobre la República Democrática Alemana, ese paÃs desaparecido. PaÃs que quedaba a unas cuadras de mi casa, en BerlÃn. Entonces inevitablemente terminé filmando una pelÃcula de época. Aunque el hecho de no ser una época tan lejana hace que casi no se sienta âde épocaâ. El diseño y la moda de la vida cotidiana no cambiaron tanto en estos últimos veinticinco o treinta años, y además yo traté de que esos elementos no se hicieran tan visibles como suelen serlo en el género.
âMás allá de la proximidad espacial que señala, usted tiene lazos algo más personales con la RDA.
âSÃ, mis padres son refugiados, aunque yo nacà en Alemania occidental. De hecho, mi madre me llevaba en el vientre cuando huyeron. Ellos nunca quisieron hablar del tema. Cuando yo les preguntaba sobre su vida anterior, cambiaban de tema. En determinado momento, las dos Alemanias firmaron un trato que permitÃa a los refugiados volver a la RDA, una vez al año durante tres semanas. Mis padres se acogieron a él, de modo que asà lo hicimos, hasta la caÃda del Muro. Fue muy sorprendente, ya que allÃ, al reencontrarse con los viejos lugares, amigos y parientes, mis padres fueron tan felices como nunca antes los habÃa visto. Hay algo más sorprendente aún: a partir de 1989, cuando cayó el Muro, ya nunca más quisieron volver a pisar lo que antes fue el paÃs del que huyeron.
â¿La historia de Bárbara tiene elementos autobiográficos?
âLos tiene, aunque muy filtrados: tanto al escribirla como en el trabajo con los actores, traté de crear algo nuevo, algo que fuera autónomo de lo que pude haber vivido u oÃdo. De todos modos, todo eso pasó a la pelÃcula. Hasta el punto de que mi madre (mi padre murió) me dijo que las cosas eran tal como la pelÃcula las muestra.
âPero Bárbara se basa además en una novela, ¿verdad?
âSÃ, una novela del mismo nombre, que transcurre en tiempos del nazismo. La heroÃna es una médica, como en la pelÃcula, pero se trata de una resistente comunista. Leà la novela como parte de la investigación que hice para mi pelÃcula Seguridad interior (2000), que era sobre una familia que está âcompartimentadaâ por razones polÃticas. Pero también me sirvió de inspiración otro libro, que se llama Parque de diversiones y transcurre durante los primeros años de la RDA. El tema es el choque entre los sueños antifascistas del comienzo y la deriva que después tuvo la RDA. El libro hace particular hincapié en las llamadas ânuevas mujeresâ, que representaban esos sueños de una sociedad mejor, y que me sirvieron para darle forma a la heroÃna de la pelÃcula.
âBárbara marca su tercera colaboración con su maestro, colega y amigo Harun Farocki. ¿Puede detallar de qué forma trabajan?
âSomos amigos, asà que no es difÃcil hacerlo. Hablamos sobre el guión, confrontamos nuestras ideas durante un par de horas y luego salimos a pasear. Vuelvo a mi casa, escribo diez o doce páginas del guión y se las mando. A la semana siguiente volvemos a reunirnos y él me hace una crÃtica sobre lo que le mandé, y asÃ. Lo curioso es que en el curso del tiempo nuestros roles se invirtieron: al comienzo yo era el sentimental, y él el modernista radical; ahora yo soy el que piensa en estructuras narrativas, y él se enamora de los personajes.
â¿Tiene idea de a qué puede deberse esa inversión?
â¿A que yo maduré y él envejeció, tal vez? (Risas.)
âTengo entendido que filmó todas las escenas en forma cronológica, lo cual no es lo más usual.
âAsà es. La intención era permitir a los actores desarrollar sus personajes de modo orgánico, siguiendo la progresión de la historia. No es la primera vez que intento hacerlo, y de hecho en la pelÃcula anterior, Triángulo, lo hicimos parcialmente. El tema es que filmar de esa manera es más caro, porque se filma en un decorado, después se pasa al siguiente, después se vuelve al mismo decorado anterior y asÃ. No es lo más práctico ni económico. Pero esta vez yo contaba con un presupuesto mayor al de mis films anteriores, por lo cual decidà que habÃa llegado la ocasión de filmar la pelÃcula entera en forma cronológica.
âBárbara representa su cuarta colaboración con la actriz Nina Hoss, a esta altura una âinfaltableâ en sus pelÃculas. ¿Qué ve en ella que lo lleva a elegirla sistemáticamente como protagonista?
âPrimero fue el hecho de ser rubia. En serio lo digo. Empecé usándola un poco como Hitchcock usaba a sus actrices rubias: como una mezcla de fascinación y distancia. Pero en la medida en que trabajaba con ella pude ir reconociendo qué gran actriz que es, y qué inteligente. Es una de esas actrices (no siempre sucede) con las que se puede trabajar en conjunto el personaje y todas sus escenas.
â¿Escribe los personajes con ella en la cabeza?
âSin duda. En el caso de Bárbara lo escribà para ella y para Ronald Zehrfeld, que es el protagonista masculino. Con Nina ya estamos trabajando juntos nuestra próxima pelÃcula, que también es de época y cuyo guión volvà a escribir con Harun Farocki. Cuando digo âestamos trabajandoâ me refiero a que ella participa del proceso creativo, y lo hace magnÃficamente, con aportes que resultan esenciales para el desarrollo del proyecto. Le repito que no es algo que suceda muy frecuentemente.
âNo hay casi música en la pelÃcula, lo cual acentúa la sensación de alerta: los frenos de un auto suenan tan amenazadores como amartillar un arma.
âCreo que el cine contemporáneo abusa de la música, se la usa para dirigir la emoción, para indicarle al espectador qué debe sentir en cada escena. Y a mà no me gusta indicar, quiero que cada espectador construya su propia pelÃcula. El otro dÃa en el avión estaban dando Prometeo, de Ridley Scott, y hay tanta música que en un momento dado no soporté más y me saqué los auriculares. Lo increÃble es que el comienzo de Alien era puro silencio...
âPero eso fue hace más de treinta años.
âSÃ, claro. El cine se vuelve cada vez más indicativo, más obvio, más subrayado.
âSi no me equivoco, la única música de Bárbara se oye en los primeros minutos, ¿no?
â45 segundos. Eso es todo. El compositor, Stefan Will, es uno de mis mejores amigos. Nos encontramos y le dije eso: â45 segundos. Eso es todo lo que tiene que durar la músicaâ. (Risas.) Me miró un poco sorprendido, pero como confÃa en mà se resignó...
Traducción, edición e introducción: Horacio Bernades.
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