Otro año intenso y demasiado rápido. Y otro efÃmero balance que no trata de conciliar. En una caja guardé los programas de mano de las obras que vi. La mayorÃa, folletos que representan el formato de tarjetas postales âuna costumbre que empezó a mediados de los años noventa y todavÃa sigueâ. Por lo general, no contienen información ni tratan de volverse un recuerdo, solamente anuncian el espectáculo como parte de la burocracia de lo que todavÃa se llama prensa y difusión. Casi ninguno publica parte de los textos dramáticos, sólo frases convertidas en lema, algún slogan. Tampoco pequeños ensayos o manifiestos. ¿Precariedad? Sà aparecen los logos del INT, de PROteatro, del FNA. ¿Y qué dicen estos logotipos? Que son obras creadas mediante la contribución del Estado. Estos volantes pasan de mano y se tiran, y es una pena porque el teatro tiene pocos portavoces âen diarios y revistas el teatro tiene los peores lugaresâ. ¿Otra fragilidad más? En mi opinión, tuvimos el año teatral que nos merecemos como espectadores. SÃ, porque creo que la propuesta de teatro se parece cada dÃa más a su público. ValdrÃa la pena que la crÃtica analizara esta similitud. Fue intenso, fue rápido. En el año 2014 a veces no pasaba nada y ningún amigo podÃa recomendar una obra para ver, pero después y de repente no habÃa tiempo para ver todo lo que habÃa en cartel. âTales eran las costumbres de la épocaâ, habrÃa dicho el viejo ensayista del siglo XX. DecÃa que fue un año intenso. Pude ver obras cargadas con tintes románticos, poesÃa, embriaguez, amor, alguna fiebre. No las nombro porque no quiero hacerme el boludo con nadie, pero fueron obras deliciosas y sus creadores saben de mi aprecio. Para ellos, mi reconocimiento. d22a
* Poeta, dramaturgo, actor y director.
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