¿Cuál es la principal fuente de energÃa en nuestro planeta? Algún distraÃdo puede responder âlos combustibles fósilesâ, lo cual serÃa equivocado no por una sino por dos razones. La primera es que en realidad los combustibles fósiles son la principal fuente de energÃa sólo para las máquinas creadas por el hombre, pero no de todo el planeta. Pero prácticamente todo lo que nos alimenta a nosotros y al ecosistema que nos mantiene vivos toma energÃa, en última instancia, del sol. El alimenta los primeros eslabones de la cadena de la vida. La segunda razón es que el petróleo es en realidad materia orgánica (sobre todo algas y zooplancton) que creció gracias a la energÃa solar, aunque luego tomó su eficiente forma actual gracias a la presión y el calor acumulado bajo la superficie terrestre. Es decir, que podemos considerar que la fuente de toda energÃa terrestre es casi totalmente solar. Por dar otro ejemplo, incluso la energÃa hidroeléctrica usada por el hombre depende del caudal de los rÃos y éstos de las lluvias que, a su vez, dependen de... la evaporación que produce el sol. Todos los caminos conducen a él. 2b4432
De los mecanismos por los que se acumula la energÃa solar, la más significativa es la fotosÃntesis, el proceso por el que la energÃa lumÃnica se transforma en energÃa quÃmica.
Energia muy verde
En la novela Solar, del escritor británico Ian McEwan, el protagonista es un decadente Premio Nobel que roba a un estudiante la idea de lograr la fotosÃntesis en forma artificial. La idea es tan obvia como genial y el hombre consigue los fondos para llevar adelante el proyecto. ¿Pero es posible lograr algo asà fuera de la ficción?
Primero es necesario entender la fotosÃntesis, un proceso que âexplicado en forma muy simpleâ usa la clorofila de las plantas (la que les da el color verde tÃpico) para captar luz solar y con ella separar en hidrógeno y oxÃgeno las moléculas de agua que tomó por la raÃz. El oxÃgeno se libera y el hidrógeno luego, ya sin necesidad de la luz, se une al dióxido de carbono tomado del aire para formar carbohidratos, es decir, compuestos de carbono, oxÃgeno e hidrógeno. Estos elementos, a diferencia de aquellos de los que proviene, son orgánicos y sirven, por ejemplo, para alimentar de energÃa a los seres vivos. Además, como se sabe, no es menor que este proceso capture el dióxido de carbono del aire y lo almacene, mientras que libera el oxÃgeno que necesitamos para respirar. Se calcula que diariamente las plantas transforman un billón de toneladas métricas de dióxido de carbono en materia.
Cualquier persona, incluso McEwan, al observar el mundo puede llegar a la conclusión de que la mejor opción es imitar al mundo vegetal para producir energÃa sintética. Además tiene una gran ventaja respecto de las células fotovoltaicas que generan electricidad âde una manera, en principio, similarâ, ya que la fotosÃntesis produce un material que puede ser utilizado como combustible cuando sea necesario, no sólo cuando brilla el sol.
Hasta aquà todo parece ideal, pero hay un problema grave: la eficiencia de las plantas para transformar la energÃa solar en quÃmica, sobre todo glucosa, es muy baja; se calcula que sólo entre el 3 y el 6 por ciento de la energÃa solar se transforman en biomasa y el resto se pierde. Por eso, la clave de cualquier sistema de fotosÃntesis artificial está en conseguir un catalizador del proceso que resulte más eficiente que la clorofila, es decir, que sea capaz de usar más fotones para producir combustibles como hidrógeno lÃquido o metanol. Superar a la naturaleza que llegó a este proceso luego de millones de años de prueba y error no es tarea fácil.
Catalizadores
Nuevos elementos son propuestos a diario como catalizadores. Los más promisorios hasta ahora son el manganeso (presente en la fotosÃntesis natural), dióxido de titanio, óxido de cobalto e incluso, más recientemente, cápsulas de nanopartÃculas y espumas basadas en otras similares que usan algunas ranas para alimentar a su prole. La gran ventaja de la fotosÃntesis artificial es que no debe gastar buena parte de la energÃa recibida en mantener funcionando a un organismo vivo. La fotosÃntesis artificial también resulta particularmente atractiva porque no necesita competir con las tierras productivas, ya que le alcanzarÃa con poner el agua y el dióxido de carbono, además de la luz, a disposición del catalizador para que el proceso funcione, por ejemplo, en los escapes de un generador de combustible fósil.
Pero el desafÃo mayor, como en las otras energÃas verdes, es de costos: debe lograrse un sistema suficientemente barato como para competir con los combustibles fósiles, los cuales hicieron su proceso en forma natural durante millones de años (derrochados en buena medida por los seres humanos en un puñado de generaciones).
Las perspectivas más optimistas creen que serán necesarios diez años para llegar a un prototipo competitivo. En cualquier caso el éxito de las energÃas verdes es cuestión de tiempo, ya sea porque mejoren su eficiencia o porque el petróleo se agote y su precio suba indefectiblemente. Otro camino se abre entre las energÃas verdes que, tarde o temprano, serán la única opción existente.
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