Sábado, 13 de noviembre de 2004
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DIA D [nature]
Como recuerdan los adictos a la linealidad y a la flecha del tiempo, âtodo lo que comienza, tiene un finâ. Una pelÃcula, un libro, una planta, una persona alguna vez terminan, mueren. Todo: hasta el universo también tendrá su turno. Será uno de aquellos dÃas para recordar, con los más grandes y estridentes fuegos de artificio. Pero para ello, lamentablemente (o no) falta mucho: según un grupo de cientÃficos de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), habrá que aguardar ni más ni menos que 24 mil millones de años para que el universo diga adiós y colapse definitivamente.
La verdad es que el astrofÃsico teórico Andrei Linde respiró tranquilo cuando vio los últimos numeritos que salÃan de la computadora donde puso a correr un programa para modelar la misteriosa fuerza de la energÃa oscura. Por un momento, Linde no lo podÃa creer: hasta cargar los últimos datos recibidos del telescopio espacial Hubble, las cuentas mucho no le cerraban y sugerÃan que el destino del cosmos se dirimirÃa en tan sólo 11 mil millones de años. Y entonces, como en muchas otras ocasiones, el ojo en el cielo deslumbró con sus observaciones: aparentemente, muchas supernovas se alejan de la Tierra más rápido de lo que se pensaba hasta ahora, señal de que el universo se expande a un ritmo creciente. Y ahÃ, con el dato de la energÃa oscura en juego, la fecha de expiración cósmica se amplió, casi duplicando la actual edad del universo (13 mil millones de años).
No es la primera vez que tanta oscuridad causa sorpresas. Los astrofÃsicos del mundo se asombraron al advertir por primera vez en 1998 que una fuerza invisible, pero pujante, tenÃa mucho que ver en la inflación cósmica y que hacÃa que la velocidad con la que una galaxia distante se aparta aumente con el tiempo.
Asà los cosmólogos tomaron dos bandos: unos dicen que el universo podrÃa seguir expandiéndose hasta el infinito (teorÃa del âbig ripâ o gran desgarramiento), mientras otros creen que en algún punto en el futuro empezará a contraerse para finalmente estallar a lo grande (teorÃa del âbig crunchâ). Lamentablemente, nadie ni nada de ahà en más podrá vivir para contarla.
EN PICADA [scientific american]
Es increÃble, pero recién cuando asoman los treinta muchas personas descubren la gravedad. Sus efectos se sienten a flor de piel y difÃcilmente nada permanece donde estaba. Sin embargo, para sorpresa de muchos, cuando se trata del rostro y su envejecimiento, la gravedad no es la que dirige la orquesta: según nuevos estudios, la pérdida de grasa y la exposición al sol tiran la piel para abajo más que aquella fuerza universal que nos mantiene pegados al suelo. Asà lo estima el cirujano plástico estadounidense Val Lambros, quien le da a la pérdida de volumen debajo de la piel más importancia en la aparición de arrugas y bolsas alrededor de los ojos. âLa gente asume que la cara âse caeâ porque luego de estirarse la piel para atrás se ven mejor, más jóvenes âafirma Lambrosâ. Sin embargo, si se observa con más cuidado se verá que los diferentes puntos en la cara mucho no se mueven.â
Lambros comparó fotografÃas perfectamente alineadas de varios voluntarios tomadas en distintos momentos de su vida. Y en ellas analizó el movimiento de lunares, arrugas y otras marcas faciales. Lambros descubrió que lo que le quita la apariencia juvenil a la gente es un proceso llamado âdeflaciónâ, que consiste preferentemente en la pérdida de grasa subcutánea. âAsÃ, simplemente inyectando tejido adiposo bajo la piel se recuperan varios años perdidosâ, agregó. El veredicto es unánime: tiembla el lifting.
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