Las pequeñas carteras derivan de las limosneras âdÃcese de los bolsos de cuero con cierres que además reprodujeron réplicas de capillas medievales esculpidas en oro o en plataâ, en el siglo XVI les siguieron las âcarteritas misterioâ, con la particularidad de reunir varias bolsas dispuestas a modo de montañas rusas, destinadas a guardar joyas, documentos secretos o monedas. Otra versión primitiva de las miniaturas fueron los retÃculos romanos: bolsas de seda o de terciopelo en colores que se usaron para acarrear binoculares para funciones de teatro. O bien las escarcelas medievales, las primitivas bolsas que los mensajeros y los peregrinos incorporaron para trasladar documentos. Las carteras diminutas también señalaron el estado civil de su usuaria: los monederos eran de rigor en las mujeres casadas, mientras que las solteras debÃan llevar sus tarjeteros.
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