âBiodramaâ (bio: biografÃa/ drama: teatro) es un término hoy ya consagrado como género que inventó ây patentóâ la multifacética e ingeniosa artista y directora Vivi Tellas en el 2002 para intentar definir ese nuevo campo de investigación que tanto la cautivaba y en el que ella percibÃa que habÃa algunos artistas âapuntando en esa dirección pero faltaba el marcoâ. Comenzó dirigiendo en el â81 y el mÃtico grupo de âteatro musicalâ Las Bay Biscuits marcarÃa el inicio de ese caos envuelto en âbúsqueda de sorprender en cada actuaciónâ, sello que irÃa puliendo el diamante en bruto de la creación. âQuiero un espacio de investigación donde los artistas se sientan desafiados, poder invitar directores... que se respete mi espÃritu experimentalâ, sentenció al momento en que le ofrecieran dirigir el Teatro Sarmiento (Complejo Teatral de la Ciudad de Buenos Aires) en el 2001. AsÃ, comenzarÃa a cobrar vida esa idea que le rondaba en torno a un trabajo realizado en Singapur, sobre una sobreviviente de la matanza de un cuerpo de baile en manos del rey. VenÃa de desarrollar desde el â90 el Proyecto Museos para el cual fundó el Centro de Experimentación Teatral (CeT) de la UBA, con sede en el Centro Cultural Ricardo Rojas, de ser asesora en Artes Escénicas del Centro Cultural Recoleta y de dirigir en distintas salas con mucho éxito. Luego de trabajar en museos sociales y aportarles la pincelada poética se centró en buscar en la historia de âuna persona vivaâ material de trabajo teatral en el cual supervisó las puestas de diversos y talentosos directores y actores. Y fue más allá, con âArchivosâ su rol experimental llegó al máximo buscando âla teatralidad fuera del teatroâ y recurriendo a intérpretes sin experiencia en actuación, el âUmbral MÃnimo de Ficciónâ (UMF). Hoy Tellas es referencia obligada para entender por donde se mueve el âLife artâ. 5l134d
Aseguran los astrólogos que desde el dÃa en que se celebra un nuevo año el cosmos está más a nuestro favor. En el caso de Viviana âaunque al primer o hace que quien se le acerque se sienta en condiciones de tutearlaâ parece ser el premio a lo cosechado en cada paso de su carrera profesional, a la que intenta hacer a un lado para âvolverseâ una amateur e indagar incansablemente en aquella âzona torpeâ, a la que otros temerÃan por quedar encasillados en la rareza o no gustar. Al momento de publicada esta entrevista ya habrá pedido sus deseos y la tarde primaveral acompaña esa brisa de frescura sonriente a pesar del paso de los años en El Galeón, su âsegunda casaâ. Padeció como otros artistas de su generación la última dictadura y tuvo que âdisimular quién era para protegerseâ. En los â80, cuando reaparece lo artÃstico, âusábamos la parodia porque no podÃamos decir las cosas directamente, después fue absorbida por la televisión. Ya en democracia, logramos la libertad para expresar lo que querÃamos y eso conllevó a repensar qué tipo de poética tiene cada unoâ, comenta Vivi. Sin embargo, un poco de esa libertad fue reivindicada en su paso por Sarmiento, experiencia de la que se siente agradecida y que le permitió trabajar con los âdirectores más interesantes de la ciudadâ. Hoy se enorgullece de que una de las más jóvenes, Lola Arias, haya crecido tanto: âEn el momento de montar Mi vida después vi que maduraba su trabajo y por eso la convoqué, decidimos centrarnos en el lado más polÃtico. Siempre estoy esperando que alguien agarre esa época, que lo pueda sostener y fue conmovedor lo que pasó con la denuncia de Cabandié. Ahà la intervención con la realidad fue completa. Al biodrama siempre lo vi como un proyecto polÃticosocial, un reflexionar sobre qué nos pasó pero poéticamente, cómo determina eso nuestro destino, qué podemos hacerâ.
âAfortunadamente no. Cada proyecto de esos intensos ocho años se centró en la continuidad de una misma idea por distintos artistas y eso en nuestro paÃs es un logro. A partir del eje de la historia de una persona viva, cada uno tomó la idea y la transformó. Siempre insté a que probasen cosas nuevas, que se sintiesen amparados. Se les pagaba para experimentar, nada más fantástico para un director, que muchas veces se siente solo. Por eso el diálogo fue fundamental. Además, habÃa diálogos entre obras.
âNo, todo se pensaba. Porque un director es un diseñador de mundos propios. Era pensado para el teatro público, donde los directores creaban obras dramáticas. Y el último año me pidieron que expusiese un trabajo mÃo, cosa que yo evitaba, ahà hice cuatro obritas, dos retrospectivas, estrené Mujeres guÃa y Disc Jockey, pero bajo mi proyecto âArchivosâ, con noactores buscando mundos teatrales que puedan desarrollarse dramáticamente en escena. Yo venÃa de realizar El precio de un brazo derecho sobre el mundo del trabajo por lo que fui bastante criticada. Siempre me resultó difÃcil la aceptación al principio. Ahora estoy fascinada con esta investigación pero no significa que el teatro deba ser asÃ. Investigo sobre la representación. Con Mi mama y mi tÃa o Escuela de conducción me di cuenta de qué se trataba este trabajo para mÃ.
âTodos mis trabajos parten de algo personal, porque en todo lo que hago veo si hay ficción y si lo encuentro me dan ganas de hacer una obra. Esa fue la primera, a raÃz de que mi tÃa de 74 años tuvo un novio luego de enviudar y de tener tres hijos y itió que era la primera vez que experimentaba un orgasmo. Yo acababa de dirigir La casa de Bernarda Alba, de trabajar con Kuitca y con irables actrices, entre la menstruación y el llanto. Todo condujo a que tuviese que irme de mi casa porque no podÃa mantener mi vida familiar, con mi hija Rita y mi marido Alan Pauls. Llegué a ese techo de ficción donde sentà que era un ciclo terminado, donde habÃa llegado al máximo y luego vino el vacÃo.
âEmpecé de nuevo, como si fuese amateur. Me gusta estar en o con el error. Hace poco estrené Rabbi rabino con rabinos de Manhattan. Creo que trabajo contra el control social. No me interesa ser eficaz, a pesar de la formación que pueda tener. Mi maestro, John Cage, el error, el azar. Me gusta que se produzca una situación inestable como se puede ver ahora en la reposición de Mujeres guÃa en el Museo Etnográfico âa raÃz de la convocatoria por los 190 años de la UBAâ.
âSÃ. Fue un desafÃo. Entre todas, junto al equipo de producción, fuimos resolviendo cómo ajustarnos a la reducción de espacio y aprovechar el mayor o. Además, nos divierte que quien viene se pregunte a cada rato por dónde los conducirán estas tres guÃas y el extrañamiento que produce entrar a un museo tan particular con su historia y su patio.
âNo, sólo que las intérpretes no son profesionales de la actuación y necesitan del intercambio después de la obra. No concibo que termine y se marche el público. Es necesario un momento de comunión, que coman algo. Además de que en cada puesta rozan una sensibilidad particular en cada vivencia que representan y es un modo âcuasiterapéuticoâ de reincorporarse.
Se hace imposible no remitir nuevamente a las protagonistas de uno de los archivos que no pierde vigencia. Silvana Bondanza (guÃa del Botánico), MarÃa Irma Cavanna (guÃa intérprete de la Ciudad de Buenos Aires y esposa de un playboy) y Micaela Pereira (guÃa del Museo Etnográfico) retrotraen a episodios que hablan mucho de ellas, de su historia, de lo que tuvieron que padecer o vivir para ser lo que hoy son, como señala luego de una de las funciones la apasionada por el ginkgo biloba âárbol de la vidaâ. La pérdida de una propiedad o del trabajo como sucede con Silvana, e incluso una familia que idolatra a Eva y a Juan, faceta detestada por una de sus hijas, hoy es resignificada por Micaela al sentir que lo que cuenta es una etnografÃa de su vida: âMi mamá hacÃa un año que habÃa fallecido pero ahora el duelo está más procesado y es como hacerle un homenaje. Además estoy muy contenta con el momento polÃtico que estoy viviendoâ.
âPuede ser. Algo de eso sentà con el trabajo en el Museo FerroWhite en BahÃa Blanca. Siento que tengo interés en cosas que se dan en otros lados y el teatro funciona como testimonio de la persona, es estar en vivo. Y para la Argentina, no es joda. Nosotros inventamos al desaparecido. En otros paÃses ya le llaman âartes vivasâ.
âSÃ. Me gusta la intimidad. Por lo menos en este proyecto. Para espacios abiertos tengo a las Declamadoras, por ejemplo. Son como un rÃo de mujeres que me acompaña.
(Estalla en risas) âEs que cada una está en su propia actividad, algunas son amigas, eso ayuda. Y siempre me gusta tener una señora, una niña â Helena Insinger (11), hija de Bárbara, lee sus propios poemasâ. Ellas son como un mantra femenino. Cada una viene con lo que desea leer, lo charlamos y ensayamos. Después de la declamación en el Malba para al Filba, propuse que al volver de viaje en noviembre, se haga Declamadoras en el patio del Museo Etnográfico. Me divierte y es más libre que una obra.
âMe gusta mucho el silencio en mi casa, junto a mi hija. Hace como diez años que vivo cerca de plaza Italia. Escucho música, pero valoro mi momento ideal que lo visualizo asÃ: en mi cama, mi ventana y las plantas que hay en mi ventana. Me quedo colgada mirando... después voy al lago. Me hace muy bien.
âNo, sólo me interesa dirigir. En Mi mamá y mi tÃa toqué mucho la historia familiar, con Rabi rabino también me pregunto sobre el judaÃsmo, qué es ser judÃa. Me parecen sexies. Siempre parto de algo que tiene que ver conmigo pero no tengo la fantasÃa de ponerme en escena.
âMe convocaron para hacer esta obra en San Pablo, con rabinos de allá. Y mi próximo proyecto será con médiums. Investigaré su mundo, algo que comencé con la performance en el Festival EÃE de Montevideo, donde me é con mi padre que murió cuando tenÃa dos años. Mostraré la documentación de eso en México en unos dÃas y tal vez el mayor desafÃo sea al que me invitó Alan Faena âuna primiciaâ ya que seré la directora y curadora de Artes Escénicas del âFaena Arts Centerâ. Con Adrián Pascoe, director y licenciado en filosofÃa mexicano, queremos organizar un festival. Hay una voluntad de acercar las artes escénicas a ese espacio. Acepté porque me entusiasma que haya una voluntad privada de invertir en las artes escénicas, invitar directores, dar trabajo y movimiento a los artistas argentinos. A fin de año comenzarÃamos.
âEs difÃcil, siento que vivà mucho. Pero podrÃa ser un par de zapatos, cada tanto son muy importantes para mÃ. (Se detiene unos segundos a pensar.) Desde que estoy viviendo solo con mi hija todas mis cosas son mi hija. Mi relación con ella, la complicidad, las conversaciones, es algo fundamental. Después puede haber objetos hermosos, pero luego de separarme me centré en reencontrarme con mi energÃa y me siento muy libre, muy feliz.
* Mujeres guÃa. Sábados a las 20 en el Museo Etnográfico, Moreno 350. Entradas $35. Capacidad: 35 espectadores. Al término de la obra el público es invitado a compartir una tÃpica vianda junto a las intérpretes.
* Declamadoras: A partir de noviembre en el Museo Etnográfico. Domingos a las 18. Reservas en: www.alternativateatral.com/entradas.asp. Más información en: www.archivotellpagina12-ar.informativomineiro.com.ar
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