âSi te gustó el carozo, bancate la pelusaâ, le dijeron. No es una metáfora de verdulerÃa, sino una de las muchas formas de lastimar a una mujer cuando no está enferma pero las contracciones, el miedo, el cuerpo dentro del cuerpo duelen. El parto duele. Aún como una reivindicación de la pujanza en la vida, duele. Pero duele mucho más cuando con palabras, negaciones o invasiones se ejerce violencia obstétrica contra las mujeres. 3w525k
En la Argentina la ley contempla las episiotomÃas de oficio, los apuros de los médicos, los retos de las parteras o acostar a las mujeres sin dejarlas fluir y parir en cuclillas como infracciones a los derechos. ¿Pero se cumple?
âTenemos tres leyes que promueven el respeto y cuidado en los nacimientos: la de Derechos en el Nacimiento (25.929), la de Derechos del Paciente (26.529) y la de Prevención y Erradicación de Violencia Hacia la Mujer (26.485) y ninguna de ellas, en lo que refiere a la asistencia de partos y nacimientos, se aplica concretamente. No hay una decisión en la polÃtica ministerial de hacer efectiva la capacitación a los equipos de salud, la difusión a la ciudadanÃa y su cumplimiento realâ, señala Sonia Cavia, presidenta de Awaike Salud y Medio Ambiente y coordinadora regional de la Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y el Nacimiento (Relacahupan).
Ella también remarca que para que la ley se cumpla también debe haber sanciones a los que violen la legislación ây le griten o corten o apuren a una parturientaâ sin contemplar los derechos actuales. âEs importante que la violencia obstétrica se considere en una norma, en primera instancia, para reconocer su existencia y desnaturalizar modos de atención y procedimientos en un trabajo de parto y nacimiento. Insultar, pegar, amenazar, ignorar, burlar son parte cotidiana de estos procedimientos incorporados al trato habitual. Por eso, es urgente que la ubiquemos como una violación de derechos humanos cotidiana, reiterada y sistemática perpetrada por las instituciones tanto públicas como privadasâ, dice.
Para que la ley se ponga en marcha, ellas también decidieron marchar el dÃa de la no violencia hacia las mujeres. Hoy se reúnen, a las 16, en Plaza de Mayo, por el derecho a elegir cómo, dónde y con quién parir y de ahà van a trasladarse hasta el Congreso nacional. En el acto se va a entregar un sobre de color por cada hijo/a (con fotos de los chicos y chicas nacidos en sus casas o de familias que apoyan la libertad de elección en relación con dónde parir y la asistencia de parteras como profesionales idóneas y autónomas) para que se respete el derecho a que en uno de los momentos de mayor vulnerabilidad y poder de una mujer pueda estar la mamá, la pareja, una amiga o el novio o marido alentando a cada una a sobrellevar el miedo y alimentar la fuerza en cada pujido.
Otro de los objetivos del acto es llegar con este pedido a la presidenta Cristina Fernández y fomentar que en el tratamiento de un proyecto de ley que regularÃa el ejercicio profesional de las licenciadas en obstetricia (parteras) se estipule que puedan brindar asistencia en hospitales, casas de partos y en el domicilio de la embarazada en concordancia con el respeto de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Por su parte, la periodista Mariela Franzosi y autora del blog maternarconamor.blogspot.com enmarca: âLa violencia obstétrica es un tipo de violencia bastante silenciada y naturalizada, que muchÃsimas mujeres sufrimos tanto a nivel fÃsico como psicológico, por parte de los profesionales de la salud que deberÃan encargarse de protegernos a nosotras y a nuestros bebés en el momento del trabajo de parto, parto y nacimiento. Sin embargo, realizan sobre nuestro cuerpo prácticas dolorosas e innecesarias (tactos, colocación de vÃas para suero, el uso de oxitocina sintética que provoca contracciones artificiales e incluso la episiotomÃa o corte de la vagina para evitar supuestos desgarros). Las y los médicos nos manipulan sin siquiera decirnos lo que nos están haciendo, nos atan a la camilla de parto, no nos permiten movernos con libertad, nos infantilizan en el trato (âmamiâ, âmamitaâ, âgordaâ) y todas estas prácticas son diferentes tipos de violencia que las mujeres padecemos muchas veces sin siquiera llegar a registrarloâ dice.
Pero no es una violencia que encuentra a las mujeres de pie, sino asustadas, esperanzadas, dolidas, vulnerables y es ahà cuando son jaqueadas por el supuesto saber médico. âEstas situaciones suceden en el marco de una desigualdad simbólica enorme, ya que las mujeres casi siempre llegamos a parir desinformadas, temerosas, sin poder ejercer el control sobre nuestros cuerpos y teniendo que dejar en manos de ese otro âsuperiorâ, que posee el conocimiento y el dominio de la situación. Ese otro es el âprofesional que sabeâ y que tiene en sus manos una de las cosas más preciadas para nosotras como es la vida de nuestras hijas e hijos. Esto hace que se vuelva más difÃcil aún discernir que estamos siendo violentadas y, en el caso de reconocerlo, que luego no podamos denunciarlaâ, subraya Franzosi. Pero recomienda desnudar la violencia y desenmascararla: âEl Ministerio de Salud de la Nación, a través de su LÃnea de Salud Sexual, funciona como un órgano de denuncia de situaciones de violencia obstétrica. Es tu derecho. Y es posible hacerlo cumplirâ.
Más información: LÃnea de Salud Sexual 0-800-222-3444. www.dandoaluz.net
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.