âPiel blanca como la nieve, labios rojos como la sangre, cabellos negros como el ala del cuervoâ es la versión del deseo de la reina y futura mamá de Blancanieves que trae la última pelÃcula basada en el clásico recopilado por los hermanos Grimm, Blancanieves y el cazador. Sólo que en la pelÃcula se agrega: âY fuerza como la de esta rosaâ, mientras la reina toca una flor solitaria que sobrevive en su jardÃn nevado a pesar del invierno. Está bien claro: si en el cuento que venimos escuchando y leyendo desde que tenemos memoria el tema central y excluyente es la belleza, las últimas versiones cinematográficas del cuento de los enanos y la manzana envenenada âal estreno de la semana pasada lo precedió el de Espejito, espejito, en abril de este añoâ parecen estar de acuerdo en que con eso ya no es suficiente. Que una chica se defina únicamente por su imagen, aunque esa imagen incluya poéticas comparaciones con la nieve, la sangre o las alas de cuervos, está completamente out. k5c5m
Es que en la chica linda âese trofeo que hoy se vende en absolutamente todos los medios y vidrieras disponibles, no sólo porque es deseada en sà sino porque también encarna la juventud y la belleza con las que sueña una sociedad un poquito perezosaâ, la mayorÃa de las veces el ser está separado, escindido del hacer. Valga como ejemplo anacrónico y medieval el relato de los Grimm, en el que Blancanieves nace, es bella, la reina que la envidia le pide al cazador que se la lleve al bosque para matarla, los enanos la encuentran, la bruja trata de matarla tres veces más, el prÃncipe la encuentra, se enamora y se casa con ella. No es exagerado decir que Blancanieves jamás hace nada (ni siquiera es una ama de casa dedicada y alegre como en la pelÃcula de Disney); simplemente está ahÃ, damisela en apuros, para ser salvada, amenazada, elegida y demás. Que el prÃncipe se enamore de ella mientras está dormida, ¡vamos!, hoy suena como el colmo de la pasividad, pero eran otras épocas. Ahora, entre la corrección polÃtica y el sincero acuse de recibo de una sensibilidad distinta, las Blancanieves son princesas guerreras.
Es que efectivamente el look no basta: la princesita huérfana que interpreta Lily Collins en Espejito, espejito puede haberse pasado años deambulando sin propósito por el castillo mientras su madrastra âuna Julia Roberts tan segura de sà misma que se toma el peloâ se dedicaba a arruinar el reino, pero una sola mirada al exterior es suficiente para que se decida a recuperar el trono y la dignidad de su gente. La ayuda le viene de parte de un prÃncipe vagabundo, sÃ, pero sobre todo de un cortejo de enanos que no son mineros sino ladrones, y que la entrenan en sus trampas. Una secuencia de montaje totalmente feliz muestra cómo Blancanieves se vuelve hábil en el arte de engañar, sostener una espada y, sobre todo, cómo en el proceso cambia el vestidito por el pantalón sÃmil-pirata. El prÃncipe y la bella, en esta versión pÃcara, se enamoran como corresponde pero haciendo lo que desde siempre hicieron las parejas en la screwball comedy: peleándose y jugando, que vienen a ser un poco lo mismo. Y Blancanieves, cuando una bruja disfrazada le presenta la manzana roja, enarca las cejas en señal de inteligencia, corta una tajada y se la da a probar a la propia bruja, porque a esa chica no es tan fácil venderle gato por liebre.
En Blancanieves y el cazador, que cruza el cuento popular con una épica medieval de caballeros, catapultas y castillos asediados, la heredera del trono usurpado por una reina malvada tiene la piel blanquÃsima y los labios rojos de Kristen Stewart, sÃ, pero ante todo se caracteriza por ser una guerrera. Después de escapar de la torre del castillo por sus propios medios, esta Blancanieves decide que ella es la única que puede matar a la villana y arenga a los campesinos para formar un ejército. En el medio ella misma pasa por una experiencia iniciática de muerte de la que la salva el beso de un hombre, para despertar convertida en una Juana de Arco con armadura de metal y espada. Pero de ese beso nunca se dice una palabra, y de hecho no hay historia de amor, aunque sà de crecimiento y iración mutuos, entre la chica y el cazador enviado para matarla. Con o sin novio, es un buen año para Blancanieves, que en dos pelÃculas imperdibles habla de su época (al menos de la mejor parte de esa época) tanto como el cuento recopilado por los Grimm hablaba de la suya. Con la ventaja de que en ésta, al parecer, no se puede hacer una pelÃcula ni una protagonista tan pero tan pobres que sean solamente bellas.
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