En noviembre de 2007, Svetlana Orlova fue degollada en la puerta de su casa después de presentarse en un reality de la televisión española al que fue, engañada por su ex pareja. La producción del programa, cómplice del tipo, lo hizo aparecer en vivo cuando le hacÃan una entrevista a Svetlana y él le propuso casamiento. Ella lo habÃa denunciado por violencia doméstica más de seis veces y cuando lo vio venir hizo ânoâ con la cabeza. El se arrodilló, ella miraba al piso, el público amenizaba con suspiros y ella seguÃa con cara de inevitable sorpresa. Incómoda, dijo que gracias pero no y el programa terminó con el encuentro fallido. Cuatro dÃas después Svetlana se murió desangrada porque su ex le cortó la yugular. 584b
El 22 de septiembre, el femicida de Ruth ThalÃa Sayas Sánchez condujo a la policÃa a la fosa donde habÃa enterrado el cadáver de su ex novia, en las afueras de Lima. Antes la secuestró, la envenenó, la violó y la ahorcó hasta matarla. Bryan Romero sufrÃa el acoso de sus vecinos, que le decÃan âcornudoâ desde el 7 de julio, cuando ambos se presentaron en el reality El valor de la verdad, de la televisión peruana. Era la primera emisión del programa que intenta develar secretos de la gente que allà se expone frente a su familia a cambio de dinero: y lo hace abiertamente, con una pirámide que indica que a más âconfesiónâ, más ganan. Ruth contó frente a sus padres y a Romero, quien en ese entonces ya era su ex, pero a quien presentaron como su novio para darle más dramatismo al relato, que no trabajaba en un call center como ellos pensaban, sino en un night club en el que a veces cobraba a cambio de sexo. También dijo que tenÃa fantasÃas sexuales con mujeres y que cambiarÃa a su pareja si apareciera otro mejor. Todo matizado con música, luces, planos cortos de la madre al borde del colapso y el carisma de Beto Ortiz, el conductor, quien daba pistas de la actividad secreta de Ruth con preguntas como â¿Es un trabajo ilegal, vergonzoso? ¿Es más vergonzoso que ilegal?â.
Por este caso, el programa argentino Desayuno Americano convocó a Viviana Colmenero, quien diez años atrás ganó la versión local de Gran Hermano. Ella habÃa contado allà que se dedicaba a la prostitución para mantener a su hijo y no fue poca la resistencia de la chica a la hora de soportar la acusación de âusarâ una actividad ilegal, como subrayó Romero frente a Ruth, para ganar 100 mil pesos. Ruth Sayas cobró 5800 dólares por presentarse en el programa peruano. Quién usa a quién y cuál es el valor de la verdad son preguntas pertinentes en la era del reality, que pica la carne del que se expone, con la ventaja y la presión de un público entrenado y ávido por ver más y más sangre. Una escalada que empezó con escenas de sexo en vivo y termina con asesinatos como el de Sayas. Oh casualidad, una mujer que necesita el dinero, por ejemplo, para no seguir prostituyéndose, como dijo esa noche en que se estaba cavando su propia tumba. De lo demás, esos recortes en el aire que hace la televisión en la vida de la gente para sacarle su mejor jugo, Colmenero tal vez le haya hecho algo de justicia a un que no paró de atacarla desde que se sentó: que ella ganó gracias a contar su verdadero oficio, que bien que cobró su premio asà que ahora no critique, que ella sabÃa a lo que se exponÃa y demás retos de actrices, vedettes y dos conductores impresentables como MartÃn Ciccioli y Toti Pasman. Al primero, Colmenero lo expuso aunque sea a una dosis de incomodidad jugando de visitante como estaba, cuando le preguntó, sin alterarse, para qué servÃan esas entrevistas en las que Ciccioli se siente un héroe del periodismo poniendo signos de pregunta acusatorios en la vida de otros, sobre todo, como señaló Colmenero, ensañado con travestis y prostitutas. âAunque no lo creas âle dijo Ciccioliâ, mi trabajo ayudó a que en este paÃs se sancionara la Ley de Identidad de Género.â Colmenero ignoró la ridÃcula falacia e, inmutable, siguió el camino que la llevó a un programa donde, sabÃa, no iban a parar de tirarle dardos. â¿Para qué sirve todo esto?â, dijo en un momento. Pregunta que ni Ciccioli ni Pasman pueden atajar y que remataron hablando en nombre de la televisión de la que forman parte, con preguntas como â¿Quién iba a pensar que ese tipo, ahà sentadito como estaba, iba a terminar siendo un monstruo?â.
Los realities entrenan al público en los comportamientos que se esperan de él cuando son protagonistas: llorar, abrazar a los coachs, agarrarse la cabeza, esperar la música de misterio para contestar... pero no terminan de entrenarnos a todos en la verdadera verdad del asunto: los asesinos tienen la cara de Bryan Romero, nunca va a aparecer un monstruo de dos cabezas ni el espÃritu de Hitler en un de televisión, asà que mejor empezar a atajar la desgracia o por lo menos, no sorprenderse tanto de que las vÃctimas y los victimarios tengan la misma cara.
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