Nunca tuve una Barbie. No estoy segura si es porque mi mamá siempre fue âdemasiadoâ feminista para eso o por alguna otra cosa. La cuestión es que nunca tuve una de esas muñecas. my6e
Mi familia siempre me conformó con alguna versión local de la chica más famosa, o, casi siempre, con una revista y una tijera que, decÃan, ayudaba a fomentar mi creatividad. La cuestión es que, por alguna razón, esa rubia platinada, de pelo lacio y brillante, alta, flaca y perfecta, esa chica siempre feliz que era bailarina, patinadora artÃstica o cantante, que poco tenÃa que ver con las muchas mujeres que me rodeaban de chica, nunca fue mi modelo a seguir.
Y hoy, en eso, parece que soy de las pocas.
Según una campaña lanzada recientemente por la organización norteamericana Rehabs, el exponencial aumento de casos de anorexia entre nenas en la mayor parte del mundo occidental se debe a que, en gran medida, los medios de comunicación del planeta continúan empeñándose en promover las irreales imágenes de lo que ellos consideran la mujer âperfectaâ.
Propagandas de todo, desde yogur hasta tampones, donde las chicas son perfectas cuando están flacas, ficciones televisivas donde las âlindasâ son las buenas e inteligentes y las otras, malas y fracasadas.
Las madres del mundo parecen tener mucho que deberles a las revistas del corazón y a la caja boba.
Amy Cheney, una madre australiana, es una de ellas. Una tarde como todas, entró al cuarto de su hija sin esperar ninguna sorpresa y encontró algo que le hizo replantearse todo lo que aquella nena hacÃa. Tirado en el piso, como si nada, habÃa una lista escrita a mano. â16 saltos de rana, 2 veces al dÃaâ, âandar en bici tres vecesâ âcorrer de ida y vuelta por el garaje 3 veces.â El titulo: âDietaâ.
Cuando Amy le preguntó a la nena de 7 años sobre el escrito, la respuesta fue clara. QuerÃa ser flaca para ser feliz, como en la tele.
El tema es que Amy no está sola.
Según la Asociación Nacional de la Anorexia de Estados Unidos, cuatro de cada cinco nenas de 10 años dicen que tienen miedo de ser gordas. La mitad de jóvenes en edad escolar quieren ser más flacas y muchas dicen que se sienten mejor consigo mismas cuando están a dieta. La mayorÃa de las nenas quiere ser Barbie.
Pero los expertos dicen que el problema es que la industria de la moda y los medios no les han explicado que Barbie es una mentira, un modelo irreal que nunca podrÃa existir. Y para intentar luchar contra aquellos estereotipos, lanzaron una nueva cruzada que busca demostrar justamente eso.
La campaña âMuriéndose para ser Barbieâ recrea cómo serÃa una mujer si intentara lograr las medidas que propone la muñeca más famosa del mundo.
Los datos provienen de un estudio de la Universidad de Yale en los Estados Unidos que calculó lo que una mujer de peso normal deberÃa adelgazar para llegar a las proporciones de una Barbie.
El resultado es trágicamente cómico.
Si Barbie fuera humana, serÃa 60 centÃmetros más alta que la mujer promedio con ocho centÃmetros más de cuello y 12 de pecho y 15 menos de cintura. Con este cuerpo, ningún ser humano podrÃa hacer demasiado.
Un cuello tan largo y fino no le permitirÃa levantar la cabeza. Sus pequeñas muñecas no le dejarÃan levantar ni una bolsa de supermercado. La cintura minina no dejarÃa lugar más que para medio riñón y unos centÃmetros de intestino. La mujerBarbie, además, tendrÃa que caminar en cuatro patas porque sus pies serÃan tan pequeños para su cuerpo (y grandes bustos) que no podrÃan sostenerle el cuerpo.
Pero las nenas quieren ser Barbie. âDesde la primera muñeca que tienen en sus manos, en general las nenas están expuestas a imágenes irrealistas del cuerpo femenino, y se les enseña a que usen esas imágenes en sus propias vidas. Si estuviera viva la Barbie medirÃa 1.75 metros y pesarÃa 50 kilos, unos 15 por debajo del peso sano para una mujer de esa altura,â dice la web de la organización.
Los expertos dicen que los problemas de imagen comienzan tan temprano porque son justamente las niñas quienes están expuestas a los ideales irreales de âbellezaâ que les presentan los medios.
Barbies perfectas, modelos photoshopeadas, artificialmente flacas y con pieles impolutas, mujeres que adelgazan sus embarazos más rápido de lo que les encuentran nombre a sus hijos, famosas que logran la felicidad cuando la aguja de la balanza baja estrepitosamente y celebrities demacradas cuando descubren que la piel de naranja no es sólo una metáfora.
La influencia de los medios y las imágenes que consumen nuestras nenas, a diario, en todas partes, es tan fuerte que está creando una generación de mujeres constantemente frustradas con lo que ven en el espejo.
Tanto es asà que, recientemente, expertos han denominado a la anorexia como una de las enfermedades mentales más mortales del siglo XXI.
Uno de los ejemplos más claros y sorprendentes de ello se dio en el estado de Nadroga en Fiji, donde durante años la comunidad se enorgullecÃa de venerar un modelo de mujer más natural. AllÃ, creen que las dietas y ejercicio exagerado arruinan su ideal de cuerpo femenino.
Hasta 1995, no habÃan documentado ningún caso de anorexia en el estado pero todo cambió aquel año, cuando la televisión llegó para quedarse. En sólo tres años, la avalancha de programas occidentales, con sus imágenes de cuerpos âperfectosâ y mensajes asegurando que la felicidad llega con la perfección cambió radicalmente la manera en la que las niñas y adolescentes comenzaron a verse a sà mismas.
Lo demás ya casi no sorprende. En 1998, una de cada 10 chicas en Nadroga habÃa reportado vomitar para controlar su peso. Antes de este año, los casos eran casi inexistentes. Pero algunos han logrado usar aquella caja para mejores fines.
Recientemente, la compañÃa de cosméticos Dove publicó una nueva campaña televisiva sobre la imagen que las mujeres tienen de sà mismas.
En el video, un dibujante se encuentra con una serie de mujeres y, solo basándose en sus descripciones de sà mismas, las retrata. Al rato, produce otro cuadro basado en las descripciones de personas que conocen a esas mujeres. Los resultados, claro, dejan un mensaje. Las mujeres son mucho más atractivas y felices en los ojos de otras personas que en los propios.
âMuchos de estos problemas son producto de una cultura que premia a los cuerpos que son peligrosamente flacos, modificados digitalmente sobre esos de mujeres reales y saludables. A las mujeres se les enseña a odiar sus cuerpos desde que nacen hasta que mueren, âhasta llevarlas a dietas imposibles como única forma de ser amadas y respetadasâ, dicen las encargadas de la campaña que las redes sociales llaman âanti Barbieâ.
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