La generación de los que nacieron en los â80 ya tiene cosas para decir. Meredith Haaf nació en el â83 y éste es su segundo libro. En el primero, Wir Alphamädchen: Warum Feminismus das Leben shöner macht â(Nosotras, las chicas alpha: ¿Por qué el feminismo hace la vida más bella?â aún no traducido al español) se distancia de las feministas de los â70. Dice que la âchica alphaâ es cualquier mujer que tenga un pensamiento crÃtico y metas en su vida, y se ocupa de cuestiones relativas a la identidad, el sexo, el poder, los medios y las redes sociales. 76q2k
En Dejad de lloriquear, Haaf âque estudió Historia y FilosofÃaâ se mete con âuna generación y sus problemas superfluosâ. Habla con conocimiento de causa. Dice que su generación es la de los âchicos ricos con tristezaâ a la que apelaba Menem, o a la que le canta Frank Ocean: âSuper rich kids with nothing but fake friendsâ. Para Haff, son chicos fascinados por la Internet que los vio nacer, perdidos en el plasma de la pantalla y lejos de la calle.
Apoltronados en sus sillas anatómicas o calentando la bragueta con la notebook, éstos podrÃan llamarse los jóvenes de la generación @ (arroba), dándole una vuelta a la generación A (de apatÃa) que se propagó en el fin de siglo XX. No tienen energÃa para la protesta âpopular, polÃticaâ, a lo sumo su pulsión llega hasta el clic de âasistiréâ en un evento promocionado por la red. Haaf declara que âla red es explÃcitamente no polÃticaâ: en Internet âno existe un ânosotrosâ, sino más bien un âtúâ y un âyoââ, âno hay un proyecto comúnâ aunque sà puede haber âdice Haafâ parejas sexuales compartidas.
El proyecto neoliberal de las últimas décadas arrasó, para Haaf, con los discursos radicales de cualquier orden, incluyendo el feminismo. En su mapeo de la sociedad embrionaria, Haaf no distingue sexo/género, ni les da preponderancia a las relaciones interpersonales. Sin embargo, cuando señala a sus congéneres mujeres no tiene piedad: dice que sienten desconfianza frente al conflicto y la incomodidad, que prefieren hacer dieta y estar flacas que cuestionar el ideal de belleza patriarcal; eligen reÃrse de los chistes misóginos antes que sentirse aludidas, y en sus profesiones son eficaces al extremo para conseguir la igualdad. Pero la actitud de poner los codos para pasar al frente es patrimonio de todos.
Amigos falsos, amantes tibios, se arrastran a sà mismos no al mitin de un partido o de alguna asociación, sino a la fiesta, para ser vistos. Una frase que repite Haaf bastante seguido es âPara ser honestaâ, y después se despacha con una confesión de parte. Que los suyos se cayeron en una marmita âcomo Obelixâ de crueldad y frÃa racionalidad. âEl idealismo nos parece ingenuo.â Ellos saben que, aunque nacieron entre algodones, todo se va a poner cada vez peor, se involucren o no.
Con una voz intimista, que ensaya desde la primera persona, Haaf habla pestes de los artistoides que se dedican a dilapidar las fortunas moderadas que sus padres amasaron en los â90 y a chupar de la teta del Estado. Claro que su mira está puesta en Alemania, y que no se sabe aquà qué lugar ocuparÃan los indignados de España, los revoltosos de Grecia o los camporistas de acá a la vuelta. Ella se enoja con los âhipstersâ âni hippies, ni punksâ que emergen de su generación, chicos que compran ropa usada a precios de alta costura y consumen la cerveza y el tabaco de los obreros sólo por una cuestión estética. Chicos que âgastan muchÃsimo dinero en tratar de parecer pobres, aunque no conocen ni les interesa nadie de la clase obreraâ.
Pero, al final del dÃa, ¿la culpa de todo la tiene Internet? Parece que no tanto. De hecho, Haaf reconoce que los más jóvenes que ella mantienen con la red una relación menos apasionada. Simplemente la usan. Para culpas está el mercado y su afán de ponerse por encima de todo, hasta de la sociedad. La idea de que este sistema con las cosas como están es lo mejor a lo que se puede aspirar es lo que hace que todos estos chicos âya no tan chicosâ se queden bobos frente a la máquina, lloriqueando por pavadas.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.