El 8 de marzo de 2003 algo diferente sucedió. Mujeres Públicas salÃa por primera vez a la calle. Este grupo activista feminista hizo su primera intervención con afiches pegados en el espacio público. La imagen hablaba del aborto con un grado de sÃntesis pocas veces visto: un ovillo de lana atravesado por una aguja. En un lenguaje directo se conjugaban dos sÃmbolos, el cuerpo de la mujer atravesado por los abortos clandestinos. La creación visual y el activismo condensaban en esa imagen una cuenta todavÃa pendiente. âTodo con la misma agujaâ, decÃa el afiche. Escarpines y aborto. Era el 8 de marzo del 2003 y Mujeres Públicas habÃa salido a la calle. 252z2y
Desde ese dÃa hasta hoy continuaron con sus acciones elaborando construcciones discursivas que relacionan discurso e imagen, además de participar en encuentros, seminarios, talleres, conferencias y jornadas, tanto en nuestro paÃs como en el exterior (España, México, Cuba, Uruguay, Paraguay, Colombia, Suecia, y más paÃses). Sus integrantes vienen del campo de las artes visuales y la comunicación, pero su denominador común es el feminismo. Ellas son Magdalena Pagano, Lorena Bossi y Fernanda Carrizo. Recién llegada de dictar un seminario de arte en Montevideo, Magdalena apunta: âAbordamos la creación desde la invención y la imaginación mientras que encaramos nuestro activismo desde la presencia continua en las calles, desde la reiteración de reivindicaciones y derechos. Somos un grupo feminista que hace activismo artÃstico, mixturamos el activismo con un proyecto creativoâ. El activismo feminista de Mujeres Públicas se nutre de las acciones históricas realizadas por el feminismo local, asà como de la práctica activista que desde el arte han venido realizando diferentes grupos desde los años â60, en particular grupos como las Guerrilla Girls, a quienes estudiaron en un comienzo. Sus acciones se inscriben dentro del legado del movimiento de mujeres de Argentina, que tomó a la ciudad como campo de acción, como lugar de transformación de lo cotidiano. En ese sentido, MarÃa Laura Rosa, doctora en Arte Contemporáneo, especialista en Arte Feminista e investigadora de Conicet del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de FilosofÃa y Letras de la UBA, sostiene: âHistóricamente el espacio público estuvo vedado y connotado para las mujeres. Vedado porque la dignidad de las mujeres fue construida por el patriarcado a partir de su desempeño reservado al ámbito de lo privado. Connotado porque aquellas que salÃan de lo doméstico era por necesidad económica. Vale decir, el espacio público estuvo ây en muchos sitios sigue estandoâ atravesado por nociones de clase y género a las que hay que agregar, si hablamos de Latinoamérica, el componente étnico. Es por eso que en el origen de los movimientos de mujeres se encuentre la calle. El espacio público se convierte en el territorio de la convergencia y difusión de los reclamos, denuncias y marchas. Fue allà en donde se advierte que lo polÃtico no es sólo lo que afecta al Estado y al bienestar público, sino también al entramado de lo privado con consecuencias en lo público. AsÃ, lo privado es polÃtico, lo personal es polÃticoâ. Sobre las significaciones y representaciones que el espacio público tiene para Mujeres Públicas, Lorena Bossi agrega: âEl espacio público es el espacio común. Es lo que nos hace mujeres públicas en este juego de palabras que elegimos para nombrarnos. Es donde convive todo para ser intervenido: los discursos sexistas, la homofobia, los mandatos estereotipados, los roles predestinados, la violencia machistaâ. Y Fernanda subraya: âEn todos ellos interpelamos al patriarcado. Por eso creemos en la importancia de ganar el espacio público para transformar nuestra vida cotidianaâ.
Pasaron más diez años desde esa primera vez que Mujeres Públicas salió a la calle. Lorena se acuerda del contexto y cuenta: âDel 2003 hasta ahora pasaron muchas cosas, no sólo a nosotras como grupo, o desde lo particular, sino al paÃs en general. Un par de años antes del inicio del grupo estábamos en un momento de ebullición de lo colectivo, que surge como contestación y supervivencia frente a la crisis social y económica de esos años. Nosotras salimos vitalizadas de esas experiencias a hablar desde un lugar que cuestiona todos los planos de nuestra existencia, ese lugar es el feminismo, un lugar que sentÃamos no interpelaba a las militancias en ese momento. De ahà en más, se generó un trabajo intenso que entendemos como un proceso, que va de lo grupal a lo social y viceversaâ. Para desarrollar los proyectos que les interesa necesitan un determinado tiempo de reflexión, de trabajo colectivo, de puesta en común de ideas y de crÃticas de esas ideas. Magdalena explica: âNosotras arribamos a algo que, por un lado, es polÃticamente contundente, y por otro, nos satisface. Quiero decir, que lo podemos defender, en términos visuales, estéticos y de procedimiento artÃstico. Nuestro deseo es que metafórica y poéticamente diga cosas y diga cosas a otros. A veces los proyectos se hacen en un tiempo que es nuestro, y ese mismo objeto o afiche se resitúa en momentos polÃticos o de coyuntura en los que va funcionando de distintas maneras y cobra nuevos sentidosâ. Mujeres Públicas produce cada objeto, cada afiche y cada acción desde un espacio de lo común y de lo personal atravesado por una búsqueda, una pregunta, un malestar, un deseo de justicia o de cambio. Por ejemplo, la estampita que tiene la oración por el derecho al aborto, la hicieron porque la preocupación de Mujeres Públicas acerca del problema de la despenalización y legalización del aborto es permanente. Esa estampita empezó a viajar y a hacer su vida, su recorrido. Se convirtió en un sÃmbolo. âEse objeto funciona casi autónomamente, mientras que su contexto de creación no fue un contexto coyuntural. Nosotras no salimos a decir Aborto legal ya, porque si nosotras hiciéramos eso serÃamos un grupo activista, pero no somos solamente eso. Decimos Aborto legal ya, de otra manera. Lo decimos con el afiche del ovillo, lo decimos con la estampita, lo decimos de otras maneras. Ese juego, que necesita su tiempo, su elaboración, su diálogo, nos convierte en otra cosa. No somos precisamente un grupo repentistaâ, puntualiza Magdalena.
Trabajan con operaciones simbólicas en temáticas que les son propias. En esos procesos de elaboración en los que piensan juntas, encuentran modos de llevar sus acciones a la calle o a un espacio cerrado o transformarlo en un video, o en una visita guiada.
Hasta 2008 estuvieron dedicadas en gran medida a los afiches callejeros y a las acciones de difusión. Luego hubo un giro estético en su trabajo. A partir de esta fecha comenzaron a investigar otros dispositivos de trabajo sin resignar el activismo visual, y después de transitar el 2009, una circunstancia en particular las marcó: âEn el 2010 vivimos un cambio a nivel conceptual y de la imagenâ, cuenta Lorena. âPero el cambio real se desarrolló durante el proceso de trabajo del mapa feminista. Allà abordamos a modo de una genealogÃa propia algunas de las luchas encabezadas por colectivos de mujeres, en sus estados más incipientes y potenciales, que se expresaron en la calle en los últimos dos siglos.â Ese proyecto cartográfico al que se refiere fue desarrollado entre 2012 y 2013 y consistió en una investigación, una acción colectiva performática en el espacio público realizada el 4 de mayo de 2013. Una pieza gráfica desplegable âun mapaâ y una video instalación que se inauguró en septiembre pasado en el Cceba con el tÃtulo En la Plaza. En la Casa. En la Cama. Ensayo para una cartografÃa feminista. âEl mapa feminista âretoma Fernandaâ es una genealogÃa grupal, que reivindica esos instantes radicales que cambiaron la vida de todas y no suelen estar en los libros, hablando no de nombres propios sino desde lo colectivo. De ahà sale la visita guiada como acción callejera, patrulla perdida que va por la ciudad visitando espacios que nadie recuerda. Mapa, acción callejera, lÃnea temporal, dibujos hechos a mano y videos forman parte de una lÃnea de pensamiento que se va armando y complejizando.â
¿Desde qué estrategias y con qué perspectivas plantean el activismo visual?
Magdalena: Nosotras siempre usamos el humor, la ironÃa y el juego como una estrategia para reÃrnos de cosas que son fuertes y a veces tristes o dolorosas. Como grupo feminista hemos abordado problemáticas de la heteronorma y la cuestión lesbiana en muchas oportunidades y en diferentes acciones.
Lorena: La discriminación y la homofobia atraviesan desde la violencia, sin embargo responder con âLas ventajas de ser lesbianaâ busca como estrategia el humor, el sarcasmo y juega con el afiche âLas ventajas de ser una mujer artistaâ, de las Guerrilla girls. También trabajamos desde la pregunta o el cuestionamiento. Por ejemplo, para armar la encuesta de la Comunidad Heterosexual Argentina revertimos conceptos discriminatorios y estereotipados que se aplican a las personas homosexuales, y simplemente cambiamos la palabra homosexual por heterosexual, entonces queda algo asà como: ¿Es usted heterosexual?, ¿cómo se dio cuenta? ¿Qué harÃa si la maestra de su hija es heterosexual? ¿Está de acuerdo con que los heterosexuales adopten? Es una estrategia muy sencilla que nos hace repensar todo. Una de nuestras ideas es ensuciar la normalidad. O por lo menos discutirla.
Las juntó el arte, el feminismo y el lesbianismo. Comparten lo cotidiano, que conlleva reflexiones, entusiasmos y producciones. Son amigas. Lo grupal las dinamiza, la experiencia de trabajo colectivo aporta la energÃa que las moviliza a seguir juntas pensando, usando la imaginación y sosteniendo entre todas lo que denuncian y lo que sueñan. Para todas y para cada una: âNosotras aprendemos con esta grupalidad, pero no pensándolo de una manera directa en donde una aprende de la otra, o no siempre... Lo que nos enseña y mueve es la experiencia de trabajo colectivo, el debate, el juego creativo con la otra y los problemas y asuntos de la otra, es decir el grupo tiene su vida propia y nos transforma como sujetas, nos moviliza. A veces la gente cree que porque una es feminista habla desde un lugar de superación de todas las cosas, y que por ser feministas no tendrÃamos que estar atravesadas por las cosas que atravesamos todas las mujeres. A veces te ven en un lugar de superación, pero no es asÃ, nosotras atravesamos mucho de lo que denunciamos o visibilizamosâ, dice Lorena. Y Fernanda suma: âMuchas veces nos damos cuenta de eso en el momento en que hacemos la crÃtica y lleva un tiempo deconstruirlo. Hay personas que quizás hablan de mujer o género y se nota que no atravesaron esos espacios del darse cuenta como experiencias de transformación vivencial, lo hablan o construyen el discurso desde los derechos humanos, como lo que está bien y lo que está mal. Ahà sólo hay discurso. Un discurso que termina generalmente con lo dado, con el matrimonio igualitario o âque ojalá se dé en algún momentoâ con el aborto legal. Pero después no sabe dónde seguirse buscando. Con experiencias como la nuestra no sucede eso, siempre hay algo que te pasa y te va a seguir pasandoâ.
Se trata de dar batallas y procurar conquistar la calle âpara conquistar luego derechosâ desde una perspectiva feminista y polÃtica.
Lorena: Claro, ésa es la idea, en la calle se pueden dar varias batallas simbólicas. La diferencia está en el cómo abordar la calle, y a quienes hablar, o saber qué cosa ponés en diálogo con qué otra cosa. Ahà está el punto para conseguir el efecto de extrañamiento o de empatÃa con lo que hacemos. SerÃa muy fácil si todo pasara por decir: invadamos la calle. Eso no basta. Hay que saber qué decir y cómo. Todos los espacios a su vez; web, museo, medios, escuela, se pueden convertir en un campo de batalla simbólico. Pero la calle es el termómetro de todo.
Trabajan en esa zona de cruce entre activismo visual, polÃtico y feminista, ¿cómo son las intervenciones en términos de temática, materiales, recursos, contenidos?
Magdalena: Muchos de los proyectos que hemos realizado son libres respecto de la reapropiación o la manipulación, con lo cual la gente se lleva las cosas. Eso va a ir a lugares, va a estar en habitaciones, en cocinas, en oficinas, en mesas de trabajo, en estanterÃas. Ese objeto que ya está realizado hace su trabajo, y nosotras necesitamos hacer otra cosa, algo nuevo, algo diferente. No es que vamos a ir a repartir la estampita cada vez, de alguna manera eso ya está haciendo su recorrido.
Fernanda: Los dispositivos que utilizamos en nuestras intervenciones son variados, cada uno va en sintonÃa con el tema y el contexto en donde serán desplegados. Nos interesa el proceso de construcción, el significado que cobra cada producción cuando circula por las calles, de mano en mano, cuando son re-apropiados por otras y otros, cuando sirve de disparador para hablar de ciertos temas. En cada trabajo hay una estrategia comunicativa, a veces es la resignificación de objetos o frases, en otras hay descontextualización de palabras e imágenes. Pero siempre está presente el humor, la ironÃa y la interpelación que abre la reflexión.
¿Qué reflexiones hacen respecto de la continuidad del trabajo que vienen realizando?
Fernanda: En nuestro trabajo confluye la reivindicación de derechos con nuestra subjetividad y es a partir de esta confluencia desde donde se impulsa nuestra acción, desde nuestra cotidianidad, desde pequeñas e Ãntimas preguntas. Problemáticas que nos atraviesan a todas nosotras como sujetas polÃticas, preguntas que nos surgen del intercambio con otras colectivas, de compartir experiencias con diferentes sectores sociales, de seguir insistiendo con derechos negados y resistiendo a las trampas del patriarcado que va armando sus redes opresivas desde los diferentes poderes del Estado, hasta el desenmascaramiento de algunos compañeros âprogresâ o de izquierda que enuncian discursos copados y en la práctica son ultramachistas, como dice el dicho: âEn la plaza sos el Che y en la casa Pinochetâ.
¿Cómo se mete el feminismo en la historia del arte activista en nuestro paÃs? La historiadora e investigadora MarÃa Laura Rosa tiene un artÃculo que se llama âNos fundó el malestar y nos sostuvo el placerâ, donde se refiere al trabajo realizado por Mujeres Públicas entre 2003 y 2008. En esa dirección, contextualiza la historia del arte activista en nuestro paÃs: âUna de las primeras acciones feministas fue en 1972, cuando numerosas feministas de la agrupación UFA (Unión Feminista Argentina) irrumpÃan en la feria Femimundo 72. Exposición internacional de la mujer y su mundo, desarrollada en el Predio Ferial de Exposiciones de la ciudad de Buenos Aires. Comenzaron a repartir impresos que denunciaban la construcción de una determinada mujer funcional al patriarcado, para y por su conveniencia, lo cual quedaba claramente explicitado desde el tÃtulo. Dicho momento quedó filmado por MarÃa Luisa Bemberg en el corto de su autorÃa El mundo de la mujer (1972). Con la ironÃa y el humor, las mujeres de UFA ây en particular la mirada de Bembergâ destacaban la complicidad entre capital y patriarcadoâ.
¿Ese tipo de acciones feministas continuaron después del â72?
M. L. Rosa: Habrá que esperar hasta 1986 para reencontrarnos nuevamente con prácticas activistas feministas asociadas al campo del arte. Los primeros años del retorno a la democracia fueron fundamentales en la recuperación de la calle por parte de nuestros movimientos de mujeres. En ese contexto, en 1986, Ilse Fuskova, Josefina Quesada y Adriana Carrasco conformaron el Grupo Feminista de Denuncia. Estas mujeres se situaban en la calle Lavalle al 800 âpeatonal de los cines del centro de Buenos Airesâ los sábados a la noche, con las manos en alto, haciendo el signo feminista y con carteles con leyendas como âLa violación es torturaâ, âLa mujer es la única dueña de su fertilidadâ. Esos y otros lemas irritantes provocaban la discusión entre la gente que las miraba con sorpresa. Cada sábado a la noche, cientos de personas veÃan a estas mujeres, quienes en un acto performático disparaban la reflexión, el cuestionamiento, la reacción. A su vez, repartÃan impresos diciendo quiénes eran y qué estaban reclamando.
¿Cuál es la novedad que traen estos activismos feministas?
M. L. Rosa: Si pensamos en una práctica artÃstica polÃtica o en una práctica polÃtica artÃstica no debemos olvidar la frase de la artista feminista mexicana Mónica Mayer refiriéndose a su etapa de estudiante en el Feminist Studio Workshop de Los Angeles, en 1978. Mayer decÃa: âSi algo confirmé en ese momento es que si una pretende hacer un arte revolucionario en términos polÃticos, primero tiene que serlo en términos artÃsticosâ. El arte feminista que parte del activismo visual debe tener en cuenta esto, la crÃtica y la subversión del sistema patriarcal implica necesariamente un lenguaje que también subvierta lo que se espera del arte, si es que aún esperamos algo.
¿Qué dirÃas de Mujeres Públicas hoy?
M. L. Rosa: Que siguen pensando y creando otros modos de hablar desde el activismo visual y desde el feminismo, sigue interfiriendo el ruido de la calle con sus proclamas y su nomadismo, resignificándose en las acciones que, en otras partes del mundo, otras feministas realizan gracias a la reproducción libre de afiches y objetos desde su web. Conjugan el termómetro de las demandas reales de las mujeres con una enorme información sobre dispositivos artÃsticos, lo que les permite poder comunicar sin perder calidad estética y conceptual. Mujeres Públicas sigue ensuciando la blancura de los espacios del arte y sonorizando, con un otro sonido, las huellas de nuestras activistas feministas.
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