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En algún sitio del mundo, un cine proyecta este film de 1975, mientras un teatro de esas âu otrasâ latitudes prepara su versión on stage en estreno o reposición. No son probabilidades, apenas meros hechos que pueden corroborarse avistando noticias de, digamos, Australia, donde el Sydney Lyric Theatre preanuncia el venidero show; mientras, en paralelo, proyectores de Los Angeles o Nueva York venden tickets antes de hacer rodar la cinta. AsÃ, sin interrupción en casi cuatro décadas, continúa la larga vida de The Rocky Horror Picture Show, ópera rock que detonó el glam con los pasitos trans de un Tim Curry a punto caramelo, en calidad él de doble protagonista: en principio, de la primera puesta teatral londinense del â73; luego, dos años más tarde, de su adaptación cinematográfica. Adaptación que cuenta, entre sus varios logros, el de haberse convertido en producto de culto y, por la santÃsima devoción de sus fans, volverse además la pelÃcula que más tiempo ha estado en cartel en la historia del cine. Ninguna menudencia: escrita por Richard OâBrien, dirigida por Jim Sharman, el musical sobre el Dr. Frank-N-Furter, auténtico cientÃfico loco de tacos en punta, no ha perdido una pizca de vigencia.
A tal punto la devoción que, con lágrimas y purpurina en los ojos, aún se recuerdan (y con menos asiduidad, recrean) aquellas históricas funciones de medianoche, cuando la gente transformaba el visionado en una auténtica fiesta camp. Porque, harto sabido, lo habitual no era estarse quieto y silencioso en la butaca sino cantar a grito pelado los mÃticos âDammitâ, âJanetâ, âScience Fiction/Double Featureâ, âThe Time Warpâ, âTouch-a, Touch-a, Touch Meâ o, claro, âSweet Transvestiteâ, interactuar con las lÃneas y canciones, trasladar parte de la magia fuera de la pantalla. ¿Cómo? Pues, con actores (o fans) emulando los numeritos en simultáneo y la audiencia reventando globos, tirando arroz o papel picado, disparando pistolas de agua, prendiendo linternas, haciendo sonar campanillas, maracas; todo en el instante preciso y como parte de una liturgia sin santidad.
Empero, sacudiéndose la nostalgia (siempre tendremos... ¿los registros en DVD?), queda la novedad: porque, de cara a la inminente llegada de Halloween y a pasitos del 40 aniversario del film, la empresa de cosméticos oriunda de Canadá M.A.C. anunció la salida de una colección temática que âte transformará en un cientÃfico loco que ha cambiado de sexo, una heroica recién casada, un alien o el jorobado Riff Raff, gracias a una orgÃa de colores digna del castillo de Frankensteinâ. O, en otras palabras, gracias a delineadores, lápices de labios, brillantina y otras bondades del maquillaje artÃstico. Lo necesario para entrar en personaje y canturrear âNo se dejen engañar por mi apariencia; no juzguen a un libro por la portada. No seré muy masculino a la luz del dÃa, pero por la noche soy un amante endiablado. Sólo soy un dulce travesti de la transexual Transilvania, laralaráâ... AsÃ, asociada con Twentieth Century Fox Consumer Products, la firma ofrecerá una lÃnea de 21 piezas, con vampÃrica paleta de sombras para ojos, pestañas postizas y todo lo necesario para multiplicar las criaturas de la noche.
Y aunque, tristemente, el kit no incluye la boca imposible de Curry (¡o sus piernas!), sà propone preservar el espÃritu transgresor de la cinta: âun clásico acerca de la transformación, la diversidad, la individualidad y la fantasÃa, todos elementos que son parte del ADN de M.A.C.â, en palabras de James Gager, vicepresidente de la compañÃa. CompañÃa que, por su parte, lleva años cosechando una famita pop y que, para su última colección, se inspiró en... Marge Simpson. Y que ahora cambia el foco de atención hacia el famoso dominatrix y su troupe sci-fi, para jarana del fiel, fiel fandom.
âEs difÃcil creer que casi han pasado cuatro décadas desde que lanzamos The Rocky Horror Picture Show pero, a medida que nos acercamos a la fecha, notamos que la pelÃcula es tan escandalosamente entretenida y relevante como lo fue desde el comienzoâ, comentó el productor ejecutivo Lou Adler, a cuento del lanzamiento cosmético anunciado para los primeros dÃas de octubre. Y agregó: âSin duda, ha adquirido vida propia, y continúa trascendiendo generaciones, manteniendo un sólido lugar en la cultura pop, año tras añoâ.
TantÃsima razón: porque, aunque excusados por la edad, ni los purretes han quedado al margen, en tanto y cuando dos hitos juveniles contemporáneos se han encargado de dar parte de la existencia de Rocky en forma de homenaje o referencia (léase, guiño cultural): en 2010, la tira sensación Glee hizo lo propio en el capÃtulo tributo The Rocky Horror Glee Show que, aunque suavizando pilchas, letras de canciones y sin animarse a travestir a sus protagonistas, reprodujo buena parte del repertorio. Luego, Las ventajas de ser invisible, precioso exponente del movimiento Young Literature llevado al cine, aportó escenitas donde el guaperas Ezra Miller se hacÃa el Dr. Frank-N-Furter mientras Emma Watson ponÃa el cuerpo a la Janet de Susan Sarandon. Ergo, nuevas generaciones, notificadas. Y las demás, evocando ya a Magenta, Riff Raff o Frank, a la espera de la salida de un kit que les permitirá emular parte del talento de Pierre La Roche, make-up artist personal de David Bowie y creador original de los diseños de la primera puesta Rocky. Qué antic-i-pación...
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