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Una compañÃa permanente. Una cara familiar, como un vecino a quien se saluda todas las mañanas. Es ese perfume a cercanÃa el que inunda la pantalla cuando aparece la cara de Sandra Borghi, movilera del canal Todo Noticias desde 2002. Ha cubierto tantas desde entonces que seguramente la vimos en el monitor mudo de un bar, desde nuestra cama en una madrugada insomne, al mediodÃa, al amanecer, en una repetición... Un loop que habla a la velocidad del viento y siempre en potencial, con ese picante del último momento aunque la noticia haya pasado hace dos dÃas. Ese es el entrenamiento de Sandra, una soldada del breaking news, famosa desde el dÃa que no se dejó robar un entrevistado por otro noticiero y le sacó sistemáticamente la cucaracha de la oreja para marcar cancha al grito de âPedro, noâ.
Pero ahora Sandra dio un gran salto. Nos muestra otra faceta desde Nosotros al mediodÃa, magazine que tiene al frente al señor que se hizo famoso por divorciarse de su esposa, Fabián Doman. Con su credibilidad y su defensa acérrima del código de la calle como principal bandera, con el pelo ahora lacio y la ropa que toda conductora debe llevar para estar a tono, para Borghi es tan apasionante hablar de la moda de las botineras como de una historia de vida de ésas que hacen mojar los ojos. Tan conmovida estaba con el relato de Ivo Cutzarida que aplaudió el abrazo del conductor y lo arengó a Ivo a que tire más verdades, âporque estamos en democraciaâ, le dijo. Pero a los pocos dÃas reflexionó y sintió que tal vez Ivo habÃa ido demasiado lejos, asà que lo interrogó con vehemencia y sin titubeos: â¿Vos te creés que sos el Ivo de la gente?â. Cambios de opinión de una periodista que hace de la doxa su marca registrada: se indigna, se entristece, le âsale la tanadaâ como ella misma confiesa con orgullo, reflexiona en voz alta como cualquier doña de su casa y desfila coqueta cuando el anfitrión se lo pide, como cuando fue a lo de Mirtha y criticó a su ex compañera Karina Jelinek, con esa honestidad brutal que la caracteriza: âEs poco profesional, yo lo dije desde el primer dÃaâ, avisó moviendo la cabeza para todos lados, con esa irritación del que siempre la pega en las predicciones y nunca lo escuchan.
Y asà se va haciendo escuchar Borghi, en esa construcción a paso de hormiga que fue haciendo de su figura, tan cercana y tan real, al resto de los mortales. Porque se sabe, los y las movileras son esa especie que tiene que ganar el territorio a fuerza de oficio y mucha agilidad, algo que Borghi destila y que supo conservar por tantos años, siendo que la suya es una tarea en general de tránsito y no de permanencia. Permanece y se renueva, haciendo del primer plano el mejor de sus perfiles, porque ahà es donde puede mostrar el rictus abrumado por la ola de inseguridad, la sorpresa por la confesión de Dady Brieva amando la marihuana y esa molestia leve que les imprime a los comentarios sobre las chiruzas de turno, siempre tan volátiles con sus dimes y diretes, tan intrascendentes.
Si el Twitter es una ventana al diario Ãntimo contemporáneo, Borghi tuitea poco pero retuitea mucho, au contraire de lo que hace al aire, donde parecÃa ser la primera de la fila para tirar su magia de mujer común. Cadenas de oración, fotos de su look y la publicidad de sus talleres de movilero/a, un proyecto que la tiene entusiasmada para terminar el año, y un mensaje de Karina Olga del 13 de agosto, que le agradece el regalito que le hizo Borghi, al comienzo del programa que las tenÃa unidas. Asà es Sandrita, primero te hace ojitos y después, si es necesario, te da un palazo en la cabeza, como cualquier hija de vecina, como vos, como yo, como la televisión, ese cuadradito que la hizo tan popular como sólo alguien que siempre dice la verdad se merece.
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