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Mientras el proverbio persa reza que âla paciencia es un árbol de raÃz amarga pero de frutos muy dulcesâ, el castellano resuelve: âPoquito a poco hila la vieja el copoâ, dando por moralina las bondades de aguardar. Y sà que ha aguardado la artista documental Willeke Duijvekam (1968) para dar por finiquitado un proyecto personal madurado por la buena conciencia y la imperturbabilidad. Porque muchos años necesitó para cosechar una determinada serie fotográfica, su exposición itinerante y un ârecienteâ libro acorde, al igual que laureles varios como el World Press Photo Award. Bajo el nombre Mandy & Eva, la mentada seguidilla de imágenes captura la adolescencia toda de dos jovencitas transgénero que, nacidas niños, abrieron la ventana de su cotidiano durante más de seis años. Tiempo que la holandesa graduada de la Academia de FotografÃa de Amsterdam dedicó a cimentar confianza y eternizar la sutileza del cambio y la intimidad.
âPara ir más allá de la superficie, W. D. se dedica a un tópico durante largo tiempo, tomando la emoción como guÃaâ, explica la bio oficial de una Willeke âfascinada por la relación entre cuerpo y mente, y por la iración que genera el coraje de aquellas teens que se niegan a que sus vidas sean regidas por las expectativas de la sociedadâ. Para hacer patente el encanto ây el advenimiento en hermosas mujeresâ, la artista sólo necesitó retratarlas en sus actividades diarias o, para el caso, absortas en sus propios pensamientos con el correr de los dÃas. Llegando, incluso, al espacio sagrado de cualquier adolescente: sÃ, sÃ, el dormitorio. âLa diversidad es lo que me atrae al momento de acercarme a las personas y, al mismo tiempo, reconocer las similitudes que todos compartimosâ, remata una apacible Duijvekam.
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