âYo ya tenÃa el dato de que iba a la Selección mayor antes del partido con España en el Mundial de Holanda, aunque podÃa jugar un año más en el Sub-20. Lo cito en mi habitación, me siento en mi escritorio, lo siento allá y le digo: âMe llamó el maestroâ. Me mira y prosigo: âEl maestro es Pekerman. En el próximo partido de la Selección mayor vas a ser citado. Pero primero tenemos que hablar de este Mundial. Este es un secreto entre vos y yo, ¿eh? Y si sabe el técnico que yo lo dije, me mataâ. Puso una sonrisa y se fue. TenÃa esa comunicación, es de pocas palabras. Yo me comunicaba mucho con dibujos. En el Mundial 2006 me acuerdo de que le dibujé un auto de Fórmula Uno: tenÃa que dar muchas vueltas todavÃa. No era el momento de él para ganar la carrera. El no lo aceptaba, pero lo escuchaba y se guardó el dibujo.â 5l241e
(El profesor Gerardo Salorio)
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El periodista argentino Luis Calvano recuerda encontrarse con Messi en su primera convocatoria de camino al campo de entrenamiento. Fue en Budapest, en la previa del partido de su debut, el de la expulsión. Leo habÃa sido el primer futbolista en llegar desde Europa y andaba medio solo. âYo caminaba detrás de él. Ibamos rumbo al campo de juego del estadio Puskás ârecuerda Calvanoâ. Ahà se cruzó con otros jugadores, que habÃan ido directo a la cancha desde el aeropuerto y no desde el hotel como Leo, porque los vuelos se demoraron. Me dieron ganas de presentarlo, porque un par lo pasó de largo sin saber quién era. El caminaba como siempre: cabizbajo, pegado a la pared. El primero que lo reconoció fue Luciano Figueroa, quien lo abrazó y empezó a presentar al resto que iba llegando.â En ese primer entrenamiento pasó por las pruebas tácitas y colectivas de siempre para los nuevos: no recibió la pelota de sus compañeros, debió aceptar la jerarquÃa, se puso al final de la cola en las comidas. Quien supera eso puede considerarse, a todos los efectos, internacional argentino. âYa en la práctica, Messi refunfuñó varias veces porque no le daban la pelota, mientras Pekerman le pedÃa que, en vez de enojarse, se mostraraâ, continúa el periodista. Se estaban jugando todos, no sólo Messi, su presencia en los últimos partidos de Eliminatorias antes de la Copa del Mundo, que se iba a celebrar nueve meses después. Pero la sospecha generalizada era que, tras su excepcional Mundial juvenil, Leo no podÃa faltar.
Desde muy pronto, el presidente de la AFA, Julio Grondona, habÃa reconocido que el talento de la Pulga lo iba a convertir en figura de la Selección. La rápida organización de los dos amistosos Sub-20 adelantándose a España marcó el camino del apoyo institucional. Si a Diego Armando Maradona Grondona tuvo que aprender a manejarlo, Leo iba a ser su hijo predilecto, su creación. âYo quiero que éste sea el equipo de su hijosâ, le comentó a Jorge Messi en una ocasión. âArgentina será tu equipo y te harán capitánâ, le anunció a Leo.
Efectivamente, tras su debut de noventa y pocos segundos en el verano de 2005, la Pulga fue habitual en las convocatorias de José Pekerman, que consiguió clasificar a los suyos para el Mundial de Alemania. Los tÃos de Messi, siendo éste un niño, le solÃan decir, âen jodaâ, que iba a jugar esa Copa del Mundo. âAsà quedó la fecha, pero en chiste, nunca me imaginé que iba a jugar uno y menos tan rápidoâ, contó Leo años después.
Como ocurre en el mundo anglosajón y quizá como remanente de aquella cultura, en la psique argentina el brazalete de la Selección albiceleste tiene mucho peso, es el faro del grupo. En ese Mundial el capitán era Juan Pablo SorÃn. Y mientras la capitanÃa cuente con el apoyo de los veteranos y de los jugadores de más peso, el del brazalete es el ganador de cualquier enfrentamiento.
Asà se explica en la Argentina la ausencia de Juan Sebastián Verón en las convocatorias premundialistas y en la plantilla final para Alemania: âLa pelea entre Juan Sebastián Verón y Juan Pablo SorÃn en medio del partido entre Inter y Villarreal âvista por millones de televidentes de todo el mundoâ desnudó una herida interna bien profunda en la Selección Argentina âse leÃa en ClarÃn en abril de 2006â. Una que deja adentro a SorÃn âincluso es el capitánâ y bien afuera a Verón. Todo mientras desde el entorno del jugador del Inter aseguran que SorÃn es el principal responsable de la no presencia de Verón en las últimas convocatorias...â
Verón habÃa sido muy influyente con el seleccionador Daniel arella y el referente absoluto con Marcelo Bielsa, incluso cuando el capitán era el central Roberto Ayala. Pero el volante central dejó de ser convocado desde la Selección de Pekerman y éste, a diferencia de Bielsa, que dejaba votar a los futbolistas, escogió a SorÃn ignorando las presiones de algunos de los veteranos para que cediera la cinta a Ayala. Asà de polÃtico es el asunto.
Y las jerarquÃas están para ser respetadas. Leo Messi sabÃa lo que ocurrÃa, pero lo miraba todo desde la distancia de su grupo, el de los nuevos: junto a Oscar Ustari, fue el único menor de veinte años en acudir a aquel torneo.
Lejos del césped, se movÃa un paso por detrás del resto, medio invisible. SabÃa que, como le habÃa ocurrido en el vestuario del Barcelona, debÃa pasar por la habitual fase de aprobación general. El paso adelante que habÃa dado en el Barça se convertÃa, de momento, en un paso atrás con Pekerman. Estaban ahà para aprender y esperar su turno.
âJúntese con el equipo, Leoâ, le recomendaba Pekerman, pero Messi preferÃa sentarse con Ustari, Pablo Zabaleta o incluso Javier Mascherano, con quien congenió al instante. âLa primera vez que lo vi fue justo antes del Mundialâ, recuerda el hoy jugador del Barcelona. Pese a estar lesionado, Pekerman pidió a Mascherano que se juntara con el grupo en Suiza, donde Argentina iba a disputar un amistoso contra Inglaterra. âEn ese viaje pasamos varios dÃas juntos. Primero nos vimos en su habitación de hotel; la verdad es que no salÃa mucho de su habitación. Era tan callado, tan introvertido... TenÃamos amigos en común y eso ayudó con la conversación. Pero al ser nuevo, le costaba más.â A Leo lo avergonzaba pensar que se metÃa en el medio, no querÃa molestar. âYo también era joven, tenÃa veintidós años âcontinúa Mascheranoâ. El, dieciocho. A partir de ahà crecimos juntos y nos hicimos buenos amigos.â
Y mientras tanto se definÃa el conjunto final de un modo muy argentino: Pablo Aimar habÃa realizado una buena temporada en el Valencia, pero quedó afuera por una meningitis aguda en abril de 2006 que lo dejó muy débil. Como consecuencia de ello, faltó a una concentración de la Selección en mayo, en la población española de Boadilla. Pekerman habÃa decidido en un principio no convocarlo para el Mundial y justificaba su ausencia por sus problemas fÃsicos. Los cabecillas, liderados por Juan Román Riquelme, se pusieron firmes y su âconsejoâ fue finalmente aceptado por el seleccionador. AsÃ, Aimar, el único referente reconocido por Leo, fue llamado para el torneo; iban a compartir vestuario.
âCuando fui creciendo y entendiendo más, fui estudiando los movimientos que hacÃa, cómo jugaba. Lo seguÃaâ, ha reconocido Leo, que tiene en casa todas las camisetas que ha podido conseguir de Pablo Aimar (Benfica, Valencia, Selección). En esa temporada que acababa, Leo esperó a Pablo para pedirle la del Valencia. âDeberÃa ser yo el que las coleccionaraâ, dice hoy el ex River.
Leo, incluido en el conjunto final, también llegaba al Mundial muy justito. Tras desgarrarse contra el Chelsea en marzo, volvió a recaer en abril, y (Frank) Rijkaard no lo vio en forma en mayo para la final de la Liga de Campeones. No tenÃa ritmo de competición, pero no querÃa estar en la Selección para acompañar. Deseaba ayudar, dar lo que incluso no tenÃa derecho a dar a su edad y con su estado fÃsico.
Unos dÃas antes de viajar a Alemania, en un amistoso de la Selección con un combinado Sub-20 en el estadio Monumental, Pekerman le hizo jugar la última media hora del partido para ver en qué forma se encontraba tras setenta y nueve dÃas parado. Era también una manera de destensarlo: el seleccionador trataba de ese modo su obvia ansiedad por participar. Acabó el partido con normalidad. Se dirigió al túnel abatido, a toda prisa. Y se puso a llorar.
* Nominado al Sports Year Books Award en el Reino Unido.
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