Domingo, 17 de octubre de 2004
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Abuelito dime tú 74z5x
Rolling Stones: Los viejos dioses nunca mueren
Stephen Davis
Man Non Troppo
492 páginas 5u145p
Por Mariana Enriquez

Los viejos dioses nunca mueren de Stephen Davis (biógrafo de Led Zeppelin y Aerosmith) es la última biografÃa de los Rolling Stones. Se proclama âdefinitivaâ, pero tal cosa es imposible, dado que los abuelos están preparando una nueva gira ahora que Charlie Watts acaba de recuperarse de un cáncer de garganta. Davis istra la información de modo que todos puedan obtener satisfacción: incluye datos técnicos y musicales duros, una mirada sociológica y mucho romanticismo maldito para los nostálgicos de los â60, con la catarata de nombres célebres que conformaban el entorno Stone: Andy Warhol, la crema del Swinging London, Bob Dylan, Gran Parsons, Jean-Luc Godard, Ry Cooder âque los odiaâ, Pier Paolo Pasolini, William Burroughs, Terry Southern, Paul Bowles âque les tuvo miedoâ, Catherine Deneuve, y un largo etcétera. Su pintura de los Stones es predecible: Brian Jones, un violento loco talentoso; Mick Jagger, un playboy y lúcido hombre de negocios; Keith Richards, un adorable y temible caballero; Ron Wood, un bufón. Charlie Watts y Bill Wyman son un misterio como de costumbre. He aquà algunas de las perlas más raras y jugosas de esta biografÃa no total pero sin dudas la más completa hasta el momento:
Drogas El detalle más elegante: âDurante las actuaciones se disponÃa de rayas de cocaÃna y heroÃna cuidadosamente delineadas sobre los amplificadores y se despedÃa a cualquier encargado del equipo que equivocara la ubicación o las volara accidentalmenteâ.
Muertes Davis alimenta la teorÃa conspirativa sobre la muerte de Brian Jones âa los 27 añosâ con nuevas declaraciones de testigos: sostiene que el guitarrista fue asesinado por uno de sus colaboradores, que habrÃa confesado en el lecho de muerte. Promediando el libro, del entorno Stone empiezan a caer como moscas: la baja más impresionante la protagoniza Donald Cammell, director de Perfomance âmÃtica pelÃcula protagonizada por Mick Jagger a fines de los â60â. Se suicidó de un tiro, mirándose al espejo, y sus últimas palabras fueron: â¿Ves a Borges?â
Sexo Claro está, hay mucho, muy diverso y endogámico. Pero el capÃtulo más divertido está dedicado a la larga juerga con Margaret Trudeau, esposa del primer ministro de Canadá, Pierre Trudeau, que dejó todos sus deberes como primera dama para seguir a los Stones en 1977. Además de las noches bebiendo champagne y fumando hash, ofició de fotógrafa de los Stones: âSentada delante de la banda, Margaret retrató a Mick con la cremallera de su pantalón bajada hasta el pubis mientras jóvenes damas le acariciaban con cariño la entrepiernaâ.
Traiciones El fiel manager de giras Bill Graham fue echado por Mick Jagger cuando pudo ofrecerles âsóloâ 16 millones de dólares en 1989: otro promotor les garantizaba 18. âSuplicó y preguntó cuál era la diferencia después de veinte años juntos en la industria. âDos millones de dólares, Billâ, respondió Mick Jagger.â
Justicia Una noche de 1984, Mick Jagger, borracho, llamó por teléfono a Charlie Watts, gritando: â¿Dónde está mi bateristaâ. âCharlie se levantó, se afeitó, se puso una camisa blanca limpia y un traje cruzado a medida, se anudó la corbata y se calzó unos zapatos hechos a manoâ, cuenta Keith Richards. âEntró, y le puso un gancho de izquierda a Mick que lo tiró encima de una bandeja de salmón ahumado. âNo me llames tu bateristaâ, gruñó Charlie. âVos sos mi cantanteâ.â
Desperdicio Stephen Davis sólo menciona al pasar una orgÃa entre cuatro hombres negros, Mick Jagger y David Bowie. Una pena. Y sólo le dedica un párrafo a la Argentina, paÃs Stone por excelencia. Un olvido imperdonable.
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