Un cruce de caminos resulta este libro, de esquinas que van y vienen en la memoria, de músicas donde las baladas y los tangos resuenan allà como lo indica la tapa. Ahà se recorta una silla de bodegón en Buenos Aires o en Montevideo donde se intuye ese acorde entre muros, donde se ven fotos de los Ãdolos, donde el silencio también es música; territorio donde los parroquianos tienen una forma particular de ir y venir en la memoria. âYo manejo el deseo con mis riendasâ, dice el poeta con adjetivos que se asemejan a juguetes, luces donde lo cotidiano se vuelve mágico. 2r3tx
Mario Benedetti (1920-2009), uno de los uruguayos más universales y el que escribió uno de los más bellos poemas de amor de nuestro continente, âA la izquierda del robleâ, juega aquà sus últimas cartas antes del fin. âMe quedo con el amor por si las moscasâ, escribe, y uno como lector se aferra a esa imagen puntual de los caminos yendo y viniendo como un vaivén eterno, su colección de sueños transparentes, los abrazos como candados y el laberinto que de una u otra manera exploran los grandes autores.
Hay en BiografÃa para encontrarme una ironÃa constante para sà mismo, un declarar que vale la pena despertar lo mejor de nosotros para dar con los demás, con el prójimo y es lo que en todas las imágenes trabaja el poema âLa guitarraâ dedicado a su hermano Raúl (âLa guitarra llegó como un consueloâ). Suena el libro como una ruta del alma donde coexisten el silencio y el futuro. âMi paÃs es un rÃoâ dice, y es imposible no evocar el gran poema âAdagio a mi paÃsâ, que escribió y cantó Alfredo Zitarrosa donde una y otra vez la tristeza construye sentido (âen mi paÃs somos miles y miles de lágrimas y de fusilesâ). En una suerte de evocación al lÃmite podrÃamos ver a Mario y Alfredo sentados en ese bodegón compartiendo una cerveza uruguaya (la mejor del mundo) diciendo poemas en voz alta de Idea Vilariño, poemas al borde del quicio sentados en morro, desplegando ternura. Creemos que está cerca lo lejano, observa el poeta mientras el destino va tejiendo sus últimos pinceladas, Mario está de pie mirando el puerto de Montevideo, las parejas volverán a leer: âNo sé si alguna vez les ha pasado a ustedes/ pero el JardÃn Botánico es un parque dormido/ en el que uno puede sentirse árbol o prójimo siempre y cuando se cumpla un requisito previo. / Que la ciudad exista tranquilamente lejosâ. O volverán a sentir los presagios de un nuevo dÃa, las jornadas sin amor en la oficina, la lucha contra el tedio y las banderas que por cierto nunca dejó de lado.
Premio Reina SofÃa, Premio Internacional Menéndez y Pelayo, ambos de poesÃa, doctorados honoris causa en diversas universidades de Alicante, La Habana y Montevideo, dan cuenta de algunos de sus logros en su trabajo con las palabras, la maravilla de lo cotidiano y el reflejo de los poemas como susurros al oÃdo de un caminante con sed y ansias de comprender el mundo.
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