âTú eras bella. ¡Claro que eras bella! Ahora, en esta absurda posición de la que no te moverás más, maltratada por dolores y castigos, eres fea. Horriblemente fea. Pero tú eras bella. Siempre es satisfactorio haberlo sido.â Ese es un breve fragmento de La ruta de su evasión; según muchos crÃticos, una de las obras más adelantadas de Latinoamérica en lo que refiere a técnicas literarias, aunque no tan aclamada por su contenido. Pero, además, se trata de uno de los pocos libros que pueden encontrarse en el mundo de Yolanda Oreamuno, una extrañÃsima escritora de Costa Rica que murió en México a los 40 años, y que cuenta en su bibliografÃa casi fantasma con montones de tÃtulos âtiene todo un Ãtem llamado âliteratura dispersaââ que nadie duda en incluir aunque nadie los leyó, a tal punto que pocos saben si en verdad existen. PodrÃamos ir más lejos y decir que esa única novela hallable, La ruta de su evasión, fue el único hueso, la única pista que pudo seguir Sergio RamÃrez para escribir su nueva novela, La fugitiva, sobre una escritora sospechosamente parecida a Yolanda, también costarricense, también muerta en México, pero de nombre Amanda Solano. 1k6861
Abogado y miembro ilustre de la âgeneración de la autonomÃaâ de Nicaragua (que formó a varios de los lÃderes fundadores del Frente Sandinista), elegido en 1984 vicepresidente de su paÃs por el Frente Sandinista de Liberación y autor de la novela Castigo divino âque le valió el premio internacional Dashiell Hammettâ, y de Margarita, está linda la mar âcon la que se adjudicó el premio Alfaguara 1998â, Sergio RamÃrez vuelve a lo que mejor sabe hacer: mezclar los tantos entre ficción y realidad con libros que, sin constituir novelas históricas, piden a gritos prestar atención al contexto social y polÃtico.
Pero en esta oportunidad RamÃrez sorprende al escribir su primera novela absolutamente femenina: tres mujeres, tres personajes âuna de las cuales es, en la misma ficción, una cantante que trabajó con Almodóvar y dice ser amiga de Liz Taylorâ son entrevistadas por un escritor para aportar datos sobre la mujer inasible, esta escritora extremadamente bella, con mucha mala suerte en el amor, llena de signos de pregunta y obsesionada con la lectura de Proust. Con una vocación y confianza literaria que no logra plasmarse en su escritura, esta escritora a la que podrÃamos llegar a comparar con la argentina Emilia Bertolé por su belleza y escasa obra literaria, nació en San José el 8 de abril de 1916, no conoció a su padre pero sà muy bien a su padrastro, quien la violó cuando era una niña. En esta búsqueda incesante âel tÃtulo recobra el nombre del sexto tomo de la obra maestra de Proustâ RamÃrez logra tejer en el mundo de la fantasÃa inteligentes y certeras relaciones con la enigmática realidad de Yolanda. Averigua, por ejemplo, que el primer trabajo en prosa de Amanda fue â¿Qué hora es?â, en el que se burlaba de la chatura mental de los costarricenses. Según la ficción, Amanda Solano murió un domingo de julio de 1956, el mismo año en que nació en Costa Rica âel niño un millónâ, a quien lo llenaron de regalos por esa mera coincidencia numérica. Pero con el correr del tiempo lo volvieron a encontrar y descubrieron que se habÃa vuelto un alcohólico nefasto que maltrataba a su mujer y habÃa sido guardia civil. En cambio, el dÃa de su muerte, en la casa funeraria se equivocan y le ponen a Amanda el nombre Amada, para ser enterrada, finalmente, en una tumba sin nombre, con un número muy difÃcil de recordar, en el más completo anonimato.
En esta novela, Sergio RamÃrez consagra en cierta forma su trabajo y su búsqueda literaria: su obsesión por mezclar la historia y la ficción, biografÃa y literatura. Pero lo más valioso es que lo hace saliéndose de su propio eje, configurando tres voces femeninas tan auténticas como distintas, y el espectro de un fantasma tan lejano como entrañable.
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