La publicación en un futuro cercano de las obras completas de Antonio Tabucchi, más que Ãndice deberÃa incluir un planisferio. Es que son muchas las ciudades de todo el mundo que aparecen a lo largo su obra, incluyendo también Buenos Aires en algunos de los cuentos del excelente El juego del revés. Pero, además, el instante exacto en que se convierte en escritor lo encuentra precisamente de viaje, un verdadero giro del destino al descubrir un ejemplar de Tabacaria, poema de Pessoa mientras paseaba a orillas del rÃo Sena en ParÃs. Desde ese entonces Tabucchi, que estudiaba FilosofÃa y Letras en la Universidad de Pisa, decidió tirar todos los libros y apuntes para emprender un viaje con un Fiat 500 a Lisboa, donde se consolidarÃa para siempre no sólo su filiación con el gran poeta de los heterónimos sino también su incondicional amor por Portugal, una obsesión que, en cierta forma, lo vuelve una especie de hermano mellizo de José Saramago, a tal punto que ese domingo 25 de marzo, en el que falleció a los sesenta y ocho años, la periodista y viuda y traductora de Saramago, Pilar del RÃo, manifestó por Twitter: âHemos perdido a un gran escritor, un resistente. La libertad era para él valor indiscutible y la luchóâ. A tal punto que sus restos fueron enterrados en Lisboa. 4w5h32
Por todo eso, resulta notable que, al menos en idioma español, el último libro en publicarse de Tabucchi sea Viajes y otros viajes, una recopilación, reelaborada y corregida, de más de cincuenta artÃculos publicados entre comienzos de los noventa y finales del 2009 en los diarios italianos Corriere della sera, La Repubblica y también en la revista Grazia Casa. De Florencia a ParÃs, de Madrid a Barcelona, de Nueva York a Kioto, de El Cairo a Rio de Janeiro, este libro constituye una impactante guÃa de turismo donde se mezcla la experiencia de vida âTabucchi es de los viajeros que gustan de ir a pie para impregnarse del aire de los centros turÃsticos que visitaâ con un notable conocimiento del arte y la cultura. AsÃ, mientras ofrece algunos consejos prácticos para visitar cada uno de los lugares que recorre âno olvidar llevar prismáticos al Museo del Prado en Madrid ni visitar la capital de Egipto con el asesoramiento de una buena agencia de viajes, por ejemploâ, Tabucchi también regala la sabidurÃa de sus lecturas no tan frecuentes âaconseja leer con atención La Plaza del Diamante de Mercè Rodoreda, âla mayor escritora catalana contemporáneaâ, asegura, y Todas las mañanas del mundo de Pascal Quignardâ, y hasta se hace un lugar para reflexionar acerca de la historia vinculada con la idiosincrasia de cada lugar del mundo âla notable producción de olivo en Creta fue fundamental para la caÃda del nazismo, ya que en 1941 los cretenses resistieron la invasión alemana gracias a una especie de hoz que usaban para el cultivo, aniquilando heroicamente al batallón de nazisâ. Y también da rienda suelta a su interpretación, como cuando al referirse al distrito de Maramures, la zona de los Cárpatos del noroeste de Rumania, asegura que ahà se toman la muerte con mucho sentido del humor, para luego rematar con un âno en vano Rumania es el paÃs de Tristan Tzara y de Ionescoâ.
Tampoco faltan en este libro algunas claves que regala Tabucchi acerca de su propia obra, sobre todo de una de los dos libros que aseguraron su consolidación a nivel internacional, Réquiem: âAdemás de una alucinación, la novela es también un vagabundeo, un paseo errático a través de la ciudad de Lisboa que no responde a lógica topográfica algunaâ.
Ese vagabundeo, ese perderse en las calles que, según Walter Benjamin, constituÃa la mejor forma de conocer una ciudad, es lo mejor que tiene para ofrecer este libro, una obra de consulta que se disfruta en toda su plenitud leyéndola sin orden, de manera caótica y desordenada, tal como llega la información de diversa Ãndole cada vez que arribamos a un lugar desconocido.
âLa xenofilia es exactamente lo contrario a la xenofobiaâ, aclara en uno de los artÃculos Tabucchi, y ese amor por las cosas ajenas tan intrÃnseco a su vida le depara en este libro un lugar privilegiado a tres paÃses que, por diversa razón, tuvieron especial significación en su vida: La India, Australia y, por supuesto, Portugal.
Pero, se sabe, viajar es uno de los verbos más abiertos y transitivos que existen; Tabucchi âquien uno de los aspectos que más lamentaba de su enfermedad era, justamente, la imposibilidad de poder viajarâ lo sabÃa muy bien y también ofrece, hacia el final de este volumen, formas alternativas de viajar: viajes por interpósita persona âsitios que no llegó a conocer en persona sino gracias a una anécdota o determinada lecturaâ, viajes imaginarios âciudades tan mitológicas y vigentes como Atlántidaâ y también viajes simbólicos, un capÃtulo en el cual, por ejemplo, realiza una excepcional lectura de la Buenos Aires mitológica y anacrónica de los primeros libros de poesÃa de Jorge Luis Borges.
Aunque parezca mentira, la publicación de este libro es anterior a la muerte de Tabucchi, a tal punto que, en la solapa, sólo encontramos la fecha de su nacimiento, en 1943. Sin lugar a dudas, esa extraña coincidencia es un acto de justicia poética para un escritor cuya vida y su obra estuvieron marcadas, en iguales proporciones, por los viajes. Por lo demás, nunca mejor dicho, viajar es morir un poco.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.