Un Borges criollo, joven, nacional y hasta, si se estira un poco la cosa, popular. Un Borges de tema argentino, de tardes, cuchillos y tapiales. Sencillo. Y otro Borges de pronto europeizado ferozmente, que borra con el codo lo que escribió con la mano. Más clásico, artesano del cuidadoso artificio. Un Borges universal. Canónico. 62482o
La idea de que hay dos Borges no es nueva y fue probablemente el propio Borges quien más supo explotarla a lo largo de su carrera. Asà y todo, el libro de Norberto Galasso tiene varios méritos evidentes: por empezar, sigue la indagación desde el comienzo al fin a lo largo de las décadas, sin desmayar y sin caer en la lectura prejuiciosa de las declaraciones públicas más tremendistas de Borges sobre el peronismo y la dictadura. Por otro lado, es quizás el primer libro importante sobre Borges, casi podrÃa decirse una biografÃa de artista, que toma en cuenta todo el corpus posterior a la muerte del escritor, es decir, todo lo que se dio a conocer desde los años â90 del propio autor y también los trabajos de Horacio Salas, MarÃa Esther Vázquez, Alejandro Vaccaro, entre otros y, desde ya, el Borges (2006) de Bioy, el auténtico âaleph engordadoâ. Todos estos libros sirven de referencia y diálogo al trabajo de seguimiento de Galasso, que, dicho sea de paso, contiene varios hallazgos o redescubrimientos notables, como el de las obras de Ramón Doll o Brandán Caraffa; el primero, el más temprano crÃtico del giro borgeano; el segundo, un amigazo a quien Borges negó cuando se hizo peronista (pero que siguió yendo a visitar a la madre, doña Leonor).
Entonces, la indagación de Galasso se va a mover en cierta periferia de la obra borgeana: todo lo que sucedió antes de convertirse en el cuentista de Historia universal de la infamia, Ficciones y El aleph (salvo el cuento âHombre de la esquina rosadaâ), y sobre todo buscará las explicaciones del cambio, que asociará a la âsuperestructura culturalâ de un âpaÃs semicolonialâ, y que en el caso concreto de Borges ligará al o con Victoria Ocampo (Borges será una de las lÃneas destacadas de los primeros años de Sur, en la década del treinta) y la amistad con Adolfo Bioy Casares, a quien el propio Borges atribuirá haberlo convertido en un escritor más clásico a pesar de ser el menor.
Galasso se sumerge en el Borges que expurgó los primeros libros de poesÃa (Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente, Cuaderno San MartÃn) y que eliminó de las obras completas los ensayos de Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos. Estos libros precisamente fueron publicados en los años â90 tras las negociaciones de Kodama con Seix Barral. Y también figuran todas en las obras completas publicadas en francés. Borges operó sobre su obra en castellano.
âEn la actualidad, recurriendo a Emecé, Sudamericana y Seix Barral, es posible enterarse de que Borges, en sus años juveniles, se habÃa expresado a través de una literatura distinta a la que cultivó luego el Borges maduro y también comprobar que el Borges que gusta a los lectores es el de aquellos añosâ, considera Galasso en el prólogo. Este Borges posterior continuó publicando ây también opinando polÃticamenteâ y mientras aumentaba su valoración en los sectores medios de Buenos Aires, tan adictos a las traducciones y a los best-sellers extranjeros, se ahondó un cierto rencor por parte de la militancia del campo nacional por su desdén hacia nuestras luchas y hacia los trabajadores en generalâ.
El viaje que propone Galasso arranca en la fascinante década del veinte, donde se forjaron las lÃneas maestras del pensamiento y la literatura nacionales. Borges no fue para nada ajeno a todo ese movimiento. Lo impulsó, lo protagonizó; hoy se dirÃa: intervino. Sus permanentes operaciones empezaron muy temprano, con su adhesión al criollismo y su infatigable lectura de otros escritores, en especial de los poetas. Es muy recomendable complementar la lectura del Borges de Galasso con los volúmenes de textos recobrados, en especial el primero, que abarca de 1919 a 1929. Casi todo lo que se discute aquà está ilustrado y sustentado en esos textos muchas veces manipulados en vida por el propio autor.
Quizá lo que se puede señalar es que Galasso no llega a evaluar totalmente que ese Borges de âtema argentinoâ albergaba un núcleo conservador muy fuerte (de hecho, concilió anarquismo y conservadurismo), con lo cual no serÃa tan extraño el giro de los años posteriores. Son hipótesis. Algo similar podrÃa decirse que sucedió con Manuel Gálvez, salvando las distancias. Es muy alentador por cierto que Borges siga dando que hablar y que todavÃa haya ganas de discutirlo. La posibilidad de una ârecuperaciónâ nacional le habrÃa puesto los pelos de punta al viejo Borges, pero no es una conjetura descabellada.
© 2000-2022 pagina12-ar.informativomineiro.com|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.