Lorrie Moore celebró la aparición en 2007 de Algún dÃa este dolor te será útil, cuyo protagonista es un adolescente, y la corrió del encasillamiento comercial que la dirigÃa hacia el público âYoung Adultâ âlo que llamamos literatura juvenilâ con una gran frase: âBalanceada entre la niñez y la adultez, la adolescencia se queda ahà por un tiempo corto aullando como un perro. Con el tiempo, simplemente queda enterrada. Pero enterrada vivaâ. Peter Cameron es un escritor norteamericano que cultiva el bajo perfil. Voluntario de varias ong, después de estudiar Literatura Inglesa y mientras trabajaba en el mundo editorial, comenzó publicando cuentos en The New Yorker, luego editados en 1986 como De un modo u otro. Más tarde vinieron las novelas Un fin de semana (1995), Andorra (1997), La ciudad de tu destino final (2002) y Coral Glynn (2012). Sin embargo, Algún dÃa este dolor te será útil lo consagró internacionalmente. 3c5u18
La novela gira en torno de James, que se resiste a ingresar a la universidad, mientras trabaja en la galerÃa de arte que tiene su madre en el centro de Nueva York. Sueña con mudarse a una vieja casa en medio de un pueblo y dedicarse a leer. No le gusta la gente y cree que el lenguaje no alcanza para expresar lo que se quiere decir. Todo empieza a rodar después de que James se escapa de un seminario llamado âEl aula norteamericanaâ (que tiene por eslogan lo que da tÃtulo a la novela y que pregona valores con tufillo a doble moral) y la policÃa lo trata de inadaptado. âEn el tren mi padre me preguntó qué habÃa ocurrido. Le respondà que no era feliz y que por eso habÃa huido y él me dijo âno puedes huir siempre de lo que no te gusta. No es asà como funciona la vidaâ. Y yo le dije que no me conocÃa ni me entendÃa, que no era desdichado en ese sentido sino en otro mucho más profundo, tan desdichado que querÃa morir.â
Asà es como a James lo obligan a asistir a psicoterapia con la doctora Adler, y en esas sesiones âlogradÃsimas en la novela y que ocupan capÃtulos enterosâ sale a la luz algo que lo perturba: esa noticia que leyó sobre una mujer muerta en el atentado del 11 S y que nadie reclamó ni se percató de su ausencia. âMorir asÃ, desaparecer sin dejar rastros, hundirse sin perturbar la superficie del aguaâ, dice James, que se debate entre pasar inadvertido y a la vez teme, como aquella mujer, morir sin ser recordado.
Narrada en primera persona, Cameron obliga al lector a mirar, a través de los ojos de James paseando por Nueva York, lo más pequeño y cotidiano de un modo novedoso y profundo, aquello que sucede a espaldas del mundo que crece sin conciencia. Desde ese café que le sirve su abuela en pocillo de porcelana, tan distintos de esos en vasos de papel con tapa de plástico perforada, hasta esa familia con el niño Down, pero que igualmente se muestra feliz, o satisfecha. Sin embargo cada uno parece resistirse a lo que le toca: la hermana mayor Gillian, que quiere escribir sus memorias como si fuese una vieja, un padre que va a sacarse las bolsas de debajo de los ojos, una madre que se casa por tercera vez y su flamante marido le roba las tarjetas de crédito. Y la abuela Nanette, la confidente que tiene las respuestas sobre la existencia que James busca, pero que está cerca de morir: âNo es que la felicidad sea necesariamente simple, pero no creo que tú vayas a tener una vida fácil y será mejor para ti. Quienes sólo han tenido buenas experiencias no son muy interesantesâ. Cameron contestó algunas preguntas acerca de lo que sucedió con su libro y cómo puede ser analizado en medio de un éxito que puede descolocar las lecturas.
¿Cómo fue la experiencia de escribir desde esa voz tan creÃble de un adolescente? ¿Te apoyaste en alguna voz propia para hacerlo?
âCreo que la voz de James era una continuación de algunos de los narradores adolescentes de mis primeros cuentos cortos, que escribà cuando tenÃa alrededor de veinte años y fueron publicados en mi primer libro en 1986. Claro, el vocabulario de los jóvenes siempre está cambiando, pero James no está interesado en la cultura popular o contemporánea, entonces querÃa que su voz sonara algo atemporal.
Algunas crÃticas clasificaron la novela de âYoung Adultâ. ¿Qué pensás al respecto?
âConcebà y escribà la novela pensando que era una novela para adultos, aunque esperaba que también atrajera a lectores jóvenes. Asà que estaba disgustado cuando fue comercializada especÃficamente hacia el mercado âYoung Adultâ, porque sentÃa que eso la hacÃa menos atractiva para lectores adultos. Lo que creo distingue un libro para jóvenes de un libro para adultos es el tono y el nivel de complejidad, no la edad del protagonista.
No es común que los psicólogos aparezcan retratados con tanta justeza en la ficción. ¿Cómo surgió la idea de introducir las entrevistas terapéuticas como estrategia narrativa?
âMi propia experiencia con el psicoanálisis fue transformadora, aunque a veces frustrante, y querÃa que la experiencia de James con su terapeuta fuese realista y matizada. No querÃa que la doctora Adler fuese una terapeuta cálida y agradable, porque sentà que no era el tipo de terapeuta que James necesitaba y también sentà que no responderÃa bien a ese tipo de terapeuta. QuerÃa que tuviese una relación dura, honesta y sin concesiones, lo cual es raro en las novelas, en las que hallo que los terapeutas, a menudo, son villanos malvados o ángeles santos, y rara vez individuos difÃciles, trabajadores y espinosos.
Lo que sostiene James, que el lenguaje no puede decirlo todo, es una idea que impregna la novela. ¿Cómo relacionás esta idea precisamente con la literatura?
âJames cree que no todo puede ser articulado, dicho o expresado a través de una conversación. Pero pienso que tiene una opinión muy distinta sobre el lenguaje escrito, sobre las novelas. Pienso que piensa âporque yo lo piensoâ que sólo es en las novelas en particular, y en el arte en general, que podemos compartir nuestras experiencias de estar vivos y ser humanos, y por esta razón creo que podemos sentirnos más cerca de los personajes de ficción que por quienes nos rodean. Siento que las novelas trascienden las limitaciones del lenguaje que todos nosotros sentimos, y por este motivo espero que la ficción sea una forma artÃstica que sobreviva a la revolución tecnológica, que ahora amenaza con hacer que las novelas sean tan obsoletas como el encaje hecho a mano.
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