âHay que leer lo que no se ve en la superficie.â Asà define Ricardo Piglia el espÃritu de la Serie del Recienvenido, que dirige para la Editorial Fondo de Cultura Económica y que se convirtió en una especie de canon personal abierto a los lectores. âLa serie intenta una pausa, un cambio de velocidad en la vorágine de circulación de libros en el mercado.â En este caso la elegida para ser rescatada es RÃo de las congojas, de Libertad Demitrópulos, una novela escrita en 1981 y que Piglia ubica junto con Zama, de Antonio Di Benedetto, y El entenado, de Juan José Saer, como las tres obras maestras que reconstruyen imaginariamente la conquista española del RÃo de la Plata. 3d1q55
RÃo de las congojas transcurre en Santa Fe, a orillas del rÃo Paraná, donde se cuenta âanclada en diferentes vocesâ la historia de MarÃa Muratore, mestiza amante de Juan de Garay (âEl hombre del brazo fuerteâ), con quien viajará en la expedición que va a refundar Buenos Aires. MarÃa está casada âaunque bajo protestaâ con el también mestizo Blas Acuña. (â¿De qué sirve la vida atada a un hombre que no amo?â) MarÃa es una mujer fuerte, con un pasado triste y que de algún modo representa a todos los excluidos que a Demitrópulos le interesa contar: huérfana, criada por un tutor que quiere desposarla, expulsada luego de la muerte de éste por sus hijas, se va de Asunción a vivir a Santa Fe y cae en la casa de la modista Isabel Descalzo, quien será âella y su descendencia, hijos, nietos y bisnietosâ quienes mantendrán vivo el mito de MarÃa Muratore. A su vez, Isabel termina casada con Blas Acuña, otra de las voces de la novela, que al momento de la narración ya es un abuelo que vive aferrado a âsu muertecitaâ. La muertecita, que fuera el amor de su vida en el pasado, no es otra que MarÃa Muratore, a la que atesora enterrada en el fondo de su casa.
Libertad Demitrópulos nace en 1922 en Ledesma, Jujuy. Desde los 18 años trabaja como maestra hasta radicarse definitivamente en Buenos Aires, donde estudia Letras y conoce al poeta JoaquÃn Gianuzzi, con quien se casa y vive hasta la muerte de Demitrópulos, en 1998. Un año antes de morirâ habÃa sufrido ocho operaciones del corazónâ, al recibir el premio Boris Vian por RÃo de las congojas, Demitrópulos se definió a sà misma como âuna escritora solitariaâ. Tiempo más tarde, en un documental sobre su vida emitido por Canal 7, Gianuzzi habla de su mujer con iración: âUna personalidad fuerte, valiente, leal a sus convicciones que no abandonó jamás. No hacÃa polÃtica literaria, no tenÃa mucha prensa pero tenÃa un consenso de mucho respeto hacia su obra y hacia su personaâ. Demitrópulos comienza por la poesÃa. Publica Muerte, animal y perfume en 1951 (el mismo año en que se casa con Gianuzzi) aunque será el primer y último libro de poesÃa que escriba. âNo querÃa competir con élâ, dijo Moira Gianuzzi, una de las dos hijas de ambos. Y el poeta lo recuerda de ese modo en el documental. âElla lo decÃa un poco en broma, que era una forma de mantener la división del trabajo en el hogar, pero después la atrapó la narrativa.â Asà es que luego vinieron las novelas Los comensales (1967), La flor de hierro (1978), Sabotaje en el álbum familiar (1984) y Un piano en BahÃa Desolación (1994). También publica la biografÃa Eva Perón, inspirada en el trabajo que hace Demitrópulos en la escuela de Eva Perón (dicen quienes la conocieron que se hizo militante en los años â40, cuando vio la explotación de los zafreros en el ingenio Ledesma), y una crónica, que en 1986 ya aborda el tema del narcotráfico: Quién pudiera llegar a Ma-Noa.
El mito que se cuenta en RÃo de las Congojas afirma que MarÃa Muratore muere peleando en batalla disfrazada de hombre. âEn la mediamuerte de las guazbaras, cercándonos los indios y dándoles nosotros la guerra, se apersonaba la MarÃa al campamento, hombro a hombro con los varones; venÃa a darles fuerza y a preparar la pólvora. Juan de Garay voceaba con ánimo las órdenes, y nosotros, la tropa, Ãbamos ya corriendo entre las llamas, ya azuzando los caballos, cada uno en su mandamiento de las armas dadas, cargando la bocona y disparando sobre esa ola marrón hasta el fin de los alaridos.â Es âtambiénâ por este uso peculiar del lenguaje que a poco de empezar a leer RÃo de las congojas el lector entiende que está ante una novela histórica diferente. âEn la literatura, se sabe, el efecto de verdad depende del lenguajeâ, dice Piglia en el prólogo. Demitrópulos recrea la lengua entreverando el tono poético âal cual se ve que nunca renuncióâ con la historia y la memoria. âElla suspira al recordar esas cosas de su patria y permite que se le humedezca la pizarra de sus ojos hasta nomás enturbiarlos (cosa que brillen); entonces va y saca del pecho uno de esos pañuelos como mariposas tan finos y delicados, con sus iniciales bordadas, seca la humedad de las pestañas para que no le moleste la contemplación de lo que a mà me está vedado.â
Otra de las particularidades de esta obra âque conjuga dimensión histórica con experiencia literariaâ son los sucesivos cambios en los planos temporales. Sin embargo, estos tiempos parecen unidos por la memoria de la gente. âLo que yo quiero es que el lector piense: ¿cómo, ésta no se habÃa muerto?, en ese sentido sigo la idea de la novela de aventurasâ, ha dicho Demitrópulos en relación con su estilo. Aunque también en este caso la memoria pareciera funcionar como metáfora del presente en que fue escrita la novela. Sobre el final hay un desaparecido que se lleva el rÃo y ânadie podÃa explicar a dónde llevó su cuerpo la corrienteâ. Sumado al epÃgrafe del poeta griego Yannis Ritsos, que alude a la necesidad simbólico-cultural de que los pueblos entierren a sus muertos.
La historia que a Libertad Demitrópulos le interesa contar no es la de los libros de historia, sino aquella que se teje en los márgenes. âAl mestizo âdecÃa Garayâ tenerlo aislado; comida bordeando la escasez; dormir lo mÃnimo; ayuno riguroso; rezo suficiente; nada de cantar ni fumar ni holgar. Un dÃa pasados muchos años âseguÃa diciendoâ, en pago adjudicarle una poca de tierra, la más árida y seca, bien retirada de la plaza y del centro de la ciudad. Y si protestan quitársela. Si amenazan prenderlos. Si revolucionan, colgarlos.â Demitrópulos es una experiencia de lectura particular, una autora que hay que conocer. En estos tiempos donde aún buscamos afuera la razón de nuestra existencia como pueblo, Demitrópulos acierta al escribir: âEl mestizaje no es únicamente un alboroto de sangre: también una distancia dentro del hombre, que lo obliga a avanzar, no sobre caminos, sobre temporalidadesâ.
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