La casa de las novelas que se adocenan en nuestra biblioteca tiene las paredes cargadas de cuadros que ilustran, de cortinas que se descorren, de gente que entra y sale defendiendo su lugar o pidiendo que le otorguen otro, disputando una trama, un nudo que lleve a un desenlace; en ella se almacenan temas y las ilaciones están previstas. Los habitantes de esa casa sienten la oquedad de sus diálogos, quieren salirse de una ânarratividadâ moldeada y previsora. e1r4u
Se impone ahora decir: âDe pronto, inesperadamenteâ se abre un pasadizo que lleva a un nuevo orden de sentido. El gran plan no tiene previsto un lugar en nuestro registro, paulatinamente se despliega como forma abierta, generará interlocución sólo en el ámbito subjetivo de un âEllaâ que carga sobre sà toda la textualidad del conflicto. El hilo que nos conduce no nos retiene en diálogos, el envoltorio que ata es la âsubjetivaâ de una mujer narrada en sus desvelos amorosos que por su intensidad anticipan pérdida y dolor. Se percibe el incendio. Ella está aislada en un absoluto, condición que sólo puede deparar el amor cuando quema hasta borrar al otro. Desde luego, el hilo que nos conducÃa no atará uniones reparadoras. El amor parejo âde parejaâ se rompe; un tercero, triangulado en el tres de toda relación amorosa, irrumpe, rapta y huye con su prenda. Un amor de infancia, lejana promesa, se cumple. La escritura de ese amor explora, se detiene, por imperio de la intensidad del acto tiene que salirse del Ella con que narraba para ir a un nosotros: âéramos un solo cuerpoâ, por necesidad de ahondar, de decir desde un yo que se adentra. Las figuras del amor que el hilo cose se tensan por exceso. Necesitan aire; la morosidad de la entrega cuyo destino será un implacable final, crea un Otro âOtrosâ fuera del circuito de los amantes. Es sabia esa irrupción: historiza el novelar de Paula Pérez Alonso, enmarca la noción de su fuga, de su lÃnea de fuga; el hilo se anuda en situaciones diversas, individualiza espacios narrativos y rodea un cÃrculo prometedor: el desierto. Un Atacama que trae a un presente la escena mÃtica de una comunidad que otrora habrá existido y ahora está encarnada en sujetos que buscan paliar soledad, cumplir designios, descubrir. La mirada entra a jugar para enriquecer el texto y las tareas de cada uno, para crear paisaje, entorno, suelo, instancias que todo relato tiene que desplegar para mullir y acoger el arraigo momentáneo de personajes que ha unido la circunstancia. La narración acopia, despliega, âpintaâ el entorno. âEllaâ parece haber anclado. Pero ningún reflejo permite pensar que la materia narrativa va a levantar dique de contención. La fuga crea una zona de nadie: Ella, como Wakefield, se mandó a mudar, su amante, que la habÃa raptado, desaparece y Ella cubre su cielo con el arnero de unos compañeros de ruta.
Narrar la fuga, las fugas, tiene su correlato: la búsqueda, y un plan para ejecutarla. Un gran plan que de antemano surge con un designio de acumulación de datos sobre el objeto perdido. La idea es poética. Los poemas que bajan a las páginas son el legado de toda la melancolÃa que atraviesa la poesÃa que canta y celebra el amor en todas las lenguas. La idea es también filosófica: el escepticismo de los espÃritus que no apuestan a ningún triunfo y son capaces de perderlo todo menos la libertad. âEllaâ, nuestra âheroÃnaâ, abandónica y abandonada, pudo perder todo pero si hay un rastro que nunca habrá de borrarse ante sus ojos es el de su padre. Dramático derrotero, buscar al padre que también se borró y quien, paradójicamente, entregará su vida a la búsqueda de un hombre cuya figura seguirá y cuidará como sigue y pondera un lebrel a su amo. Ya hay otros abandonados en la obra de Paula Pérez Alonso. En Frágil, Bruno cuenta que no vio más a sus padres. âNunca quisieron volver a verme. Al principio pregunté un par de veces a mi abuela y ella me dijo que se habÃan ido de viaje. Como ella no los mencionó mas, decidà dejar de pensar en ellosâ (â¦) Siempre habÃa querido ser invisible para los demásâ. Sin contar con que esa abuela lo abandona después de someterlo a una circunstancia traumática. Allà también hay un âdosâ que se quiebra, Bruno y Celeste; âuna enorme ansiedad lo desprendÃa de todo; la nada inhóspita se hacÃa más deseable que el momento de enfrentarse con el otroâ. En agua en el agua, Hanifa y Vlad, jóvenes fugitivos serbios han huido de la casa paterna y materna queriendo âunir libertad con voluntadâ en el trayecto que iniciaban. Quien los protege y se convierte en su tutor es un âautoexpatriadoâ que ha hecho del tren su lugar y su tiempo. La fuga es crucial en el tramado narrativo y termina por ser para Paula Pérez Alonso un andamiaje espiritual generador del conflicto, el nudo que al desatarse instaura la lÃnea del relato.
Otra casa de novela, se levanta en el lugar de la que por costumbre e inercia habitábamos. En ella hay espacio y luz para desplegar el gran plan y llevarlo a cabo. No queremos salir de ella pero si tuviéramos que dejarla, su texto, su relente poético, la perfección de su trazado, quedarán en la literatura de este tiempo.
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