El Teatro Colón cumple mañana cien años y cada vez queda más como un sÃmbolo de lo que fue y lo que es este paÃs. El Colón es un teatro de una acústica que entusiasma a los entendidos y lo transforma en obligatorio para los artistas del mundo entero. Y el Colón es un tesoro ahora cerrado, atrapado en una obra demorada a la mejor manera argentina, cuestionada y cuestionable. El sÃmbolo consiste en que no sólo no podrÃamos construir algo asà en la Argentina de hoy, sino que ni siquiera podemos mantenerlo. b4y4p
El centenario del teatro lo encuentra además en pleno debate sobre su autarquÃa, status que eriza a muchos curados de espanto por las avivadas que suele justificar. Pero una cosa es la autarquÃa de ferrocarriles y empresas estatales, otra es la de grandes teatros. La práctica es muy común en el mundo porque permite que se manejen con el ritmo y el horizonte de tiempos de las temporadas, no de la polÃtica. Sus dueños âestados nacionales, provinciales o municipalesâ se encargan de vigilarlos y evaluar su conducción, pero no los istran directamente.
El tema viene a cuento porque en la Legislatura porteña se debate justamente ahora la autarquÃa del Colón. El proyecto enviado por el ejecutivo despertó un debate interesante y detallado, que podrÃa sorprender por ser multipartidario (aunque en la Legislatura se dialoga entre partidos de un modo bastante fluido). La diputada por la Coalición CÃvica Teresa de Anchorena, presidente de la Comisión Especial de Patrimonio y miembro de la de Cultura, tiene mucha intervención en este debate (ver aparte) y explica que el Colón necesita autarquÃa porque âes el lugar cultural más importante de Argentina. En el mundo cultural, el Colón como teatro es más importante que Argentina como paÃsâ.
Como explica Anchorena, el Colón tiene el mayor presupuesto cultural de la Ciudad, lo que significa una parte notable del presupuesto total del área y una necesidad de istrarlo independientemente. âEl Colón se tiene que liberar de la Cuenta Unica de la Ciudad âdice la legisladoraâ-, que es un invento que centraliza todo el movimiento de dinero de la ciudad en Hacienda. Esto significa en concreto que para que alguien pueda cantar en el Colón hace falta un decreto del jefe de Gobierno.â
El proyecto de autarquÃa transfiere buena parte de estos poderes al directorio del Colón, lo que en el contexto argentino despierta sospechas de inmediato. âPero no podemos siempre pensar que todo el mundo es incompetente o corrupto, o ambas cosas, porque terminamos en la parálisis. Una autarquÃa no es en sà peligrosa y no veo por qué el área de Cultura es la única que no puede manejar fondos, como sà lo hacen otras. ¿O los funcionarios de la cultura son todos poetas?â
Anchorena explica que en ParÃs o Nueva York un teatro como el Colón se maneja de modo autónomo, y que la manera de mantener la transparencia es que lo gobierne un directorio. âLos directores son el director general del Teatro, los directores de sus áreas artÃsticas, técnicas y istrativas, y representantes de la fundación del teatro y de los trabajadores, este último votado en forma directa.â
Suponiendo que se acepte la necesidad de la autarquÃa, queda la pregunta sobre el momento. ¿Por qué ahora? ¿Por qué, por ejemplo, no terminar las obras y luego ver el tema? âEs porque hoy se están tomando muchas decisiones que determinarán qué teatro tendremos, decisiones fÃsicas. La obra arquitectónica es muy importante. El Colón siempre fue una fábrica de arte, un marco para los oficios de arte que se practicaban allà mismo. El teatro es resultado de un siglo de acumulación de conocimiento transmitido hasta de padre a hijo en sus talleres. El proyecto de las obras que se hacen ahora determina si los talleres siguen en el teatro o se mudan, si se traen obras llave en mano. Nosotros creemos que los talleres tienen que seguir allÃ, que son uno con el teatro, sus habitantes históricos.â
AsÃ, no es indispensable terminar el Master Plan para decidir el status legal del teatro. Con la autarquÃa, el Colón puede ahorrar dinero produciendo sus escenografÃas y materiales a precios muy competitivos a nivel internacional, y también âahorrarâ para contratar figuras. âLos plazos que se manejan con una autonomÃa son completamente distintos a esperar que la Legislatura vote cada año el presupuesto del Teatro. Y el Colón puede tener su propio régimen de trabajo especial, siempre en los términos de la ley 471 de empleo municipal, pero con caracterÃsticas propias, como tienen por ejemplo los médicos.â
La propuesta de Teresa de Anchorena, de la Coalición CÃvica, propone complejizar el manejo del teatro. Para comenzar, abre la posibilidad de que se mantenga en el Ministerio de Cultura, sin necesariamente depender directamente del jefe de Gobierno. Esta versión busca que el Colón se dedique al arte lÃrico, coreográfico y musical en forma exclusiva, forme artistas en esas disciplinas en su Instituto Superior de Arte, mantenga sus talleres en la sede actual (detalle no mencionado en el proyecto original), preserve su patrimonio arquitectónico y cultural tangible e intangible en los términos de la ley 1227 y mantenga su biblioteca.
Entre las modificaciones se agrega la formación del Directorio, un lÃmite al número de directores de área y la creación de consejos asesores pero ad honorem. En cuanto a las cuentas, el proyecto se mantiene intacto en lo tocante a cumplir las leyes de compras y de istración de la Ciudad, pero agrega la obligación de una auditorÃa interna y de usar el Banco Ciudad. Lo que se rechaza es que los empleados del Teatro tengan un régimen especial por fuera de la ley general de empleo, que se elimine al director artÃstico y que el Ejecutivo pueda asignar fondos especiales al Teatro, lo que contradice la ley de Presupuesto.
La reforma salva un notable olvido y ordena que se transfiera al Ente Autárquico Teatro Colón los bienes, recursos y personal del Teatro y de su Instituto. Si no, no tendrÃan ni sala.
Página/12 reveló recientemente que el director ejecutivo del Teatro Colón, el publicitario MartÃn Boschet, tiene un contrato que viola completamente lo ordenado por el jefe de Gobierno Mauricio Macri en enero. En ese momento, Macri aggiornó el lÃmite de lo que puede cobrar un contratado en la Ciudad y lo llevó a seis mil pesos por mes, sin obra social ni jubilación y con los impuestos a cargo del contratado. Boschet debe tener coronita, porque tiene un contrato por el que cobra 12.500 pesos y además sigue registrado como autónomo en una categorÃa que aporta por hasta 72.000 pesos anuales, lo que él supera en seis meses.
Uno de los interrogantes era, justamente, cuánto piensa estar Boschet en su cargo, porque su contrato ilegal es por seis meses, a vencer en el mes que viene. Tal vez todo esto es una confusión y el sacrificado melómano Boschet piensa cobrar seis meses y donar los otros seis. O tal vez trabaje hasta junio, muy bien pago, y luego vuelva al marketing directo, su profesión.
Esto no se sabe porque Boschet no lo aclaró: se lo acusa de un ilÃcito accionable y el director guarda silencio absoluto. Tal vez por no querer perderse la fiesta de mañana en el Teatro.
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