Hablamos de la malvinización de los sobrevivientes de Cromañón, y en la carpeta que acerca el médico y sobreviviente Mariano Cominguez las descripciones sobre el SÃndrome de Estrés Postraumático inquietan: que es un âacontecimiento estresante y extremadamente traumáticoâ, que es ocasionado por haber experimentado una situación de âpeligro real para la vida del individuoâ, que genera âtemor, desesperanza y horrores intensosâ y, también, âreexperimentación preexistente del acontecimiento traumáticoâ. 5g186h
âMe ha pasado, puede ser en sueños, puede ser saliendo a la calle paseando al perro. El otro dÃa me vinieron unos flashbacks: vi luces verdes e imágenes moviéndose. Tengo también lo que se llama amnesia disociativa.
âCuando llega mi mujer a la puerta del boliche le dicen: âNo te preocupes, porque Mariano está sacando genteâ. Después en la terapia, tratando el tema, logramos recuperar ciertas visiones: tengo una imagen de tirar a alguien arriba de una ambulancia y decir: âSubime porque no aguanto másâ, o algo por el estilo. La amnesia se produce cuando el cerebro bloquea esas imágenes para que no quedes paralizado de por vida, es un mecanismo de defensa, sumado al monóxido de carbono, que genera amnesia de por sÃ.
Esa noche, Cominguez fue trasladado al Argerich, donde se lo clasificó en el grupo de los âcrÃticos no recuperablesâ, de acuerdo con el protocolo para situaciones de desastre: aquellos que aún no se les habÃa parado el corazón, pero en cambio sus pulmones no respondÃan al primer auxilio, por lo que se debÃa seguir la reanimación con otro paciente que tuviera mayores posibilidades.
âTuve la suerte de que encontraron mi cédula en otro lado y dijeron: âChe, acá hay un médicoâ. Me buscaron y me entubaron. Aguanté porque soy joven y tenÃa un corazón bueno que seguÃa latiendo. Estaba en el famoso boqueo, son las últimas. Fueron cinco dÃas con respirador, 18 dÃas con oxÃgeno en cánula, llegué a pesar 62 kilos. El 2005 casi no me lo acuerdo. Después le empecé a dar al escabio mal y aumenté treinta kilos... Se perdió el yo, perdés a Mariano, no entendés absolutamente nada, y los que te rodean tampoco, ¿qué le pasa a este pibe?
âYo dirÃa que mal... tuve una recaÃda en diciembre. En el laburo me decÃan: âChe, no te entiendo, estás vivoâ. Y yo respondÃa: â¿Y vos alguna vez estuviste muerto?â.
Para la tercera fecha consecutiva de Callejeros en Cromañón, el 30 de diciembre de 2004, se pusieron a la venta 3500 entradas anticipadas. El conteo de ingreso en la puerta sumó 2811 tickets, según consta en el procesamiento a la banda, sin contar los invitados. El local estaba habilitado para 1031 personas.
Doce dÃas antes, Callejeros reventaba Excursio y la empresa pirotécnica Cienfuegos realizaba una âlegalmente solicitada y autorizada exhibición de fuegos artificialesâ en el lugar, cautivando a un público que era entendido también como cliente de sus productos. Las publicaciones del palo informaban sobre el próximo âfestival de bengalasâ: República Cromañón, 28, 29 y 30 de diciembre de 2004, Bartolomé Mitre 3060, Once. Pasadas las 22.50, cuando apenas la banda empezaba el último show del año, tres bolitas luminosas pegan en el techo del lugar, prenden la media sombra de polietileno, que genera monóxido y dióxido de carbono, acroleÃna y negro de humo; prende la guata y prende también la espuma de poliuretano que reacciona en ácido cianhÃdrico o cianuro, todos materiales utilizados para la acustización del boliche. Mientras el gas venenoso avanza como humo, se corta la música, después la luz. El público pugna por salir a ciegas hacia la entrada principal o se dirige hacia la izquierda del escenario, donde hay un cartelito luminoso que dice âsalidaâ. La barra antipánico de la puerta de emergencia no funciona: está doblemente trabada con alambre, y un candado.
Llega con su moto 110 de cilindrada. Deja el casco a un costado. Se sienta en el banco de plaza. Pide un pucho. Dice que ahora fuma más que antes.
âDentro de todo tengo fuerzas para hacer cosas âempieza Cristian Cáceres, que estuvo ahÃ, que no se acuerda cómo pero salió âilesoâ, y que volvió a entrar para sacar gente. Después se fue a su casaâ. Estuve de ronda con psicólogas por los hospitales, pero nunca me iba bien con ninguna. Ahora estoy con una privada, porque en el Alvear, cuando me dieron el alta en octubre del año pasado, me dijeron: âCon el tema Cromañón creemos que ya está, cualquier cosa volvéâ. En ese tiempo me mandaron a un psiquiatra que me preguntó: â¿Qué sÃntomas tenés?â. Le decÃa que no podÃa dormir de noche, que no tenÃa ganas de nada. Me hizo una receta de dos medicamentos y listo, cada tanto iba a verlo al chabón para que me dé las pastillas, no me preguntaba âni cómo estás, ni cómo te sentÃsâ. Pero por suerte tomé menos de seis meses. Lo que no me acuerdo es si me la sacaron o las dejé de tomar, o sea, ahora es como que me olvido de las cosas, y tengo miedo que sea por las pastillas que me dieron.
âIgual, los que están peor son los más chicos âsigue Cáceres, una hija, soltero, a la semana del 30/12 quedó internado en el Piñeiro en observación: tenÃa los pulmones manchados. No se chequea desde 2006â. Los más grandes como yo (26 años) la piloteamos un poco, salimos adelante. Hay gente que no se quiere levantar de la cama. Un amigo que estuvo no fue más al psicólogo. Antes él fumaba algo de porro, pero después empezó a tomar cocaÃna, y hoy en dÃa sigue y sigue.â
Antes del 30/12, Cáceres trabajaba en un lugar reducido haciendo fotocopias durante 14 horas por dÃa. Ganaba 800 pesos. No pudo volver a ese trabajo. La istración Ibarra le consiguió un contrato municipal por la misma plata, pero estuvo sólo dos meses en el destino donde lo comisionaron.
âMe mandaron a la ESMA. TenÃa que hacer un relevamiento del casino de oficiales. Al principio estaba bien, pero después empecé a soñar con la ESMA y Cromañón, y pedà el cambio. Ahora estoy en el Instituto de la Memoria.
Falta gente. Según cifras de la SubsecretarÃa de Derechos Humanos del gobierno porteño, repartición encargada de atender a los damnificados del desastre de Cromañón, actualmente 1932 personas tienen algún tipo de ayuda del Estado: 194 son familiares de fallecidos y 1738 son sobrevivientes. Cerca de 1855 están recibiendo un subsidio, que es de 1200 pesos para familiares de fallecidos y de 600 para sobrevivientes. Este suplemento se comunicó con la doctora Silvia Chevel, encargada de atender la cuestión médica de los sobrevivientes y familiares por parte del Ministerio de Salud porteño, pero no fue autorizada a dialogar con el NO. Consultado sobre qué cantidad de damnificados creen que no están llegando a cubrir, el subsecretario de Derechos Humanos porteño, Elio Rebot, dijo que âal 10 de diciembre de 2007 no existÃan relevamientos previos que pudieran proporcionarnos los datos necesarios para encarar una mejor asistenciaâ, y que âestamos llevando adelante un relevamiento integral socio-ambiental de todos los hogares involucrados a través de una universidad nacional (no proporciona nombre) y una actualización del relevamiento de la situación de salud de los mismos a través del área respectivaâ.
âEn general, los sobrevivientes están como quien ha estado en la guerra â-dice José Iglesias, querellante en la causa y papá de Pedro, que murió en Cromañónâ. Tienen recuerdos imborrables de cosas horribles, y además muchos están con afectaciones no sólo psÃquicas sino fÃsicas. Creo que la van a llevar toda la vida. Pasados tres años y medio, han quedado librados a su suerte, o con algún psicólogo, o medicándolos sin un tratamiento serio y sin que nadie aborde el tema con la especificidad que tiene; lamentablemente es algo que vamos a pagar en el futuro. Hay chicos que hoy no pueden subir un ascensor, y en las aglomeraciones se sienten mal. Todo hace revivir. Para ser gráficos, son sobrevivientes de la cámara de gas de Auschwitz, con una diferencia: la cámara de gas de Auschwitz era más rápida.
Continúa Iglesias: âLa única base cierta y razonable es la que está en la causa penal, que es de 1530 sobrevivientes que fueron no sólo examinados en el Cuerpo Médico Forense sino que han declarado hasta tres veces Pero esa base, que es fiable, no es completa porque sólo están ahà aquellos que recibieron atención médica los dÃas inmediatos a la tragedia. Aquellos que no recibieron atención, o la recibieron después, no estánâ.
Ahora está mejor; pero la pasó mal, y no porque haya estado internado post-Cromañón sino porque el año pasado, en la cancha de River, le tiraron un banco desde la platea de arriba y le quebraron tres huesos de la mano. Para que lo operen, en el Pirovano, tuvo que pagarse los clavos. Le salieron 6 mil mangos.
âEsa noche por suerte pude salir caminando, más que golpes y apretones nada, y me acuerdo absolutamente de todo âdice Gustavo MartÃn Pascual, seguidor de la banda desde 2002, perdió una amiga esa nocheâ. Lo único que no tengo registrado, y esto lo hablé con psicólogos, son los sonidos de cuando estaba saliendo. Los gritos... no los tengo registrados.
Sigue Gustavo: âNo tengo una explicación de lo que pasó. Uno la busca y piensa, pero no hay explicación. Es una cadena larga y yo soy parte de esa cadena al ser público y haber aceptado cómo se vivÃa el rock. Yo llevaba bengalas, para mà no estaba mal. Siento culpa por eso. No le encuentro una explicación a tanto dolor. Cuando dije eso, Chabán presentó una imagen mÃa al lado de uno de los identikits, diciendo que yo habÃa prendido una de las candelas, pero después se hizo una pericia y me descartaron. Tuve ese problema. A mà me gustaba y en su momento estaba bien, ahora no puedo ver a nadie prendiendo nada, ni en la cancha. Nunca escondà lo que yo hacÃa, era parte de la fiesta en la cultura rock. El público era parte de la fiesta y uno se sentÃa parte de un todoâ.
Hernán Cepeda está sobreviviendo a Cromañón. Permanece internado en el Centro Gallego. Los pisotones que recibió esa noche le jodieron los riñones, que le funcionan al 10 por ciento. Le hacen diálisis cuatro veces por semana. R. (se protege su identidad) trabaja de albañil y ni a sus padres pudo contarles que estuvo en Cromañón. Recién a los 34 meses pudo hablar del tema, luego de una crisis desatada aparentemente por un acontecimiento menor. J. está internado en un hospital psiquiátrico con un cuadro de esquizofrenia, que serÃa preexistente. F. se tiró de un balcón, pero por suerte no tuvo lesiones graves. Riccini es un sobreviviente correntino que anda bien, pero todos los meses viaja a Buenos Aires para cobrar el subsidio de 600 pesos, y tratarse por su afección pulmonar. Padre e hijo de la familia S.F., son sobrevivientes. Están con cuadros depresivos. El muchacho tiene una afección pulmonar, y no quiere salir a la calle. S. venÃa bien, pero un dÃa de calor durante un asado, en el que los chicos se pusieron en cuero, entró en crisis. M. entró en crisis la semana en que el humo de los yuyos del Delta invadió la ciudad, más que nada por el olor a quemado. F. no entró en crisis el dÃa del humo, pero no podÃa respirar y no fue a trabajar. En el trabajo nadie sabe que es sobreviviente. A.P.M. vendÃa posters en la puerta de Cromañón. Con su marido se metió a sacar pibes, y se jodió el hombro, mal. TodavÃa espera por unos clavos y una operación que lleva tres años y medio de demora. Será testigo en el juicio oral. Esta información fue aportada por la ex coordinadora del ahora disuelto Programa de Asistencia a los Damnificados y Sobrevivientes de la tragedia de Cromañón, MarÃa Victoria Raventos, y por su ayudante, Susana Paula Barreto.
âQuiero cerrar la etapa Cromañón âdice Damián, so-breviviente de 22 años, estudiante del CBC de Arquitectura, integrante de la murga Los que Nunca Callarán, un homenaje a los fallecidos.
Damián, como Florencia y Luciana, también sobrevivientes consultados por el NO, piden reserva de su apellido. No por miedo a la estigmatización, dicen, sino más que nada porque no andan diciendo por todos lados que son sobrevivientes, y sobre todo porque en el trabajo de uno de ellos nadie sabe nada de nada, y prefiere que la situación siga de esa forma.
âA veces las cosas que escuchás te duelen; no quiero volver a ver lo que vi y entrar en el bajón de nuevo porque no me cabió ni ahÃ. No querÃa salir de casa. No querÃa hacer nada. Dije: âBueno, basta, no quiero estar mal porque mis viejos se ponen malâ.
âEl otro dÃa hice un chiste âcuenta Florencia, 22 años, estudiante de AntropologÃa, también murguera y sobrevivienteâ. Dentro de veinte años, en el vidrio de una farmacia iba a decir: Descuento a jubilados, pensionados, ex combatientes de Malvinas y sobrevivientes de Cromañón. Espero que no. Por eso es nuestra lucha. Tratar de que la situación de muchos chicos que están mal se revierta. Y ahora.
El tema del santuario se cuela enseguida. Viene a la memoria el vecino infame que quiere que abran la calle, que grita por televisión âmientras vos dormÃas yo sacaba a tus hijos del bolicheâ. Lo que se dice un verdadero hijo de puta.
âAl santuario voy a veces, cuando estoy mal âsigue Damiánâ. Capaz que venÃs a full y te peleás con todos, y entonces me iba para allá. Te desahogás mucho, me hace bien ir ahÃ. Si me lo quitan es un garrón.
âNo estamos pasando un buen momento a nivel de los ataques que se hacen con lo de cerrar la calle âcontinúa Florenciaâ. Eso afecta mucho a los padres, pero principalmente a los sobrevivientes. Ese lugar se resignificó después y no es solamente un santuario donde se rinde homenaje, es un espacio de encuentro. Que esté el santuario es marcar que seguimos existiendo.
âLa murga me sirvió para expresar con el cuerpo lo que no podÃa poner en palabras âdice Luciana, 27 años, quien como Florencia perdió a su novio esa nocheâ. Cada caso es particular, pero creo que más que pensar en la salida inmediata que implica un subsidio, habrÃa que pensar en cómo los sobrevivientes pueden reinsertarse en un trabajo, en cómo seguir sus estudios, cómo hacer un proyecto de vida a largo plazo. Creer, tener ilusiones.
Los sobrevivientes y familiares de Cromañón que quieran solicitar asistencia pueden comunicarse con la Dirección General de Atención a la VÃctima del gobierno de la Ciudad, que funciona en Cerrito 268, piso 8, de lunes a viernes de 9 a 20. Tel.: 4010-0300, interno 13201.
âCuando gestioné el subsidio, tenÃa que llevar varias veces todos los papeles del hospital âdice Damiánâ. No te creÃan que eras sobreviviente, y en un momento me saqué: â¿Qué más querés que te traiga?â. Soy medio chispita y me sacaba, me querÃa ir al humo.
âVino un chico que no cobra el subsidio porque no fue al hospital ese dÃa âexplica Raventos, de Asistencia a la VÃctimaâ. Estuvo llevando a sus amigos y no ingresó en ninguna guardia, y no se puede verificar que él estuvo, pero por el relato te das cuenta de que estuvo. Como también hay gente que cobra el subsidio y no estuvo. Al principio con sólo presentar la entrada ya te lo daban, y hay que acordarse de que las entradas los primeros dÃas después del 30/12 las vendÃan por Internet. Pero si estuvo o no te das cuenta por el relato.
âSe va a hacer un censo sobre la base de datos que tiene el Centro de Asistencia a la VÃctima, que es solamente el 50 por ciento de los sobrevivientes âinforma Mariano Cominguezâ. La idea del censo es cortar los subsidios.
âRespetamos la necesidad de los medios de informar sobre el tema, pero nos parece mejor por ahora ir anunciando los consensos y avances paso a paso, puesto que se trata de cuestiones de alta sensibilidad para la población afectada. No debemos dejar de tener presente la necesidad imperiosa de evitar el incremento de la victimización de los afectados por la acción del Estado ya que, de lo contrario, quienes más sufren las consecuencias son quienes ya han tenido tres largos años de sufrimiento previo âle dijeron al NO en la SubsecretarÃa de DD.HH. del gobierno porteño.
âNo sabemos a qué apunta el sondeo; si apunta solamente a lo económico, no vemos cómo puede ayudar eso âpiensa Florenciaâ. Además, no todos recibieron la notificación. ¿Es a todos los sobrevivientes? ¿Es con algunos? No lo sabemos.
El impacto mediático del incendio no descenderá sino que seguirá en in crescendo, y no sólo por el juicio oral. Cromañón será el tÃtulo de una pelÃcula que el cineasta británico Charles McDougall filmará sobre la tragedia. Sobre el guión del argentino Alejo Flah âel mismo que escribió la serie televisiva Vientos de aguaâ, McDougall contará la historia de dos amigos adolescentes que van al recital de Callejeros, la madre de uno de ellos y uno de los guardias de seguridad que estuvieron el dÃa del siniestro. El anuncio lo hizo la revista especializada Variety y la pelÃcula será rodada en febrero próximo por la productora de Ariel Piluso y Angie Mulall, que cuenta con el apoyo financiero del fondo sueco i Vast, el mismo que produce los films de Lars von Trier.
Según datos que aportaron diferentes consultados para esta nota, a la lista de 194 muertos reportados en los dÃas posteriores al desastre se le suman dos sobrevivientes que fallecieron en 2006: Cecilia Balcarce, de 19 años, que murió por las secuelas respiratorias; y Augusto Londei, de 24, de quien inicialmente se habló de suicidio, lo que fue desmentido por la familia. Catorce padres (seis mamás y ocho papás) y treinta abuelos de fallecidos el 30/12 murieron desde entonces. Los indocumentados bolivianos, paraguayos y peruanos que murieron esa noche habrÃan sido enviados por avión a sus paÃses de origen, y no figuran en ninguna lista; y en la morgue judicial habrÃa además veinte cuerpos de Cromañón que figurarÃan como NN.
A las personas que serán juzgadas por el Tribunal Oral 24 en la causa penal Cromañón, según se cree en agosto (aunque la fecha no está confirmada), se les imputan los siguientes delitos, sin perjuicio de que durante el juicio el tribunal decida cambiar las calificaciones. De encontrarlos culpables, les corresponderÃan las siguientes penas:
Omar Chabán: autor de estrago doloso seguido de muerte, que significa provocar un incendio que deriva en muertes múltiples, con voluntad de producirlo, con penas que van de los 8 a los 20 años de prisión, y cohecho activo, o sea coima, con una pena de hasta 6 años. A Raúl Villarreal, colaborador de Chabán, le cabe la misma figura.
A los ocho integrantes de Callejeros, Patricio Santos Fontanet, Diego Argañaraz, Juan Carbone, Daniel Cardell, Maxi Djerfy, Christian Eleazar Rorrejón, Elio Delgado y Eduardo Vázquez: coautores del delito de estrago doloso seguido de muerte y partÃcipes secundarios del delito de cohecho activo. De 8 a 20 años de prisión, y hasta 6 por la coima.
A tres funcionarios del gobierno de la Ciudad (Fiszbin, Fernández, Torres) como autores del delito de incumplimiento en los deberes de funcionario público. La pena máxima por este delito es de hasta dos años de cárcel.
Juan Carlos López, secretario de Seguridad porteño, autor del delito de homicidio culposo, es decir matar sin intención de hacerlo, que se paga con una pena de 2 a 5 años de prisión.
A los policÃas federales de la comisarÃa 7ª: están imputados como coautores del delito de cohecho pasivo y coautores del delito de estrago doloso seguido de muerte el ex subcomisario DÃaz y el ex comisario Sevald; por coima el ex comisario Belay, y por incumplimiento de los deberes de funcionario público y partÃcipes necesarios del delito de estrago doloso seguido de muerte a los policÃas Sosa y Villegas.
El juez de instrucción Alberto Baños procesó el martes, sin prisión preventiva, al empresario Rafael Levy, señalado como dueño del predio en el que funcionaba la discoteca República de Cromañón. La figura que el juez aplicó a Levy es la misma que pesa sobre Chabán y los músicos de Callejeros: âestrago doloso seguido de muerteâ.
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