âSon las mejores papas que vas a probar en tu vida.â Fernando Ruiz DÃaz está sentado en uno de sus refugios predilectos: un restaurante de Recoleta especializado en comida norteamericana. Las fritas llevan queso, panceta y cebolla de verdeo. âY son de verdad, no las congeladasâ, anticipa, con la jactancia del habitué. Pero la escena es algo más amplia. La mesa es grande, y junto a él están sus compañeros de aventuras, un grupo que ha sido desanudado y vuelto a anudar más de una vez. 3k1m3e
A sus espaldas, una ventana amplia desnuda la solemne entrada del cementerio de la Recoleta, que está siendo empapado por una lluvia intransigente y hace que la escenografÃa parezca ideal. âSon las cruces de un cementerio / las que dicen y cuentan / que estamos acáâ, canta Fernando en Metrópolis Nueva, primer corte de El Mezcal y la Cobra, séptimo disco de estudio de Catupecu Machu, una nueva marcha lunática de doce piezas que vio la luz hace semanas. âTengo fascinación por los cementerios. Desde lo arquitectónico, hasta pensar que estamos acá tomando una birra, pero pase lo que pase terminamos ahà (se da vuelta y señala). Eso siempre lo vi. La frase se me ocurrió cuando salÃamos de Nueva York después de masterizar el disco anterior. Estábamos cruzando el East River y debajo de ese puente hay un cementerio donde están enterrados varios próceres. Miré para atrás y dije: âQué lindo Manhattanâ. Saltó el taxista, un puertorriqueño que habÃa ido a Estados Unidos a comprar el auto y el microondas, pero se quejaba de que tenÃa que trabajar mucho. Yo le dije â¿Sabés de dónde venimos nosotros, papá? De la Argentina. Allá tenés que laburar de verdad, es todo muy difÃcil, asà que no te quejes porque al final todos terminamos ahÃâ, señalándole el cementerio. En el avión de vuelta escribà esas lÃneas, que son una imagen en tiempo realâ, narra el guitarrista y cantante.
El exótico animal que nunca existió volvió a cambiar de piel. Dos piezas importantes se apartaron del camino: Fausto Lomba, manager histórico, y Javier Herrlein, baterista germinal y legatario de Abril Sosa desde Cuadros Dentro de Cuadros. Los suceden Pablo âDocâ Mayer y el ex bajista de Cuentos Borgeanos AgustÃn Rocino, hoy a cargo de la baterÃa (ver aparte). Los siguen acompañando el tecladista, samplerista y productor Macabre, y el bajista y guitarrista Sebastián Cáceres. Además, Gaby Ruiz DÃaz completa la formación como un gurú espiritual, cuyas enseñanzas durarán unos cuantos años más. âLos cambios son inherentes a la vida de todos los seres humanos y Catupecu no es la excepción a la regla. Los orientales dicen que crisis es oportunidad, entonces hay que ver las dos caras. Siempre ha habido cambios, a veces son buscados y otras simplemente suceden. Hay que verlo como que es lo que tiene que pasar, y este cambio fue positivo para Catupecuâ, revela Fernando.
Fernando: âEs muy lindo ver la historia de U2, que están con el mismo manager desde que empezaron. En nuestro caso se dio de otra manera y no fue buscado. Sà buscamos separarnos porque habÃa conflictos. Es buenÃsimo lo que estamos viviendo actualmente con Pablo, nuestro nuevo manager, y con Agus. Creo que el único cambio que no se hubiera querido nunca fue lo que pasó con Gaby, pero bueno... pasó.
Macabre: âLo buscado fue cambiar para estar mejor. Todas las rupturas son dolorosas para los dos lados. No vamos a entrar en detalles, pero creo que logramos mejorar desde lo anÃmico y espiritual. Fer supo ver muy bien la necesidad de bajar toda esa energÃa en un disco en el momento ideal, porque los planes de grabar estaban para más tarde, pero se adelantaron unos meses para que esa nueva energÃa pudiera quedar plasmada.
Fernando: âVolvimos de vacaciones, y en tres dÃas nos separamos del manager y el baterista. A la semana estábamos empezando a grabar el disco.
El Mezcal y la Cobra fue entonces la válvula de escape. Puesto a rodar, suena como el diario Ãntimo de un colectivo que busca en la convulsión el combustible de su persistencia. Secuencias electrónicas y riffs dignos de hard rock conviven sin hacinarse, y la lengua exótica del cantante y guitarrista esta vez se relame en lo autorreferencial (âEl reptil que cambia la piel / otra vezâ, âY eso que estaba por dormir / queda despierto / y eso que estaba por morir / no morirá en el intentoâ, o âUn cuerpo que carga / a un alma en pena / pero que quema igualâ), como en la celebración de la danza, y la danza como celebración (Aparecen Cuando Bailamos, Baile Guerrero, Danza de los Secretos, o âla cobra y su danza ritual / te encuentro, te pierdo y te buscoâ, de El Mezcal y la Cobra). âNos gusta mucho el festejo, la danza como una cuestión tribal, ritual. Tocamos, escribimos, burlamos a la muerte con eso. Bailamos para estar vivos. Para tocar el piano o la guitarra tenés que saber, pero para bailar no tenés que saber nada. Te ponen un ritmo y se te mueve el corazónâ, desgrana Fernando.
Fernando: âIgual, sólo que el retiro esta vez fue en la ciudad. Nos borramos de todos lados, estábamos metidos en el estudio todo el dÃa, todo lo que conocÃamos eran esas paredes. En algún sentido el campo tenÃa una cosa un poco más divertida, relajada.
Sebastián: âSimetrÃa fue dos años después del accidente de Gaby, y ahora estamos a dos años de SimetrÃa, asà que algo tuvo que haber cambiado. El resultado de este disco es más abierto, pero el trabajo fue mucho más intenso. Hubo cosas que se propusieron en el estudio y quedaron de primera toma, como Baile Guerrero, que es un tema a tres bajos, y los tres están grabados un mismo dÃa.
Macabre: âO el último, Shakulute Peruano, que es una reversión del primero (El Mezcal y la Cobra), grabada en vivo y de primera toma.
Sebastián: âMismo en Musas, donde usamos la toma de voz que grabó Fer para mostrarle el tema a la gente de la compañÃa.
Fernando: âNo tenemos un método especÃfico pero sà mucho trabajo, muchas horas hombre. Baile Guerrero salió una noche que me quedé solo en el estudio.
Macabre: âMuchos. Es la contracara de lo espontáneo. Hay mucha búsqueda, trabajo con los canales, ecualización. Las lÃneas de bajo, guitarra y teclado cumplen una función súper importante cada una, pero a la vez conviven y forman una masa.
Fernando: âEs un disco muy orquestal.
Macabre: âEs muy importante lo que hace cada instrumento por sà solo. Sin ánimo de compararnos con Bach, acá hay algo de esas obras a tres voces, que cuando las escuchás pensás que con cada una harÃas un tema. Cada lÃnea es súper interesante y a la vez es necesario que estén juntas.
Fernando: âTiene mucho ritmo, mucho beat. Escuchás una banda sonando. Hay una conjunción muy interesante de los cuatro, hay un grupo, eso es lo que tiene de bueno. Se ve un grupo. En el disco anterior, por los conflictos que tenÃamos, no se siente tanto un grupo como en este. Es una sensación.
Fernando: âPara el disco que viene tiene que haber un tema con secuencia y cuatro bajos. Ya lo hablamos.
Macabre: âUna cuerda cada uno (risas).
Fernando: âCada instrumento te pone en un lugar diferente. A mà el bajo me encanta. A todos nos gusta, porque escuchás Baile Guerrero, y es un tema guitarrero pero está tocado con bajos. A la izquierda me escuchás a mÃ, a la derecha a Mac, y en el centro a Seba. Con mi bajo hago algo que inventó Gaby: saco un whammy, un chorus y una distorsión por el equipo de guitarra, y aparte el bajo por otro equipo. Asà suenan los dos equipos a la vez.
La obsesión por la simetrÃa de las formas del arte de tapa indica que se trata de un disco de Catupecu, y la superposición de figuras arquitectónicas evidencia la pasión de Fernando por ese arte. No es que haya dejado atrás la poesÃa nómada y contorsionada que lo caracteriza como letrista âel propio nombre del disco es un indicio de esoâ, pero esta vez su inspiración catártica marca el pulso gramatical de la obra. Ese torrente emocional fue más difÃcil de envasar que nunca: âEs un disco que tiene significancia, cargaâ, apunta. âUna carga importantÃsima de música. No digo emotiva porque siempre nos emocionamos. DirÃa que fue en el que más me costó ponerles tÃtulos a las canciones y al disco. No sabÃa cómo resumir todo en un solo tÃtulo. Por ejemplo, SimetrÃa era como una obra todo entero, dicen que lo ponés y no lo podés sacar, pero en este parecemos una banda distinta en cada canción.â
Fernando: âEstá planeado que no tengan nada que ver uno con otro, porque nos aburrirÃamos, ¿no?
AgustÃn: âNo sé si está planeado o sale asÃ.
Macabre: âSale asÃ. Es algo muy inherente a Catupecu. Entre discos hay un tiempo de gira, de presentación, que te va nutriendo de experiencias y cuestiones musicales. El momento de grabar es tiempo de registrar todo eso. Ahà es cuando los conceptos se aúnan y las ideas empiezan a bajar, con ayuda y búsquedas de todos nosotros. No pensamos âEn este disco vamos a meter piano y bajo acústicoâ, sino que se macera en el inconsciente. Asà pasa con el audio y las letras, donde también hay diferencia entre discos.
Fernando: âSerÃa imposible que un disco de Catupecu sonara como el anterior. Cambian los estados de ánimo, las ganas, los gustos. Yo en mi vida pensé que iba a tocar con Fender, pero ahora estoy usando una Jaguar y una Telecaster, y estoy fascinado. Nunca perdemos esa capacidad de asombro. A la distancia veo que siempre hicimos cosas muy jugadas, y el arte, si no es eso, no sirve para nada. Ahora escucho SimetrÃa y me siento orgulloso, pero es más difÃcil que la mierda (risas). Cuadros es difÃcil, hoy dÃa es el icono de irse al carajo... creo que el único que lo entendió de entrada fue (Germán) Daffunchio, que al mes me agarró y me dijo â¿Sos consciente de que hicieron el mejor disco de los últimos diez años?â, y yo le contesté: âNo sé, porque todavÃa no lo entiendo ni yoâ. VenÃamos de Cuentos Decapitados y Gaby, un icono del bajo, no tocaba el bajo ¡Una locura! En la Argentina, vos pensás en bajistas y decÃs Machi, Arnedo, Gabriel Ruiz DÃaz. Digo los que se me vienen a la cabeza ahora. Después hay otros muy grosos: Malosetti, Vadalá, Marcelo Torres. Este es el primer disco en el que me dediqué a leer las crÃticas, y me emocioné. Salió con la pata derecha, vendió, lo que sea... encima es un discazo. Tampoco sabÃamos que iba a pegar asÃ, porque se llama El mezcal y la cobra, no va muy bien con Radio Disney, aunque parece que está sonando con todo Metrópolis Nueva.
Fernando: âEl proceso no fue simple, pero se pueden contar los pasos. Se unen dos caminos para este nombre. Cuando grabamos Manuel Santillán, El León (para el disco tributo a Los Fabulosos Cadillacs Vos sabés... Cómo te esperaba, Vol.2) y lo vino a escuchar Albertito Moles, de Pop Art, trajo un tequila y un mezcal. Adelante de las máquinas, en el estudio, tenemos una especie de altar donde están el Guasón, las botellas... Jack Danielâs. Y estaba la botella de mezcal. El tema El Mezcal y la Cobra ya estaba grabado, pero estuvimos un par de dÃas buscando los teclados. Un dÃa Mac trajo su primer teclado, un Prophecy que compró cuando tocaba en Totus Toss. Eran como las cuatro y media de la mañana, no dábamos más, y después de una hora de buscarle el sonido llegamos a algo parecido a una flauta. Y ahà flasheé que era como la flauta del encantador de serpientes. Eso le dio vuelo al tema. Tanto vuelo le dio, que Mac lo cuestionaba, porque bajo y guitarra son una pasta, pero el teclado suena re despegado. Una vez que hicimos eso habÃa que escribir la letra. Otro dÃa se fueron todos y me quedé solo. El silencio de la sala era terrible y me agarró terror al vacÃo, el horror vacui de las iglesias, que por eso llenaban todo de imágenes. âHoy sale la letraâ, pensé. Algo muy parecido a lo que pasó con el tema La Llama, de Dale!, que prendà tres velas, le di para adelante, y salió un tema que me encanta. Acá me senté, miré la botella de mezcal y me dio una sensación de plenitud. Para mà el tema era la danza de la cobra, y se me ocurrió lo de âDestapar el mezcal / bebernos de a tragos el mundo / la cobra y su danza ritual / te encuentro, te pierdo y te buscoâ. Te encuentro, te pierdo, y te vuelvo a buscar. Ahà me di cuenta de que el tema se llamaba El Mezcal y la Cobra. Los tÃtulos caen, en algún momento. Fue muy loco, porque tenÃa un argumento armado para cada uno de por qué ponerle asà al disco, y cuando dije El Mezcal y la Cobra todos dijeron que sà enseguida. Les decÃa: â¡Hijos de puta! ¡DÃganme algo, alguno que me lo discuta!â (risas).
Macabre: âA todos nos pareció obvio que el tÃtulo era ése. Tenemos un amigo que dice: âClaro, los tipos no le ponen al disco âLa pizza y la faináâ, le ponen El Mezcal y la Cobra. Ahà ya arrancamos con quilomboâ (risas).
Macabre: âLos dÃas que nos Ãbamos a las dos o tres de la mañana, decÃamos âNos vamos tempranoâ. Lo usual era terminar tipo seis, siete.
Fernando: âY no es que empezábamos a las ocho de la noche, empezábamos a las dos de la tarde. Yo dormÃa cuatro horas y me despertaba a las diez con alguna letra encima.
Macabre: âSigue siendo asÃ. El otro dÃa empezamos a ensayar los temas del disco, llegué tipo diez de la mañana, y lo encuentro a éste durmiendo en un sillón, que se habÃa quedado toda la noche buscando un sonido de guitarra.
* Catupecu Machu presenta oficialmente El Mezcal y la Cobra el domingo 4 de diciembre desde las 20 en el Luna Park, Av. Madero 420.
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