Paredes convertidas en galerÃas al aire libre, sin curadores ni impedimentos ridÃculos de museo como no tocar las obras o evitar las fotos con flash. Acá es al revés: si no flasheás, es porque te perdiste de algo. Y mientras en el barrio siguen discutiendo si una pared pintada es arte o vandalismo, dos inglesas se establecieron en Buenos Aires el dÃa que descubrieron aquello que permanece oculto a los peatones urgentes, a los que patean la ciudad sin ir a ningún lado. Se llaman Marian Charles y Jo Sharif, y son los espÃritus de Graffiti Mundo, un colectivo de trabajo que reúne talentos sub-30 del arte, la publicidad, el diseño gráfico, el marketing y el periodismo, dedicados todos ellos a difundir la efervescente escena street art porteña a través de un sinfÃn de actividades. j1d20
âCreamos puentes entre la gente y el arte en la calle, difundiendo a los artistas y contando la historia oculta detrás de las paredesâ, define Cecilia Quiles, una de las integrantes de Graffiti Mundo, acerca de la principal fortaleza del colectivo: los tours urbanos que, con singular éxito, otros aventureros ya lo promovieron en Nueva York, BerlÃn, Melbourne y San Pablo (considerada por muchos como la meca latinoamericana del street art). De a pie, en bicicleta o sobre una camioneta, en dÃa de semana o a fin de la misma, dedicada a curiosos o fotógrafos profesionales, y hasta en castellano o en inglés, son algunas de las múltiples variantes que ofrece este servicio increÃble capaz de reunir a gringos y criollos en una recorrida por Colegiales, Palermo o Villa Crespo (o bien entre La Boca, Barracas, Parque Patricios y Once), mostrando la evolución del arte urbano en Buenos Aires, que lo mismo serÃa hablar de nuestra historia polÃtica contemporánea.
âEn la Argentina, las primeras intervenciones urbanas tuvieron que ver con pintadas de propaganda polÃtica en la reinstauración democrática de 1983â, explica con tino enciclopédico Ana Laura Montenegro, una periodista de pura cepa que se arrimó al colectivo por curiosidad y terminó convirtiéndose en una de sus guÃas más notables. Detrás, observa una pintada a tamaño real de El Nestornauta, esa libre versión de Oesterheld que La Cámpora instaló como icono viral en 2010 para promover lo que terminó siendo el último acto público de Kirchner. Según convida la colega, la escena local surge tras la dictadura, como una forma de explorar nuevas formas de expresión con lapiceras, fibrones, pinturas y aerosoles en paredes, parques, bancos de plaza, senderos, puentes, construcciones abandonadas, estaciones ferroviarias, guardarrails, medianeras y todo espacio público susceptible de ser escrachado.
Aunque se toman como registros iniciales las pinturas rupestres milenarias, la historia traza al Mayo Francés como primer caldo de cultivo de expresiones urbanas combinadas con ciertas aspiraciones artÃsticas, algo que pocos años más tarde retomarÃan las bandas callejeras de Estados Unidos para marcar territorio a través de sÃmbolos claramente advertibles. Pero no sólo de trinchera, marcha y bombo está hecho el street art local. También se registran influencias de la psicodelia, el manga y el animé, la iconografÃa, el comic, el diseño gráfico, las bellas artes y varias técnicas académicas al servicio de aerosol, acrÃlico, stencil, fibrones, papeles impresos y pegados con engrudo, stickers convencionales o nuevos experimentos, entre los que se destacan una argamasa de látex, asfalto y tierra, y hasta un matafuegos relleno con pintura.
âLa gente se asombra al descubrir cómo las paredes cuentan historias. Es muy conmovedor ver sus reacciones, sus respuestas y sus emocionesâ, cuenta Cecilia. En el recorrido se observan intervenciones en barandas, puentes, murallones, cordones de veredas, autos abandonados y hasta en las paredes de la megaplanta eléctrica de Edenor en Colegiales. âA diferencia de otras ciudades, en donde la actividad es rechazada y clandestina, Buenos Aires goza de una gran aceptación por parte de la comunidad en generalâ, apunta Ana Laura. âEste consentimiento les permite a los artistas tomarse su tiempo para pintar, e incluso hacerlo junto a otros amigos y colegas, facilitando piezas de mayor tamaño y elaboración.â
Esta institucionalización del street art (en el que los tours de Graffiti Mundo irrumpen como causa y también como consecuencia) se pone de manifiesto a través de varios fenómenos. A la exposición convencional en lugares tales como el Centro Cultural Rojas, Ciudad Emergente, arteBA, Centro Cultural Recoleta, Palais de Glace y Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (en donde se replica intramuros una expresión por naturaleza outdoor) se le suman los intereses comerciales de firmas que buscan proyectar sus ambiciones a través de estrategias que hasta no hace mucho sonaban insólitas y que hoy saben geniales, como aquella célebre marca de aerosoles que acaba de lanzar una lÃnea exclusiva para artistas callejeros.
Y no sólo eso: también se convirtió en objeto de estudios de académicos y curiosos, como el programa Paredes que hablan que alguna vez se emitió por I.Sat, o los libros Hasta la victoria stencil o Graffiti Argentina (de pluma doméstica y editorial británica). Graffiti Mundo también está trabajando en la causa desde hace tres años con dos objetivos en mente: âUn libro que se enfocará en los antecedentes históricos, artÃsticos y culturales que favorecieron el desarrollo del arte callejero local, y un documental que se sostendrá más con entrevistas, pintadas en vivo e imágenes para narrar lo sucedidoâ, anticipa Cecilia.
Icónico, crÃptico, ampuloso y subversivo, también efÃmero y fugaz. Asà se presenta por las calles un street art que asume muchos protagonistas y pocas identidades. âPara ellos, lo importante es la obra y no su autorâ, defiende Ana Laura, mientras cifra y descifra el nombre de los artistas y de los colectivos de trabajo que intervinieron en cada una de las obras que ella misma va descubriendo en el tour: Buenos Aires Stencil (creadores del logo âDisney Warâ con cara de Bush y orejas de Mickey), Jaz (âmantiene la esencia de la calle pintando con brea, ladrillo y carbónâ), Triángulo Dorado (trÃo egresado de Bellas Artes), los Doma (âpioneros en instalaciones no convencionales de espacios públicosâ), Pum Pum (o la chica que vive rebotando ofertas de marcas), Tec (mitad en Buenos Aires, mitad en BerlÃn) o los Run Donât Walk, convocados alguna vez por Bansky, el misterioso inglés que pintó ventanas en el Muro de Gaza y subastó obras por Christieâs en 300 mil euros, pero de quien aún se desconoce identidad y aspecto fÃsico.
El recorrido concluye en Hollywood in Cambodia, la primera y única galerÃa estable de street art en el paÃs, que surgió cuando los dueños del Post Bar (Thames 1885, Palermo) convocaron a algunos artistas para decorar el boliche y se dieron cuenta de que ningún billete serÃa capaz de honrar semejante creatividad. El arreglo fue la cesión de dos ambientes en el primer piso, en donde hoy funciona esa muestra permanente de venta y exhibición de piezas que pueden encontrarse a la vuelta de una esquina que aguarda volver a ser intervenida una y mil veces más.
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