âLa Costa es un concepto, es la suma de las ideas que compartimos los siete de la banda que hizo el disco Camuflash y un grupo de amigos, artistas visuales, vestuaristas, gente del teatro y bailarinesâ, explica Aquel Man, uno de los cantantes del divertido grupo que sabe combinar hip hop con rock, funk y pulsos bailables. La tapa de este disco, su debut, presenta a un soldadito de plomo de uniforme calidoscópico, y es algo bien elocuente: âNosotros damos batallaâ, asegura el compañero de Tome, Mister W, Sheriff, Doble T, Pocho y Jane, que en esta placa desarrollan una música iluminada, con base en una actitud contestataria que no es atropello sino colección de argumentos para plantear por qué es posible vivir más flashera y humanamente. 705s52
El del destacamento de La Costa es un combate, claro, cultural: una misión de rescatismo, de fortificación y conquista. La entrelÃnea de estas diez ágiles y destellantes canciones permite desentrañar su gran misión: rescatar las músicas de raÃz negra para salvar con ellas a la Ciudad Blanca. Hip hop, funk, disco, todo aquello que tenga groove, edifica un sonido atravesado por el pop y el rock, en la búsqueda de conquistar al mismo tiempo las caderas y las mentes. âIntentamos ir a las raÃces del groove, que están en el funk, en el jazz, en el rap, las músicas de antes, para traerlas y proyectarlas a un futuro de mayor conciencia sobre lo que pasa.â
Yo no sé, por ejemplo, es un ataque frontal contra la âmovida virtual, el chamuye irrealâ y los Blackberries ensamblados por âmuchachitos chinos que en vez de ir a la escuela van al taller clandestinoâ. De paso, âel diario matutino, que en vez de hablar de eso vende salame y vinoâ, también cobra en esta canción costeña. âNo sé si podemos despertar a la gente âite Aquel Manâ, pero intentamos descontracturar al mundo y descontracturarnos. Crecimos con la presión de que tenÃamos que ser algo, por dónde nacimos y dónde estudiamos âNdR: en una escuela bilingüe de San Isidroâ. Pero nos entregamos a nuestro hobby e hicimos de él un laburo: ¡hace cinco años que ensayamos tres veces por semana! El mensaje de ese tema es que no hay que perderse en Internet ni enroscarse en relaciones que no sirven. Nuestra temática es la verdad. Para eso, ponemos a un lado nuestros egos y la música adelante, y nos ubicamos en una situación de disfrute. La música no es para que nadie le saque el jugo, ni para vender algo, sino para divertirse. En eso creemosâ, jura.
En la suya convive algo de Funkadelic y de Herbie Hancock con el espÃritu crossover de bandas fabulosas como Talking Heads o Gorillaz; el embrujo de artistas como Beck, Mike Skinner (revisar si no From Las Vegas to Kentucky (Oky Doky)) o Animal Collective (Vida es sueño); inclusive algo del tono de guerrilla cancionera latina de Molotov o Control Machete. Todo eso junto, no siempre revuelto, pero unificado por un concepto. Una influencia clarÃsima en La Costa es la de Illya Kuryaki and the Valderramas: âA los 11, yo cantaba la letra completa de Abarajame. Nos identificamos con ellos por su concepto y mensaje de diversión y juego con la música, y con la idea de no hacer música estándar sino combinar sonidos como funk, hip hop, rock, letras en español e inglés âNdR: La Costa incluso recurre al francés en Havanetâ. Ellos fueron unos precursores en eso de romper con lo que se esperaba en una banda, porque en su momento acá todo era Cris Morena o se pensaba que el rap era para 2Pac y Snoop Doggâ. Con sus fusiles cargados de leds multicolores, y mientras demea su próximo disco, La Costa dispara y da en el blanco.
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