Desde Barcelona 2j5g1y
El santo oficio de la memoria. Cuando Luciana Della Villa abandonó su Quilmes natal en 2000, para inaugurar una nueva vida en España, dejó atrás todo, salvo la música. De la manera que pudo, hizo espacio en la valija para llevarse a sus héroes del secundario. El Otro Yo, Juana La Loca, Babasónicos, los entonces Victoria Abril, Suárez, Cienfuegos y Peligrosos Gorriones enarbolaron ese imaginario sonoro que la llevó de pronto a querer ser también protagonista de una escena. Asà que luego de curtir el indie barcelonés con dos grupos que auguraron que esta chica algo se traÃa entre manos, Sybil Vane y Anticonceptivas, la artista argentina, junto a su pareja, el asturiano Sergio Pérez GarcÃa, como generalmente sucede, casi por accidente dieron vida a Pegasvs, la banda de la que no paran de hablar, y los festivales no pueden pasar por alto en este momento en la tribulada nación europea. âMis 18 años los recuerdo con mucho cariñoâ, comparte la vocalista y tecladista del tándem. âSin embargo, de esa camada la única agrupación que realmente escucharÃa hoy, tranquilamente, es Suárez. Horrible todavÃa, sigue siendo una de las mejores cosas que escuché en mi vida.â
Curiosamente, el Buenos Aires Hardcore marcó el punto de conexión de la pareja. Amor al primer mosh. âNos daba muchas gracia, porque, de todo mi bagaje de los noventa, en lo que coincidimos fue en Fun People. Incluso, Sergio se escribÃa con uno de ellosâ, desliza Della Villa. Antes de verse inmerso en Pegasvs (sÃ, con âvâ en vez de âuâ), Pérez GarcÃa se paseó por varios grupos de hardcore, punk y bluegrass, hasta que finalmente los teclados lo deslumbraron. âYo estudiaba sonido, y me interesaban los sintetizadores, aunque no los digitalesâ, elucida el músico español que además se jacta de haber disfrutado del filo de No Demuestra Interés. âCon Luciana probamos muchas cosas, siempre con la idea de hacer algo muy rÃtmico. No querÃamos bombo en negras ni nada por el estilo. Lo más parecido a lo que pretendÃamos ambos era el krautrock, pues creemos en la repetición. Entonces nos fuimos por ahÃ.â A lo que la quilmeña adhiere: âNo nos apetecÃa tocar otra vez con guitarra, bajo y baterÃa. Necesitábamos intentar algo nuevo. Y eso influye en cómo trabajás. Lo hacés desde casa, y vas grabando en la medida en que probás cosas. Somos dos, asà que no hay procesos democráticos en el medio.â
Pero lo del dúo está más cerca del Stereolab de Emperor Tomato Ketchup que del rigor minimalista de los pioneros alemanes. âSi bien el ritmo se basa en el krautrock, lo encerramos en una estructura pop para que no se nos vaya de las manosâ, define Sergio. Lo que sà está por salirse de control es el auge instantáneo de Pegasvs, que en febrero pasado puso a la venta su impecable disco debut, titulado igual que el binomio. âTiene que ver con Internetâ, supone Luciana. âEsto lo empezamos en agosto de 2010, y nuestra primera producción la lanzamos recién. Sin embargo, ya nos preguntan qué vamos a hacer para la siguiente. Anduve un año y medio trabajando en ella, de forma que no sé qué voy a hacer en la próxima. El álbum tiene muchas horas de trabajo, y estamos contentos con el resultado. Nos quedó como querÃamos. Aunque reconozco que también tuvimos algo de suerte. Y es que esto es como Twitter: tenés que estar haciendo cosas constantemente porque si no bajás. A pesar de que los festivales que se hacen en España son la chance para que la escena indie se exhiba, existe una exigencia de editar todo el tiempo. Acá, si no lo hacés, no sos nadie.â
Durante este ocaso veraniego en la Ciudad Condal, el colectivo de skaters, guiris (nombre local que se les da a los turistas de rasgos caucásicos, sobre todo a los ingleses), vendedores ambulantes africanos y vecinos de origen paquistanÃ, dan un color único a la plaza del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Y es que el barrio de El Raval es el lugar idóneo de la urbe mediterránea para pasar inadvertido, para el voyeurismo de colgados, para la licencia sigilosa. Mientras que la tarde agota su luminosidad, Luciana, que capitanea la entrevista con un acento y verborrea que tensan entre su pasado y su presente, le pone subordinadas a sus respuestas para comentarle a Sergio que leÃa el NO cuando era chica, evocar sus andanzas adolescentes, corregirle cómo se llama tal o cual tema de Babasónicos y recordar sus escasas visitas a la Argentina. âRegresé pocas veces, aunque me gustarÃa volver más seguido. Estoy mucho acáâ, se lamenta. âMás que intentar meterle por las orejas a la gente lo que escuchaba yo, cuando llegué a España me parecÃa que era una buena oportunidad para saber qué pasaba. Vine con actitud receptiva.â
En tiempos en los que la música moderna se resguardó en bichos en extinción y deidades mitológicas para definirse, de los que hoy relucen Totally Enormous Extinct Dinosaurs, Little Dragon, Daedalus o Hercules and Love Affair, este laboratorio del caballo alado griego fue descubierto en la web en el más absoluto anonimato. âHicimos el primer tema, âLa melodÃa del afiladorâ, en unas vacaciones, y la colgamos en Soundcloud, sin muchas pretensionesâ, rememora Pérez GarcÃa. âNo dejamos pistas acerca de quiénes somos porque hay gente que nos conoce de otras cosas, y luego te hacen esa lista de conexiones. QuerÃamos saber qué pasaba si alguien escuchaba algo nuestro sin saber que lo era.â No obstante, el concepto artÃstico de Pegasvs, cuyo disco de estreno fue lanzado a través de Canada, la productora audiovisual española en boga, entra en sintonÃa con esa movida mundial de canciones aletargadas y onÃricas que ha sido señalada como el âsonido de la recesiónâ. âSupongo que sÃ, porque lo hacemos en casa, no pagamos el local de ensayo y tenemos estos aparatos antiguosâ, ironiza el exponente que participó asimismo, en calidad de ingeniero de audio, en el álbum Alegranza (2008) de El Guincho.
Pese a que Barcelona se alzó en los últimos años con la chapa de âcapital mundial del indieâ, las bandas locales y, en general, españolas, con excepción de El Guincho, Delorean y actualmente el productor y DJ John Talabot, no han podido disfrutar de las dádivas que infiere el rótulo. âSi se tiran un pedo los de Londres o Nueva York, nos lo comemosâ, sentencia Sergio. Al tiempo que Luciana intuye que el reconocimiento en España pasa por triunfar en el exterior, algo que no es necesariamente funcional en Argentina. âEn los dos sitios hay una escena local, en el sentido de que si estás con gente de aquà vas a acabar yendo a ver a Los Punsetes o a Joe Crepúsculo. Nos conocemos todos, y al final cuadra de alguna manera. A un concierto indie nacional te van 150 personas, y es mucho. En mi época, cuando Babasónicos tocaba Dopádromo, llenaba Cemento. A la larga, me parece más rentable ser indie en Buenos Aires. Allá hay una industria capaz de autoabastecerse por sà misma. Que un grupo local pueda llenar cuatro River seguidos, eso no ocurre en esta parte. Me parece que la escena argentina es capaz de sobrevivir sin artistas de afuera. Acá eso no pasa.â
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