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Fotos: Cecilia Salas
¡Plum! ¡Plam! ¡Crunch! ¡Boing! Quien haya frecuentado salas de ensayo y estudios de grabación, fácilmente podrá imaginarse la escena: Alvaro Villagra (productor e ingeniero) sufrÃa del otro lado de la consola ante el sonido disonante y chirriante de una baterÃa imposible, cuando Marcelo Belén (por entonces asistente de producción inexperto, pero baterista ducho y hábil con la llave de afinar) se animó, en ese clima tortuoso, a hacerle una pregunta: â¿Me dejás que entre y te afine la baterÃa?â. Villagra recuerda la anécdota (que data de 1994) y ite que, hasta entonces, ni sabÃa que una baterÃa podÃa ser afinada. Siguiendo las pistas de esta extraña anécdota, la Comisión Técnica de Investigaciones BaterÃsticas del NO se animó a investigar sobre el arte de la medicina de baterÃas y le pidió la palabra a capos como Gustavo Rowek (ex V8, Rata Blanca y Nativo), Bolsa González (ex Pappo), Raimundo Fajardo (ex Chiquero y El Otro Yo, actual JaurÃa), Fito Messina (Axel, Giusti Funk Corp.), Jorge Araujo (ex Divididos, ahora en Gran Martell) y Marcelo Belén (ex El Lado Salvaje y Los Visitantes, hoy en Placer). Una cita con los drum doctors.
Ex baterista de Pappo y actual de Juanse, Bolsa González se sincera y acepta: âSi me preguntás qué es lo que hago, no sé. El drum doctor brinda un servicio. Es un laburo en el que hay que potenciar al baterista y sacar lo mejor de élâ, indica. Desde su estudio de grabación, Rowek coincide: âSer drum doctor es una cuestión de servicio integral, no es sólo la afinaciónâ. En general, en toda grabación que incluya baterÃa, siempre es lo primero que se graba: la base rÃtmica es el cimiento de cualquier construcción sonora, al punto de que, en cualquier disco de rock, la masa sonora de la bata suele abarcar más del 70 por ciento de lo que se escucha. Es lógico, entonces, que algunos bateristas, trascendiendo la fama de ser los instrumentistas más salvajes dentro del ya de por sà salvaje rock, han pasado algunas veces de la bata a la consola.
Marcelo Belén acepta ese enroque como algo natural: âEmpecé a trabajar como drum doctor y vi que era una profesión. Y a partir de ahà creo que otras personas, como el Bolsa o Araujo, también lo vieron como una profesión. La llave de afinar fue la que me llevó hacia la consolaâ, dice desde su base de operaciones, los estudios DDR (sigla que homenajea a Dee Dee Ramone), el ahora productor de las bandas Intenso, Viva Elástico, Toquelau, Los Nihilistas o los neuquinos de Esculapio. Señala el lugar donde está la baterÃa y comenta: âYa no pienso más desde ese lado, pienso desde ésteâ, y apunta a la consola.
Al igual que sus colegas, para Fito Messina ese instrumento grande, pesado, caro y complejo es una pasión: âSiempre estuve mirando y cambiando la baterÃa, que es un instrumento que tiene muchas variantes: platos, toms, bombos, medidas, parches. La evolución del instrumento siempre tiene un detonante: el estilo musical. El último fue la vuelta al vintage, que hizo que la gente haya vuelto a usar baterÃas de acrÃlico y platillos grandes. Otro fue el drum and bass, que hizo que se usen platos de efectos y otras cosasâ, explica. Su primer trabajo como drum doctor fue para Axel en 2003, cuando la palabra ni se usaba acá. âEstaba grabando y habÃa un tema que el productor querÃa que toque yo. Como tenÃa una buena bata, bien afinada y con buenos parches, me pidió que la lleve.â Baterista virtuoso que supo tocar con Alejandro Giusti y con Javier Herrlein en su actual proyecto solista, Messina asegura que âa un buen drum doctor lo llaman para pedirle que produzca un audio. Eso va a diferenciar un drum doctor de otro y a servir para no reproducir un sonidoâ.
Ray Fajardo coincide en que el rol es bastante reciente en el plano local, âcomo también lo son un montón de cosas que parecen novedades o que dan buenos resultados, pero que quizá nunca estuvieron por falta de herramientas y de gente que pudiera llevarlas a cabo. Quizás ahora es una posibilidad más accesible para muchas bandas independientesâ, interpreta el productor de Sr. Tomate y Los Reyes del Falsete, y recuerda que desde chico le llamó la atención ver que en los créditos de los discos de Queen o de Led Zeppelin siempre habÃa algún técnico que no era el mismo músico. âEn giras de Metallica o de Iron Maiden se veÃa que iban con una troupe muy grande y que asà como tenÃan veinte iluminadores, también habÃa uno que armaba la bata, otro que la afinaba, otro que la chequeaba... Y aunque no entendÃas la funcionalidad de todo eso, veÃas que los resultados eran muy buenosâ, destaca.
âAl final, lo que terminaba resultando raro era ver cómo uno se encargaba de hacer todo: de llevar la baterÃa, armarla, afinarla y desarmarla.â Y ahà aparece otro tema: los sponsors. Ray confiesa que aunque lo hayan ayudado algunas casas de música, nunca tuvo la actitud de âapertura y acercamiento para buscar patrocinio y que siempre se compró sus cosas. Como sea, más allá de tener la mejor baterÃa del mundo o de ser un virtuoso, la clave del sonido siempre ocurre en ese laberinto que es el oÃdo. Rowek comenta que conoce bateristas âque se tocan todo y que no saben afinar la baterÃaâ. Para Belén, de todos modos âlo más importante es el oÃdo, la educación del oÃdoâ. Después de 20 años de trabajar, dice reconocer cuándo un buen grave va a rendir en los parlantes. En cuanto a la afinación, la baterÃa es el instrumento más indefinido de todos, porque a veces una âdesafinaciónâ queda perfecta en ciertos grupos.
El Bolsa, que acompañó por 14 años a Pappo, coincide y confiesa: âLa verdad es que no sé afinar, salvo que quieras buscar una nota en el tambor o algún armónico. Se vende mucho humo. Si el parche queda arrugado, pero suena bien, está buenÃsimo. Creo que lo más importante es tener un audio personal. Tenerlo en la cabeza y poder transmitirlo al instrumento. Se puede tocar en vivo con cualquier baterÃa afinada y con buenos parches. El problema surge cuando vas a grabar: ahà necesitás un buen instrumento porque se hila muy fino con los micrófonos y la maderaâ, dice el hombre que eligió Gustavo Cerati para que le hiciera de drum doctor en Ahà vamos y Fuerza natural: fue como drum doctor y terminó grabando unos temas en lugar de Fernando Samalea.
âUn mal tambor te puede arruinar una buena canciónâ, sentencia Rowek, que hizo de drum doctor para La Renga, Horcas, Viticus, Kapanga, Fantasmagoria, Sponsors, Natas y No Te Va Gustar, a la vez que comenta que âen el 85 por ciento de los casos, el baterista me termina pidiendo que además grabe algoâ.
A medida que se juntan los testimonios, quedan claras dos cosas: la primera (Ray Fajardo dixit) es que âpara un baterista no hay mejor que otro bateristaâ. El gremio existe y la bata tiene sus secretos, que no son pocos. La segunda es que saber cómo hacer para que la baterÃa suene como uno quiere puede tomar años. Rowek: âLa baterÃa es un tipo de instrumento que te puede llevar años saber cómo te gusta realmente afinarla. Hace treinta que toco, diez que afino muy bien y cinco que siento que logré el sonido que siempre busquéâ.
También hay otra variable: no todos los bateristas tienen la personalidad y la técnica que tienen Fajardo, Messina o Araujo; y sin embargo hay que hacerlos sonar. Ray Fajardo: âCada uno tiene que descubrir qué clase de baterista es. A mis alumnos siempre les insisto con que no quiero que toquen como yo. Cada uno tiene que pegarle como le pega a la vida, de la misma manera. Tiene que ser feliz con lo que toca y lograr que eso sea un viaje, más allá de que sea un escritor de crucigramas o de best-sellersâ. Ray, que atajó en su adolescencia en Brown de Adrogué mientras ensayaba con cinco bandas a la vez, establece una interesante analogÃa futbolÃstica: âEl baterista es el arquero del equipo. Está siempre atrás, pero no se puede caer: es el que apoya todoâ.
Para Marcelo Belén, ya en el rol de productor, âgrabar tiene mucho que ver con el estado de ánimo, porque en una sesión hay situaciones que te hacen subir y otras que te hacen bajarâ. Dice que es todo âmuy futbolero, porque si el batero se equivoca, hay que subirle el ánimo, pero también es muy importante que venga a la pecera y se escuche bien porque si le gusta ese audio, va a ir a tocar contento pensando que asà es como está sonando. Cada uno tiene su audio en la cabeza. Y vos tenés que lograr que el baterista se crea totalmente el personaje que va a la sala de ensayo o sube al escenario. Es simpleâ.
La camaraderÃa entre bateristas sorprende, al punto de que quizás el mito urbano de que son los más copados, accesibles y sacrificados de todas las bandas sea cierto. Fajardo cree que âel baterista es el tipo que te encontrás en la barra de un bar. El batero escucha más a la gente que el cantante. La gente misma suele acercársele más, ya sea para hacer crÃticas, sugerencias o comentarios, cosas que jamás se animarÃan a decirle a un cantante: debe haber bateristas mala onda, pero no te olvides de que los cantantes con mejor onda, como Joey Ramone, Madonna, Iggy Pop o Paul McCartney, son asÃ... porque han sido bateristasâ.
En algo todos coinciden: la experiencia es vital para lograr un sonido. Rowek lo sintetiza con el viejo refrán: âEl diablo sabe por diablo pero más por viejoâ. Desde su experiencia, el Bolsa cree que uno de los mitos a erradicar es que âcuanto más fuerte toques vas a conseguir más volumen y mejor audio. No es asà porque al tocar más fuerte se ahoga el parche y no tenés brillo, además de tener menos velocidad. Eso sumado a la tendinitis que te puede agarrar, por las millones de vibraciones que manda el palo. Todos decÃan que Bonham tocaba al palo, y es mentira: si no, no hubiese tenido ese audioâ.
Gustavo Rowek se rÃe al recordar la grabación de su primer disco (el legendario Luchando por el metal, de 1983, que envejeció con dignidad y furia mas allá de âdetalles técnicosâ) y reconoce que si tuviera que grabarlo de nuevo, cambiarÃa todo: âDesde chico siempre tuve problemas porque trabajaba con la doble tensión de los dos parches. Además éramos unos descontrolados. Cuando grabamos no habÃa los músicos, los estudios, ni los ingenieros para lo que querÃamos hacer. Por suerte, después conocà a Mario Breuer, que fue mi mentor en estoâ.
Hay mucho de orfebrerÃa en la baterÃa, y para poder investigar qué se puede hacer y qué no, la Suma BaterÃstica incluye aspectos de metalurgia y mecánica: hay metal y cadenas, fierros y platillos, lo que nos lleva a pensar en que los obreros que trabajan el metal, como en el caso de los herreros, han sido históricamente marginados socialmente por la creencia de que su oficio tenÃa algo a la vez mágico y peligroso, demasiado cerca de la simple brujerÃa. Ray comenta: âPara mÃ, el primer drum doctor fue el chamán. Siempre te imaginás al baterista como el más bruto, como alguien con más fuerza fÃsica que otros músicos. La percusión siempre tuvo algo oscuro: en la guerra se tocan los tambores, en la horca también. Nuestros ancestros bateristas han tenido esos trabajos cercanos a la muerteâ, analiza Ray. Y da un ejemplo de desenfreno metalúrgico: âLos platos tiene un lÃmite técnico, ¿no? Yo conozco ese lÃmite, y los rompo igual. Y me los pago; y mirá que son caros, ehâ. Los drum doctors realmente buenos tienen, según Ray, âun don para que esa idea que tenés en la cabeza sea efectiva. Los mejores resultados se consiguen cuando se mezcla la sangre con la exactitud del cuarzoâ.
Para cualquier persona ajena al mundo de las batas, es imposible expresar lo que se desea de un sonido de baterÃa. Messina recuerda que los tipos más difÃciles con los que trabajó fueron Toth y Guyot. âMe llamaron para laburar con ellos en la banda Bonsur. Armé dos sets con unas batas tremendas, empecé a afinar y me empezaron a pedir que suba, que baje, que no les gustaba y que querÃan alquilar otro instrumento. Al final les pedà que me dejaran laburar un rato. Cuando volvieron, escucharon la bata y se agarraron la cabeza. Entraron y me dijeron: â¡Tremendo cómo suena eso!â. La verdad es que no sabÃa qué es lo que querÃan, y como nunca habÃamos laburado juntos, no podÃa entenderlo en cinco minutos.â
El Bolsa también recuerda una experiencia complicada: âCon Catupecu, en 2003, me costó un montón. Me volvà loco porque grababan tres temas y no servÃan más los parches. Fueron muchas horas. Estaba en el control, iba a la sala, me decÃan que sonaba bien, pero cuando volvÃa al control ya no les gustaba el audio. El segundo dÃa les dije a Fernando y a Gaby que no estaba preparado para ese laburo, porque no entendÃa qué querÃan. Finalmente lo terminamos un jueves a la madrugada, y a las seis salà de gira con Pappoâ. El Bolsa recuerda su experiencia con el Carpo como caótica, pero divertida. âEntrábamos a grabar con un par de ensayos, pasábamos el tema para tener una idea, hacÃamos otra pasada... y listo. âPasamos a otro temaâ, decÃa Pappo. DiscutÃamos todo el tiempo por eso. Hoy por hoy te digo que tenÃa razón, el tipo respetaba la frescura.â
Jorge Araujo cuenta la impresión que le generó ir a grabar con Divididos a Los Angeles, donde conoció al famoso drum doctor Ross Garfield. De hecho, la denominación drum doctor aparece a partir de él. âEl tipo me recibió con tres baterÃas, en una especie de tinglado lleno de estuches donde se veÃan los de Peter Erskine (Weather Report) y Chad Smith (Red Hot Chili Peppers), entre otros. El los asistÃa en gira, conciertos y estudio. A Abbey Road llevé mi baterÃa y también alquilamos otra que decÃan que era de Ringo, y con Diego Arnedo nos pasamos mirando el nacarado, para ver si era de él o no. En ese estudio no podés perder tiempo, asà que me sugirieron la colaboración de Mike Udell, el tipo que acondiciona los instrumentos de tipos como Charlie Watts o Tony Williams, es muy conocedor del sonido y muy respetuoso. Y lo más loco es que él no sabÃa tocar la baterÃa. Pero, más allá de esto, si tenés claro el sonido que querés, no necesitás un drum doctor. Hay gente que, por falta de información, delega mucho en situaciones técnicas. Es importante que los que sientan que no pueden hacer determinadas cosas llamen a estos tipos para que los lleven a eso, pero si no hace falta, se despersonaliza la cosa.â
Este mundillo puede incluir a bateristas que no saben afinar, drum doctors que no saben tocar la baterÃa y grandes músicos sin instrumentos: la unión hace la fuerza y, como bien se habÃa dicho, para un baterista no hay nada mejor que otro baterista. Sobre todo si sabe afinar. Después de un rato de charla, Marcelo Belén saca una llave de afinación de su bolsillo y confiesa, mientras la acaricia con extraña fascinación: âLa tengo siempre conmigo. Esto me llevó a viajar por el mundoâ. Y se la vuelve a guardar.
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