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Para ver Movimiento perpetuo hay que hacer la reserva por mail. Luego te llega la respuesta con la dirección donde se presentará la obra, que semana a semana se hace en un lugar diferente: livings de casas que se ofrecen para hacer de escenario, con una copa de vino y... ¡brownie hecho por la autora! La también actriz Paz Pardo, estadounidense que con dirección del colombiano Carlos Enrique Lozano monta este biodrama en el que Paz intenta exorcizar los demonios de ser una mudadora serial, contando la historia de una extraterrestre que cae en Buenos Aires y trata de adaptarse a la vida de la ciudad. Es que asà se sentÃa cuando llegó, en 2012: âPasé de ser una adulta en Estados Unidos a una niña de 9 años en un segundo: no tenÃa vocabulario, no entendÃa muchas cosas y no me entendÃan. Era como ser de otro planeta. Si me echaban los perros, no sabÃa qué hacer para comunicar si me gustaba o no; si me hablaban, no sabÃa si querÃan ser mis amigos o venderme algo. No sabÃa cómo manejarmeâ, confiesa.
Paz creció en San Francisco, pero también vivió en Nueva York, Londres, Bogotá y Buenos Aires. Por eso la historia es la de una extraterrestre que intentar armar una vida en una ciudad desconocida, donde consigue trabajo, se inventa un pasado, intentan seducirla, sale con amigas, compra empanadas para cenar, empieza a hacer terapia. Y la obra tiene tantas mudanzas como ella: se presentó también en Cali, Bogotá, San Francisco y Nueva York (allá, en inglés). La apuesta es a âcrear una comunidad efÃmeraâ, y para ello se construye un clima intimista, con pocos espectadores a los que en distintos momentos les pide que hagan algunas cosas (sencillas, nada para asustarse).
Pero no siempre sale bien: lo peor que le pasó haciendo Movimento perpetuo fue en Colombia. âTuvimos función en Semana Santa, y allá se toma bastante. Cuando empecé la obra, una chica se fue corriendo al baño y empezó a vomitar. ¡Pero dejó la puerta abierta! Como es un público chiquito, todos ponÃan cara de qué estamos haciendo acá. Fue una función que padecÃâ, recuerda, pero estalla en carcajadas.
La costumbre yanqui de mudarse constantemente, dice, ya la habÃa âangustiadoâ. âEstuve en Nueva York dos años y medio, y tenÃa llave de cinco departamentos: yo me iba a algún lugar, alguien se quedaba en mi depto, alquilaba otro por dos semanas. Un quilombouâ, cuenta riéndose. Y ejemplifica: âNo sabÃa ni dónde guardar mis camperas después del invierno. ¡No podÃa meterlas en una caja y dejarlas, tenÃa que estar llevándolas durante el verano encima!â.
Pero ser voladora frecuente también le permite comparar los públicos de diferentes paÃses. Claro, se queda con el argentino. âAcá se copa de una manera que me impresiona. Lo vi en otras obras en que hay participación del público. ¡Siempre alguien se ofrece a hacer cualquier cosa! Eso se ve incluso en el subte: cuando sube un músico a tocar, la gente aplaude. ¡Es asombroso! Cómo no te van a hacer el aguante si están en el living de una casa...â
* Los martes a las 21. Reservas al mail [email protected]
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