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En el 2000, cuando las casas de música hervÃan de gente comprando violas a dos mangos para engordar al rock, estaban los que buscaban otra cosa. Gustavo Scheller, bajista de Richter, cuenta que en esos dÃas los sintetizadores âya estaban demodéâ y que consiguió uno en un negocio sobre Rivadavia, de un viejito que vendÃa teléfonos hechos pelota y contestadores a minicasete. La banda sigue usando algunos de esos sintes, fieles como dinosaurios con correa, desde un punto equidistante entre el rock noventoso y Creamfields: âHace 50 años que existen los sintetizadores, pero a nosotros nos siguen pareciendo desafiantes, o al menos ése es el uso que les damosâ.
Casi siempre se notan las influencias de una banda con sólo ver su look. A veces puede fallar. Scheller tiene patillas gigantes y jopo rockabilly, una especie de Elvis, pero tecno. John John, el violero, lleva peinado a la cachetada hacia la izquierda y remera naranja de Depeche Mode. El más neutro es Zenitram, cantante, vestido de âcivilâ. Sus influencias exceden la pilcha: hacen un rock electrónico que trae encima la new wave de fines de los â70 y los â80, el ADN de grupos noventosos como República, Garbage o Elástica, y la bandera del electro-rock resucitado a partir del 2000. Todo en una ensalada de punk, dark y tecno que podrá verse nuevamente este sábado, cuando estrenen Transforma2, versión remixada de su último disco.
Por toda esa cruza, Richter está a mitad de camino entre tocar en un boliche del palo o en una discoteca. Una formación de banda clásica de rock que puede mutar y que, en el cuadro siguiente, cada uno esté enfrentado a un sintetizador. âNo nos interesa el costado lánguido de la electrónicaâ, aclara Zenitram. Se juntaron en 1999 y tienen cinco álbumes editados, al que se suma un disco de remixes recién salido. âEn cada disco nos fuimos acercando a lo que tenÃamos en la cabeza: ser un grupo de rock con bases electrónicas que se entremezclen bienâ, define el cantante.
En todos esos años debe ser una de las bandas del under que más giró por la Argentina. A partir del tercer disco, Lanzallamas, se lanzaron a la ruta y no pararon más. Se compraron una ambulancia porque les alcanzó para eso y dieron más de cien shows en todo el paÃs. Después sacaron Fin del mundo y manejaron otros 10 milkilómetros, desde Ushuaia hasta Salta, pasando por más de 50 ciudades. âLlegamos a pueblos en donde nunca habÃa tocado un grupo de rockâ, juran. De ese viaje editaron el DVD Cuentakilómetros, una especie de manual de guerrilla para cualquier banda que quiera hacer una gira totalmente autogestionada. Ahora, advierten, ya no es tan sencillo tocar en el interior. âEs como si la ola post-Cromañón se hubiese expandido a las provincias; hay más restricciones en todos lados.â Quizá por eso aflojaron un poco con el âambulancia tourâ y se pusieron a trabajar en el sonido que quieren lograr en vivo. âEn los shows despuntamos nuestro costado punkoso y no nos importa que todo suene tan perfectito, lo cual sigue siendo raro en una banda a la que le gusta el tecnoâ, definen.
* Sábado 13 en Kirie Music Club, BolÃvar 813. A las 22.
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