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Cuando habla, el Doma expulsa las palabras con la misma seguridad y el mismo cinismo que vuelca sobre las canciones de El Perrodiablo, la banda con la que viene peleándole al mundo hace ya casi ocho años. Este héroe ignoto del under bonaerense, un Iggy Pop bastante más rico en carbohidratos que canta en cuero y muestra el culo como una credencial, es un pibe apasionado que cree en pocas cosas. Pero en las que cree, lo hace de manera absoluta. âYo soy un resentido social, no está bueno, pero es lo que soy. No coincido con muchas posturas actuales. Si yo estuviese cómodo, no tendrÃa una banda de rockâ, dice con media sonrisa en la cara mientras habla del nuevo disco de su banda, el más crudo y contundente. Su tÃtulo, CacerÃa, funciona para ilustrar el modo en que transita su existencia este pelotón de rezagados en permanente situación de hambre y supervivencia. âEs re loco que para algunos medios sigamos siendo la banda nueva, nosotros ya tenemos cuatro discos y sobrevivir todo ese tiempo no fue fácil. Nunca hicimos una música que fuera la música del momento, y a la vez mantuvimos siempre la misma lÃnea: hacemos discos de rock.â
El nacimiento de El Perrodiablo se dio en un contexto casi de posguerra, con el indie-rock comenzando a dominar una escena under nacional que intentaba florecer bajo los escombros de Cromañón. Mientras El Mató a un PolicÃa Motorizado se perfilaba como el principal exponente de esa arremetida musical emparentada con la low-fi, el minimalismo y la sensibilidad adolescente, El Perrodiablo aparecÃa con La bomba sucia (2007), un debut que marcaba con sangre, sudor y saliva el destino de este grupo obsesionado con el rock and roll animal de volumen clásico, de los Stooges, AC/DC, Sumo. Asà que en el contexto de La Plata, su ciudad natal, El Perrodiablo era algo asà como la fea del barrio que, pese a todo y gracias a su insistencia y su actitud arrolladora, de algún modo siempre se las ingeniaba para coger. âNos acostumbramos a tocar para gente a la que no le gustaba la banda, era salir con todo a matar o morir, habÃa que defender esas cancionesâ, recuerda Chaume, uno de los guitarristas fundadores y ex integrante junto al Doma de Psicovendetta, un dúo de hipâhop pirotécnico y rabioso que terminó siendo el embrión directo de El Perrodiablo. âEl rock es cÃclico, las modas van y vienen, y en el medio de todo eso nosotros estamos en cueros y revolcándonos por el piso desde hace siete añosâ, agrega el Doma. âYo creo que El Perrodiablo va a ser una banda mucho más reconocida con el paso del tiempo. El dÃa que no exista más, todos van a decir que iban a los shows nuestros y se van a olvidar de que en verdad iban a ver a Banda de Turistas.â
CacerÃa, recientemente publicado por Oui Oui Records, significa un paso al frente en la búsqueda por plasmar de la manera más fiel posible el vivo de El Perrodiablo, su hábitat natural. Bajo la producción de Gualberto de Orta âguitarrista de normAâ, la banda se instaló dos dÃas del último verano en los estudios ION para registrar las nuevas canciones en vivo y de un tirón; hasta la voz del Doma fue capturada con la banda tocando en simultáneo, logrando una dosis mayor de frescura e impacto que en El espÃritu, de 2012. âLa principal inquietud que tenÃamos era que las guitarras no sonaran como todas las bandas de rock mainstream argentino, ni como todas las bandas under: querÃamos guitarras de rock, de las que escuchamos en los discos de afuera y que se entienden perfecto, pero a la vez están llenas de mierda, son guitarras rockerasâ, dice el cantante. âCon el tiempo podrÃamos haber depurado el sonido como hacen muchos, pero nosotros siempre reivindicamos lo mismo: rock, suciedad, mugre.â
Entre cataratas de riffs de guitarras oxidadas y bases tronadoras, lo nuevo de El Perrodiablo sigue golpeando por esencia, potencia y repetición. Es un fogonazo de energÃa que se detona después de cada acorde inicial y que suelta a la banda completa âDoma en voz, Chaume y Lea Molfe en guitarras, Fran en bajo y Polo en baterÃaâ como una jaurÃa de galgos famélicos que logran dejar atrás, al menos por un rato, el entorno viciado de sus jaulas cotidianas. âSon canciones que tienen algo para decir y no sólo desde las letras: en la potencia, la energÃa, la quÃmica. Para mà eso es inapelable en la bandaâ, analiza el Doma. âLa canción Los burros, que arranca con esa cabalgata medio bla dura que no se puede parar, es como ver el paredón en el fondo del camino y decir: â¡Nos la ponemos!â.â
Mientras canta, el Doma es un tipo insoportablemente cÃnico y movedizo que deambula arriba y debajo del escenario âalguna vez llegó a hacerlo rengo y con bastón, alguna vez llegó a hacerlo sin dientesâ como un Nelson Rufino en llamas decidido a escupirte en la cara toda su mierda acumulada. â¿Contra qué cantamos? ¡Contra todo!â, pregunta y responde el cantante. âNo la psicoanalizamos mucho, pero nuestra banda es más una trinchera que un living acomodado con control remoto. Nosotros salimos y hay que luchar. Muchas cosas que veo en el rock no me gustan, no siento empatÃa, siento incomodidad. Pero no es sólo que no me gusta el indie-rock o la gente careta que no hace las cosas con el corazón, tampoco me gusta que me voy a morir, que se muera la gente que quiero y que se mueran los perros. Eso en algún lugar de las letras está.â
Desde una perspectiva interna, El Perrodiablo puede guardar similitudes con una célula terrorista, un equipo de fútbol o un grupo religioso. Entre sus integrantes se habla de fe, de convencimiento, de salir a matar o de exorcizar almas en pena. Con respecto a este último punto, el Doma está convencido de que su banda tiene poderes sanadores. âYo me doy cuenta de eso en los recitales porque muchos nos vienen a ver como si vinieran a ver al curandero; hay gente a la que la limpia, es un donâ, dice. âEn el último Matienzo, en el Festipulenta, vino una piba, nos dio la mano y dijo: âGracias, gracias, gracias...â, y se fue. Es zarpado. Para mà eso es estar en estado de rock, no como esas minas que se ponen un pantalón animal print y dicen: âEstoy rockeadaâ. ¡No, vos no estás rockeada, vos sos una pelotuda y no tenés idea de lo que es el rock!â
¿Y qué es el rock para ustedes?
Doma: âPara mà es una de las pocas expresiones culturales que tiene implÃcita una forma de vida, de verdad. Es un espacio de mucha libertad, uno de los pocos lugares donde podés ser vos mismo. Para mÃ, en la sociedad actual es muy difÃcil lograr eso, porque hay muchas tentaciones e inseguridades; todo el mundo quiere pertenecer a algo y que lo reconozcan, buscan la palmada en la espalda por sus propios fantasmas e inseguridades. Y en el rock hay un montón de eso, no hay fidelidad con lo que uno hace. Me parece que el rock te permite sacar afuera un montón de demonios y fantasmas. En tiempos en donde la gente no sabe en qué ocupar el tiempo, si en subir fotos todo el dÃa, si postear cosas para que se las retuiteen o tirarse un balde de agua helada, siento que nosotros somos privilegiados. Cosas en la vida, fuertemente, te gustan cuatro o cinco, y nosotros ya sabemos cuál es una: tener una banda de rock como El Perrodiablo.
En estos cuatro discos fueron apuntalando la misma fórmula de rock and roll crudo y golpeador, ¿nunca existió el miedo a repetirse?
Chaume: âLa búsqueda de la banda no pasa por un género musical, tres temitas más tirando a este palo, tres temitas más de lo otro... no estamos en ésa. Lo nuestro pasa por rescatar el sello de la banda. Es más espiritual, es escuchar una canción y decir: âEsto es El Perrodiabloâ. En todo caso, el miedo no es a repetirse sino a hacer algo que no sea propio.
Doma: Nosotros hacemos esto, nos sale bien y encima nos sentimos representados. Si hay un momento en que no tengo dudas en mi vida es cuando estoy tocando, siempre sentà y sigo sintiendo que quiero tocar, defender esas canciones y tocar con la gente que estoy tocando. El Perrodiablo es una de las cinco cosas que me hacen pensar que el mundo no es tan de mierda como se me presenta todos los dÃas. Está buenÃsimo ese sentido de pertenencia, la banda me lo reafirma todo el tiempo. Capaz suena medio visceral ver el rocanrol asÃ, pero creemos y eso es una fuerza re poderosa. Somos esto, no hay doble discurso, es lo que hay, tómalo o déjalo. Pero si lo dejás, te vamos a rebotar en la cabeza porque lo nuestro es como un shock de realidad en una era superficial donde la gente se saca fotos a cambio de âMe gustaâ o se considera comprometida por aprenderse de memoria discursos polÃticamente correctos.
Ya pasaron varios integrantes por la banda, ¿es difÃcil formar parte de un proyecto como El Perrodiablo?
Doma: Son personalidades fuertes, tenemos una determinada clase de humor, somos cinco tipos vieja escuela, todos pasamos los 30 años. No vamos a reparar en lo que diga el Inadi, ¿me entendés? Hay gente que se pone susceptible o quiere ser más dura que el duro, entonces esas cosas en la convivencia saltan. La banda es tanto musical como ideológica, musical como espiritual, musical como de fe. Vos podés no creer en todo eso y al final te lo terminás creyendo, para mà la banda te convence todo el tiempo. Es saber quién sos y respetarte, no reprimirte, porque en eso va la honestidad de lo que hacemos.
En esa permanente situación de inconformismo, ¿creen que la música puede modificar algo?
Doma: âUna canción o un disco no van a cambiar el mundo, pero sà pueden cambiar el ánimo, la fuerza, el estado de una persona, y eso ya vale la pena. De hecho somos más creyentes de la individualidad que de cualquier otra cosa, porque primero está lo que vos podés hacer con respecto a vos, ponerte a prueba sin cagarte en los demás porque sÃ. Las causas tipo âVoy a cambiar el paÃs, el planetaâ me suenan a que en medio de la masa está la misma mentalidad de siempre, de individuos que siguen haciendo cualquiera mientras para afuera declaman lo polÃticamente correcto. Por eso, antes de cambiar el mundo, preferible compartir una ceremonia con el que tenés al lado y aliviar el dolor, compartir la euforia o sacarle los fantasmas de encima.
En esa mezcla de fe, fanatismo y entrega que conforma el espÃritu de El Perrodiablo, ¿cuánto le deben al fútbol?
Doma: âEl fútbol es una gran escuela para El Perrodiablo. El trabajo en equipo, el sentido de pertenencia, la fortaleza ante la adversidad, no creérsela, el convencimiento de que estamos haciendo lo que hay que hacer, la creatividad y la entrega sin miramientos, son principios que aprendimos en gran parte del fútbol. De jugarlo en torneos, de ver Copas Libertadores, Mundiales u otros torneos. La épica del grupo de futbolistas es algo innato en la esencia de la banda, sobre todo porque el fútbol no tiene medias tintas: te emociona a morir o lo despreciás, lo entendés o lo descalificás. Y además no les gusta a muchÃsimos intelectuales, como El Perrodiablo.
* Sábado 20 en Zaguán al Sur (Moreno 2320). Desde las 23 con Sutrah, 3 Miligramos y Favalli.
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