âVeintiséis intentos fallidos preceden la génesis de nuestro Universo. El mundo del hombre surgió del caldo caótico de restos anteriores, por eso Dios al crearlo exclamó: âCon tal que aguanteâ (âHalway Shéyaamodâ, en hebreo).â La cita del fisicoquÃmico ruso Illya Prigogine (Premio Nobel en 1977) lleva directamente a las obras digitales de Gabriel Rud: enigmáticas, inquietantes, amistosas u ominosas, las estructuras espectrales que salen de las visiones y el imaginario de este artista parecen haber sido hechas con escombros digitales, con esa basura informática que año tras año va dejando una ley que reemplazó hace años a la Mosaica: la Ley de la Obsolescencia de los Productos. 483g5c
âSiempre, desde muy chico, me interesó poner en una pantalla algo hecho por mÃ. Está todo bien con pintar un cuadro, y me sigue encantando ese mundo, pero siempre me motivó poder poner una imagen mÃa en una pantallaâ, dice Rud, que sabe que su herramienta es la tableta digitalizadora Wacom.
Claro que poner una imagen en una pantalla no es fácil: âAl principio todo lo que hacÃa me parecÃa una basura. El video es algo que está muy lejos de darte satisfacción instantánea: sentÃa que si hacÃa un muñeco 3D o una animación, no llegaba al corazón de nadie. Aún me genera mucha angustia el soporte, sigo sintiendo que es muy difÃcil que el resultado de un video emocioneâ.
Con sus concavidades, convexidades, subdivisiones y teleseados (operaciones matemáticas manipuladas mediante programas de modelado tridimensional), más que paisajes de un imaginario tecnocrático, las imágenes de Rud tienen algo telúrico, misterioso y orgánico, que lo emparienta con la ciencia ficción. Y también con Daniel Melero, otro explorador y eternauta de los márgenes más metafÃsicos de los arrabales tecnológicos. Además de haber hecho la tapa del disco Disritmia (especie de ser discográfico indescriptible y amorfo) en 2013, Gabriel es iluminador oficial de la banda de Melero y videasta de temazos como Supernatural.
âEn un momento empecé a trabajar con esos monstruos que, incluso, dejaron de tener rastros antropomórficos. TenÃa un montón de experimentos hechos por la mitad que nunca cobraban entidad: antes de empezar a trabajar con él, nunca habÃa hecho una muestraâ, cuenta Rud, que en los últimos años viene haciendo tapas sofisticadas para grupos Ãdem del under metropolitano.
El arte digital no es nuevo y de hecho hay muchos premios (de hecho Rud ya ganó alguno) y muchÃsima producción, pero también se lo subestima mucho: âHay una animosidad muy fuerte hacia lo nuevo, un sentimiento como de bronca o amenazaâ. Por cierto, algunas de sus obras (que parecen provenientes de culturas ancestrales o quizás extraplanetarias) resultan inquietantes, pero también atractivas. Como un demiurgo que construye universos, Rud tiene cierta megalomanÃa que contrasta con su humildad: durante tres años estuvo dibujando a diario un versÃculo bÃblico (http://bibliailustrada.org/), hizo el programa de radio experimental El monte análogo junto al poeta Nicolás DomÃnguez Bedini, y sabe que ahora muchos lo conocen por su colaboración con Melero. âTodo el mundo habla de su generosidad, pero a mà lo que me fascina es que es un altruismo muy funcional también para él; yo terminé haciendo cosas para él por arruinarle una página suya; ni conocÃa mi obra y me pidió como indemnización que trabajara para él.â
De ahà salió el vÃnculo para hacer el trabajo de la tapa con UN, el interesante proyecto del músico y productor Miguel Castro (ex Victoria Mil, La Nueva Flor) cuya tapa marca la diferencia. Rud cuenta que la portada fue hecha con un algoritmo que empieza a generar fractales onda Mandelbroit (matemático polaco conocido por sus aportes a la geometrÃa fractal) pero que, entre los dos polos del arte digital actual (uno más paramétrico en el que, regulando una serie de variables, se generan formas fractales; y otro en la que se trata de modelar âcomo si fuera una arcilla virtualâ), prefiere la segunda opción: âUso el lápiz óptico, que es como un mouse que funciona como lapicera. Y es raro, porque estás tratando de modelar algo en 3D, pero igual conserva un trazo, algo gestualâ.
Desde que empezó a trabajar con nuevas tecnologÃas, dice, siempre se interesó en el ruido, el costado no predecible. Una de las primeras obras que hizo fue con fotos de videojuegos: hacÃa tomas en las que nunca se hacÃan las cosas que se tenÃan que hacer. âAños después me enteré de la Machinime (término inglés que mezcla el término máquina y cinema) y de que hasta hay festivales de videojuegos (como el New York Machinime Film), pero creo que tienen un enfoque más humorÃstico. A mà lo que me fascinaba era la idea de que fuera una jugada existencialista o situacionista de un videojuego.â
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